Exhibicionista, ego descomunal el mío? como asi lo interpretaron algunos de mis camaradas y amigos -amigos?-. Una reacción de legtima defensa contra un poder sin precedentes ni parangones en la historia universal o de la iglesia. Star power, un fenomeno de actualidad. Que sacó a relucir por vez primera en nuestro tiempo el estrellato del papa (o pope) polaco. Papa star. Que solo ante el mundo fui capaz de poner en entredicho, yo En un gesto y acto/fallido, logrado al fin, y de re-per-cu-sión mundial. Quise matar al papa? NO LO. SE. Lo que sí quise fue matar al mito aquel de tanto poder -Star Power- del papa (Papiesz) estrella. Y eso, el tribunal portugués que me condenó no lo tuvo en cuenta. En una condena en base a mi propia confesión, sin ninguna otra prueba. Esa es la pura verdad
Las II Jornadas de "Direito Criminal" de la comarca de Santarém, traen cola y la que traerán, doy fe. Y cuanto más se dejan filtrar rebrotes de actualidad por su cuenta, más me percato de ello, y más claro lo veo, como la gran oportunidad -el kairós?- imposible de dejar pasar. Tal como lo muestran las recientes declaraciones allí del presidente del Trobunal Supremo portugés en un llamamiento -no exento de patetismo- a la preservacion del patrimonio jurídico portugués (sic) por cuenta del proceso que me condenó, de la dignidad (sic) que aquél merece, y no de quedar arrumbado en estanterías cualquieras entre montañas de archivos. Como una invitacion a una revision de aquel, no es verdad?, así al menos lo veo yo, En nombre de mi dignidad (sic) de la que toma la suya aquel proceso -de prestado-, que no fue más -lo dije y lo mantengo- que un burdo juicio político en un (escandaloso) linchamiento -y no simple cobertura mediática- que le acompañó, lo que no creo que sea difícil de demostrar. Y como lo muestra al trasluz el programa de aquel congreso, dividido en dos partes como si fuera: en derecho sustantivo -"Derecho a la vida- por un lado, y por el otro, el "proceso de querella" (léase en derecho español, accion judicial, "universal"), en derecho procesal penal.
"Derecho a la vida", un invento, una (novedosa) novedad -ni siquiera figura en la Declaracion de los derechos del hombre de la Revolución francesa, sacro inventario y piedra angular de todo el orden (y el nuevo orden) juridico a escala global como una norma suprema de orden constitucional-, que se sacó de la manga en su (nueva) constitución la República Federal Alemana, como hecha de encargo tras el desenlace de la Segunda Guerra Mundial y de lo que se habrá hecho uso y consumo a discrecion en el tema tan manido (ay dolor!) del aborto en particular. En nombre del derecho a la vida se me condenó, es verdad. Por cuenta de mi declaración -de que quise matar (sic)- delante del tribunal. Derecho a la vida de cara a los jueces aquellos, y de cara a la opinion publica (católico/romana) portuguesa, en nombre del Quinto Mandamiento de la Ley de Dios, del "No matarás!". ni de pensamiento ni de obra como cabe apostillar, en el Quinto o en el Sexto mandamiento (del que todos aqui se acordarán)
"Quise matar al papa", asi lo declaré, así lo volvi a reiterar -entre una nube de distingos, es verdad y de matices- en mi ultimo libro, y de lo que hoy aquí en cambio me siento presto a retractar. De ponerlo en duda, entre interrogantes, en entredicho. Que a fe mia que no lo sé, que hoy no lo sabría de nuevo afirmar. Que al hilo de las repetidas reflexiones en respuesta a la cuestión (lancinante) que me persigue a sol y a sombra hasta hoy y que los que me entrevstaron hasta hoy desde entonces no dudaron en formular, se diria que fui tomando conciencia de la magnitud del problema, léase de lo que de aquello -a la hora de dirimir- yo mismo deberia pensar. No lo sé. Agnóstico (sic) hasta el final, en relacion comigo mismo, como con el Mas Allá. Tal como me asumí en el programa de la RTP (de anteayer) Tal como lo insinuó aquel sacerdote (amigo) como echándome un bote salvavidas en alta mar, en la entrevista que me hizo hace ya unos quince años en Periodista DigitaL -rompiendo así el fuego del boicot y del silencio y del apagamiento (black out) informativo del que fui objeto desde que sali de Portugal-, que lo que yo quise en realidad no era matar al papa (o a quien fuera) sino el golpe de efecto léase el impacto -planetario, mundial- que con mi gesto (sic) consegui, que hizo de un acto/fallido -o "frustrado"- otro completamente logrado, sin matar y sin herir. Como así fue. Y dando un paso (de gigante) más en ese proceso de toma de conciencia al que antes aludí, logrando asi romper -en añicos- el cristal irrompible y sin mancha de lo que hoy se conviene en llamar -por cuenta del proceso en los Estates de resonancia mundial- "Star power". Ahí está!
Como la entrevista en la radiotelevisión portuguesa y en esa sagacidad tan típica, "luisiada", no habrá dejado -la periodista que me entrevistó- de captar y de subrayar. Rompí -sin matar, sin herir a nadie- ese poder sin precedentes ni comparación alguna en la historia universal, en un gigantesco rompecabezas que en el colmo de la obsesión llegué a comparar -en conferencia de prensa incluso- al de Napoleon, por lo de de intrusivo y sin límites, por lo imperial. Con la salvedad que éste lo era en el plano convencional del derecho o de la política o de la guerra, y el del Papa/polaco (o pope) star lo fue al nivel -inédito, sin precedentes en la historia universal (o de la Iglesia)- de las conciencias. Elemental.
Y una vez resuelto el enigma aquel, como el de una nueva Esfinge (papal), me eché tranquilamente a dormir, como Bosonaro en el Brasil (Y al mismo tiempo, dejé también de odiar. Acaso yo odié? Tapooco lo sé. Qui lo sa))
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