En esta obra -"Depoimento", en español "Deposición"-, considerada el testamento político de su autor, exiliado en el Brasil en el momento de su publicación, se denunciaba el papel crucial en la incubación del Movimiento de las Fuerzas Armadas que hizo eclosión el 25 de Abril del 74 a cargo de los llamados oficiales “milicianos” -de complemento, de extracción universitaria- que según Marcelo Caetano habrían contagiado -por su labor de zapa y adoctrinamiento- a sus compañeros de armas (de academia) envueltos en la guerra colonial el espíritu marxista radioactivo que se respiraba -doy fe de ello- en las universidades de la metrópolis en vísperas del 25 de abril y que alimentaban en gran parte las instancias eclesiásticas de la iglesia portuguesa a favor de los vientos subversivos (del orden establecido) que propagó -particularmente en el mundo luso/hispano- el concilio vaticano segundo. El ejercito portugués -aún sin verse derrotado militarmente- se rindió de forma total y completa, tras el 25 de abril, no así el ejército español vencedor de la guerra civil que lo hizo de forma condicional -y honrosa- al final de la Segunda Guerra Mundial en el 45Julio Rodríguez, general en retiro y ex-jefe de la JEMAD acaba de tratar a los votantes del PP -y en menor medida a los del PSOE- de gente peligrosa (sic) por carecer de ética (sic) o por no dejarse guiar por ella (o algo así) Ética es un palabra talismán que se empezó a oír mucho en España por vuelta de la mutación cultural que se produjo en la sociedad española y en particular en sus esferas intelectuales y en su estamento universitario en la segunda mitad de la década de los sesenta. Sin duda a modo de alternativa o con voluntad de remplazo de la palabra moral y de todas las connotaciones -en lengua española más sin duda que en otras lenguas extranjeras- que esa voz arrastraba desde el fondo de los siglos.
La ética era por propia definición de izquierdas, anti-capitalista. Irreductiblemente opuesta al mundo sin leyes, sin ética ni nada que se le pareciera del capitalismo salvaje que encarnaba a los ojos de muchos la potencia rectora a escala del planeta -entonces mucho mas que ahora- a saber los Estados Unidos, enfrascada en una guerra entonces en el Vietnam que consiguió movilizar en su contra a los universitarios del mundo entero (o casi) en nombre de la ética, léase por motivos de conciencia. Una ética anti-militar o anti-militarista contra la guerra era la de ellos.
Y ese espíritu estuvo a punto de propagarse y contagiar o contaminar por entero al ejército español por aquel entonces, en un secuela no cabe mas directa de la revolución (marxista) de los claveles en Portugal y de la desmoralización y del espíritu de derrotista que vendría clamorosamente a poner de manifiesto un ejercito portugués que daba asi por perdida la guerra colonial en la que se había visto enfrascado desde hacía mas de un década en los territorios del Portugal ultramarino en Africa o en el Océano Indico.