Melitón Matanzas, ex combatiente en la guerra civil, y más tarde comisario jefe de la Brigada Político Social en la provincia de Guipúzcoa, primera víctima (declarada) de la ETA. Su (cobarde) asesinato fue celebrado con champán por muchos en el país vasco (y en menor medida en otras regiones de España) La Brigada Político Social que se limitaba a defender y aplicar –al precio de su sangre incluso- la legalidad entonces vigente, se ve en la mirilla de la ofensiva guerra civilista en curso. Como lo ilustra la reciente iniciativa de Odón Elorza ex alcalde socialista de San Sebastián con la que pone escandalosamente al descubierto una conducta ilegal –o alegal (sic) como él dice- claramente prevaricadoraTenía a medio terminar lo que debía ser la entrada de hoy de este blog, dedicada a la guerra civil en Siria y al tema conexo de la guerra del Líbano (y el protagonismo en ella de las Falanges Libanesas) cuando la lectura de la edición del País de hoy me hace cambiar súbito de planes por culpa de uno de sus artículos dedicado a un episodio de violencia de la transición que me diga del tardo franquismo, sucedido el 31 de agosto del 75 a pocos más de dos meses aún de la muerte de Franco que le sirve de ocasión al autor del artículo–y al diario que lo publica- a reencender de nuevo la guerra veraniega de la memoria a la que venimos asistiendo –e interviniendo en ella en cuanto que la ocasión se presenta- desde hace ya (casi) diez años, y mas incluso si bien se mira.
El suceso que el País ahora re exhuma me hace pensar en otro del que fui testigo visual directo casi una década antes y del que me hice eco en mi blog anterior de Periodista Digital lo que me valió una correspondencia fructífera y no poco emotiva con varios de los hijos (agradecidos) del principal protagonista y victima de aquello, para entonces ya hacía mucho fallecido.
Y fue la brutal agresión y linchamiento de la que se vio objeto –por vuelta del curso académico del 67-68- en lo que era entonces la explanada (más ancha de lo que lo es hoy) situada entre la Facultad de Derecho y de la Complutense en la Ciudad Universitaria, un inspector de la Brigada Político Social (horresco referens!) del que recuerdo el nombre como si fuera hoy pero que me abstengo de mencionar de nuevo aquí consciente que a sus allegados les sea doloroso en extremo la evocación de aquello (de lo que sus hijos me aseguraron tener noticia directas por su propio padre)- por más que trascendiera en la prensa el suceso (que seguí de cerca pero a distancia) igual que el nombre de la víctima de la agresión, que se vio de pronto descubierto por uno de los participantes en una de aquellas algaradas callejeras de las que el campus de la Universitaria era teatro entonces casi a cada momento, y en aquella tesitura decidió salir corriendo y fue alcanzado y derribado violentamente al suelo y agredido y pisoteado (hasta sangrar)