"La banda del Tronco", o "El Tronco y su banda". Un titulo traducido del francés que vuelve ahora tras decenios de olvido, y también de ostracismo de su autor. Botón de muestra emblematico en extremo del género grotesco de marca neerlandesa, léase de la farsa (kluchtzangerij) flamenca, que hizo (a través de los siglos) reir a unos y espumear de rabia a otros. Y habran sido precisos siglos para que me hagan reir -más que de ellos, de su autor- a mi también. Conjurando así leyendas y complejos (y tics históricos). Y me dije que tenía que compartir ese reír tan nervioso, y tan espontáneo y tan nuevo. Como si yo fuera otro
En su libro, citado ya a menudo en este blog, "Las palabras de la tribu", Francisco Umbral se hace eco de las crticas hacia Valle Inclán (sea por siempre alabado) de los posnovísimos anglosajonizados ( y a fe mía que sé quien debe darse por aludido. Y es por tratar (aquellos) el esperpento valleinclanesco de un abuso hispanico (sic), a lo que Umbral replica evocando las corrientes contemporáoneas o si se prefiere la tendencia omnipresente en todas o casi todas ellas de la estética de lo deforme, y se olvida no del expresionismo alemán que sí que cita sino una variante de estos últimos que nos pilla los españoles muy de cerca aunque Umbral tan ensimismado en la tribu, que me diga en su tribu hispana no se diera cuenta. Y me refiero al expresionismo en version belga flamanca que tiene en un autor ilustre desconcido entre españolles su exponete (genial) en solitario del que retuve el nombre omipresente en el callejero de mis idas y venidas los primeros tiempos tras mi llegada y mi afincarme aqui (primeramente en zona flamenca)
Y lástima que se le pasase de largo o de improviso a Francisco Umbral ese autor, que con la sagacidad y el ingenio proverbial del autor de Mortal y Rosa hubiera a no dudar dado (sobradamente),cuenta del desafío literario e historico a la vez que el expresionistad flameco (nos) plantea, El y muy concretamente el título que aqui nos ocupa, reeditado hace poco en francés en un botón de muestra inmejorable de como están cambIando aqui las cosas, de como cambia sobre todo la correlación de fuerzas entre flamencos y francófonos en la rampa lingüística (y extralingüsítica) en Bélgica. Un telón de fondo hispano -o si se prefiere de Leyenda Negra (anti-española)- invisible y discretamente omnipresente a la vez en La banda del Tronco, que es el titulo en transcrpción literal de la obra referida. Pa ul Van Ostaijen por lo desconocido entre españoles (a vulgo me refiero) precisa (urgente) de presentación antes de dar incio a un comentario de la obra.
Contra la idea generalmente admitida y políticamente correcta que hace del "arte degenerado" (entartete kunst) -blanco favorito, por "anti-heroico", de la censura y persecucion nazis-, un fenomeno de origen judio, se yergue en la historia y en la memoria el expresionismo alemán y su variante belga/flamenca -lo "grotesco"- en artes plásticas como en literatura, tan (desagradablemente) familiar e ilustre desconocido a la vez para españoles. Podía acaso ser de otra forma?
Belga/Flamenco a medias -de madre flamenca y padre holandés (y no al revés, nótese bien)- eso ya da de entrada la clave no sólo de su trayectoria sino del conjunto o de la mayor parte de su obra, y en particular de la obra -del genero "grotesco" como aquí le llaman- que aqui nos ocupa, Van Ostaijen es una de las figuras mas emblematicas del fenomeno del activismo, léase de los "activistas" a saber los germanófilos (por activa y no por pasiva sólo) de cuando la I Guerra Mundial que en España fueron unos cuantos mirlos blancos y en Bélgica en cambio por más que es algo que se ve rodeado de los más espesos de los tabúes, no menos de la mitad grosso mdo de la poblacion, léase toda su zona flamencea (neerlandófona) España no tuvo estrictamente nada que ver en la I Guerra Mundial y poco más tan sólo en la Segunda. No importa. Que hay tics históricos tenaces y a prueba de las mayores evidencias como los que hacen de España y concretamente de un español emblemático si los haya en Bélgica y más exactamente en Bruselas, chivo expiatorio que ni pintado de este botón de muestra de lo grotesco en lengua neerlandesa (o flamenco/neerlandesa) Un autor "maldito" Van Ostaijen, no menos (y que se me perdone la comparación/odiosa) que García Lorca como lo glosó Francisco Umbral. Y "maldito" ademas por partida doble, por germanófilo y por "flamingante", léase flamenco "nacionalista" ( separatista o sea) Y además por el desenlace que tuvo su trayectoria: muerto en la flor de la edad, de tuberculosis, tras haber sido condenado -por delito de "activismo"- en los tribunales belgas. Y entre los troncos (sic) que le ofrecía la época aquella hubiera podido (fdácilmente) escogerlos entre belgas.
Cardenal Mercier primado de Bélgica durante la I Guerra Mundial. Figura celebrada en la historiografía oficial y discutida en la memoria de los belgas. Objeto de culto y devoción patriótica -"Le Cardinal"- para los rexistas de Leon Degrelle por su beligerancia en defensa del Estado belga, y ogro en cambio de los nacionalistas flamencos por su oposicion a las reivindicaciones separatistas de estos últimos, Paul Van Ostaijen que fue condenado por orquestar un abucheo del cardenal en una procesión durante la ocupacion alemana en la Gran Guerra, le asocia -por razón de lazos de complicidad criminal (...)- en su obra grotesca con el embajador de España en Bruselas. Un tiro por elevación -esa obra- contra España (que para bien o para mal estuvo -olímpicamente- ausente y ajena en aquella encrucijada histórica). Como tanto aficionan por estas tierras
Pero no, el Tronco por antonomasia tenia que serlo un español, para hacerle asi cargar (pese a su neutralidad) con el Muerto, léase de responsable o culpable por la via de lo subliminal de la Gran Guerra tan calamitosa como ella lo fue aquí, y en modo y medida análogos a como algunos nacionalistas flamencos echan a Franco y al régimen español de entonces la derrota en la Segunda Guerra Mundial y la ristra de miserias e infortunios -sólo ahora (confiteor) me doy (como español) cuenta- que para ellos se seguiría. Y el tronco (sic), el escogido por desigacion entre tantos troncos que llenaban (a creer al autor y a su prologuista) las aceras en la que es hoy capital de Europa, no podia ser otro que el embajador de España entonces en Bruselas, reo de una diplomacia de neutralidad (no de "no belgerancia" sino neutralidad autentica) que les olía y les sonaba a los "activistas" flamencos germanófilos a traición o a cuerno quemado más que otra cosa. Español, embajador de España y tronco ante el Altisimo -léase sin pieras (ni brazos) (....) y además de ello, de apellidos ilustres o "malditos".
Porque Rodrigo de Saavedra y Vinent, (segundo) marqués de Villalobar evocaba fatalmente -a sabiendas o a regañadiente, de verdad que no lo sé- ese antepasado (presumiblemente) suyo y personaje de la mayor talla de la Leyenda de nuestras culpas y pecados, a saber uno de los dos capitanes -el uno Sancho Dávila, y el otro Jerónimo Saavedra -, que llevaron al patibulo-con todas las formalidades y solemnidades de rigor (como un auto da fé)-, a los duques de Egmont y de Hoorn- por orden del Duque de Alba en la Grand-Place de Bruselas. Y eso de por sí se basta y sobra a la hora de decidir(se) de un lado o de otro -del rigor y de la venganza, o del olvido y del perdón- la balanza de la justicia poética (e histórica), Y todo el resto no cuenta, el que se hiciese realmente apreciar -y querer- por la poblacion bega y más concretamente en Bruselas, y el que evitase por su (infatigable) acción diplomática (de choque) los bombardeos (alemanes) de Amberes y de Bruselas. Nada, habia que dsmitificarle a toda costa y aún a costa de la decencia más elemental y de la más elemental verdad histórica. Y hacer de él un grotesco personaje (macabro más bien), nadando en la infamia y en el mundo de la prostitución y del crimen.
Hay que comprenderles (y ya estoy oyendo las voces disconformes, de extrañeza) Y es que semejante pasion -la que traduce el sarcasmo glacial (y anti-español) tan prototípico de aqui --no traduce menos un sufrimiento comparable, el de un pais pequeño a la medida de su inexorable destino, en el cruce o encrucijada de todas las fatalidades y de todos los atropellos: la clave historica, la de la idiosincrasia -de un pais pequeño ("petit pays") y oprimido-, la de la farsa/flamenca. Desde los tiempos de Carlos V; como en la obra que nos ocupa "Portugal es un caminante, Bélgica tan sólo un camino" (...)
Y es que conociéndoles como (ya) creo que les conozco, de como esa misma pasion de "lo grotesco" les pone a ellos mismos -y a ellas (...)- de los nervios, me entró de repente a mí la risa nerviosa, con las puertas en lo sucesivo de par en par (para mí), de lo que me parecio siempre un reino (de humor) incomprensible e inabordable, el de franceses y holandeses y belgas-. Y así riendo y riendo se me hizo claro de repente el enredo de esta pieza grotesca. Y con la risa (nerviosa) se me fue el resentimiento. Gracias a un tronco. Español en Bélgica, que no podía ser de otra forma
Rodrigo de Saavedra, marqués de Villalobar. Embajador de España en Bruselas durante la Gran Guerra. Era un tronco (sic), de malformación congénita y no de secuelas de la guerra. Pero igual que estos, como los que llevaban las mujeres en brazos como si fueran muñecos (o muñecas) Y como los que llenaban las aceras de Bruselas (en la inmediata posguerra) (...) Y pese a eso, y pese a su apellido (estrechamente ligado a la Leyenda Negra) se supo querer de los belgas. Lo que algunos aqui parece que no le perdonan. De risa (o de broma)