Maniobras militares ruso argelinas frente a Marruecos. Aviso -o señal de pista más bien- a los navegantes y aprendices de brujo de la diplomacia y de la política exterior españolas. Que no hay mayor ciego que el que no quiere ver
La Geopolítica, hasta hoy coto cerrado -de funcionarios y de los Sabios (...)-, y hoy ya sobre todo juego de ajedrez de la era global, ultimo tranvía u oportunidad para un estirpe de perdedores en el juego aquél (servidor, de usted) , entre campeones y jugadores redomados (más aún), como sólo en las cárceles -las de presos de derecho común, s'il vous plait- florecen, y yo me pregunté siempre el por qué? A jugar y a ganar -en la guerra y en la paz- tocan pues. Que ganamos o perdemos todos, puestos a ver. Y es en la guerra lejana entre Rusia y Ucrania de lo que aquí todos conocen mi apuesta, sin trampa ni cartón. Y en esa otra guerra que se cuece o incuba -entre otras muchas tal vez- al otro lado del Estrecho como nos anuncia hoy en todo detalle el diario ABC. El Sáhara, lo que allí nos dejamos (enterrado) -de intereses y de sueños y de memoria- que me diga más bien. O Ceuta y Melilla, siempre en pie, así van las cosas, por ahí van los tiros en la nueva crisis que se anuncia (para los que quieren o saben ver) Fui pro-marroquí como Gutiérrez Mellado y como en España lo fueron otros muchos, y anti-argelino -anti-FLN quiero decir- de después de la guerra de Argelia -en francés Algérie- como lo respiré (lo confieso), sobre todo en mis años del seminario de Ecône. Después no obstante de aquello y antes de la (segunda) guerra de Argelia, me explico, de su guerra civil (como creo que ya lo dejé también sentado aquí), cambiaron las tornas, y tras ellas también yo cambié. Otros vendrán que bueno te harán, reza el viejo refrán español.
Y en la guerra civil argelina -léase en el movimiento insurreccional integrista del FIS (1992)- le vi yo las orejas al lobo de lo que se (nos) avecinaba entonces: de una morisma en efervescencia y en fase (lunar) de cuarto creciente, que nos empujaba o tiraba para atrás a los españoles -sin miramientos ni contemplaciones- hasta los siglos de la Reconquista- por el túnel del tiempo a través. No tuvimos (dicho sea) antes de aquello, ni arte ni parte en la guerra (de independencia) de Argelia y si algunos (de niños) asomamos el plumero entonces (confiteor) de nuestras filias y simpatías -por la OAS y por el Ejercito francés- fue por culpa de un juego de espejos del que somos libres ahora cuando ya nos hicimos (en las cosas del espíritu) mucho más serios, como dijo aquél. La OAS nació o tuvo su más fuerte bastión en Orán, antigua colonia española (del Oranesado), donde los habitantes hablan todavia el español, como por casualidad. Orán "la roja" -como la calificó a mi gran sorpresa Dominique Venner fuera de toda sospecha. Reducto o enclave de españoles refugiados -vencidos y perdedores- de cuando la guerra civil (del 36), lo que nunca oimos decir. Con los Pérez, los Sánchez y los Domínguez (pronunciados a la francesa s'il vous plait) -familias enteras, "material Z" (de la Legión Extranjera)- en nuestras lecturas de adolescente de las novelas de Jean Larteguy, o casos emblemáticos a fuer de insólitos e individuales como lo fue el hispano/francés o franco/español Albert Camus. Lo que cayó, cayó, como le dicen en Portugal (caiú). Que la historia no se repite o no de la misma forma quiero decir (...)
Y si España perdió en América, le tocó el turno después a Francia en el Norte de Africa. De perder nosotros todos (europeos) quiero decir: ante la embestida agazapada tras el choque de culturas y civilizaciones que nos toca enfrentar hoy (...) Ceuta y Meilla, avanzadas y atalayas de Europa en el Norte de Africa. Crisol de corrientes antagónicas, y cabeza de puente de Occidente en el mundo musulmán. Jaque y mate pues. tras la suerte y avatares de la guerra entre Rusia y Ucrania. Claro como la luz del sol, que lo ven hasta los niños, pero que a la diplomacia española y a nuestra politica exterior (ciegamente anti-rusas, ay dolor!) parece que les cuesta ver. Y lo que parece que adivinó en cambio -tras el lanzamiento de su operación especial- Vladimir Putín
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