¡Un mundo justo y mejor
buena nueva navideña
del Oriente luminoso
rojo en llamas de la guerra!
¿Buena? ¡La mejor de todas!
al cabo de tanta espera
la Nueva de un mundo nuevo
menos inhóspito y más cerca
menos desierto y más poblado
de almas y no de caretas
de un horizonte de luces
y no hecho una aldea/desierta,
de ciudades que resurgen
al cabo de la tormenta
de una deflagración global
que debía estallar por fuerza
que llevaba amagando un rato
sin que nos diéramos cuenta
desde hace lustros (¡y hace décadas!)
de incertidumbre y tinieblas
entre mil vientos aciagos
que rugían como fieras
como el viento de la peste
(de una indignación funesta)
Alepo ¿ciudad mártir? ¡Libre
al cabo de la gran gesta!
y madre de las batallas
de una guerra un poco nuestra
que seguimos alma en vilo
sin desertar la trinchera
de este pobre observatorio
la mano siempre en la tecla
auscultando los augurios,
preguntando a las estrellas,
cuando más fuerte arreciaba
la propaganda de guerra
por los aires, por las ondas,
por la red o en prensa impresa
como si el sistema solar
se hundiese en nuestras cabezas
y así un año y otro y otro
al alba de una nueva era
sin perder nunca el hilo
que estábamos viviendo historia
que la suerte de este mundo
pendía de un hilo, de una hebra
entre un fárrago de noticias
que nos ponían a prueba
a prueba sí, nuestros nervios
nuestra fe y nuestra paciencia
y esa esperanza tan indómita
que no muere aunque lo parezca
¡Cuánto nos costaste Alepo
ciudad/santa oriental y bella
entre ruinas benditas!
¡tú y tu bella Ciudadela!
¡Oh cuántos sudores fríos
y cuántas noches en vela
cuánta obsesión, cuánta fiebre
y cuántas ideas negras!
hasta que al fin fuiste libre
al cabo de la Odisea
y mi alma se puso a cantar
tu desnudez, tu pureza
¡Alepo bella y desnuda
entre ruinas enhiestas!
Cuento de navidad mi amor
este amor que me inspiraste
al acercarse el invierno
de aquel año ya distante
un cuento de invierno eso fue
del invierno en que me echaste
mujer cruel, como un pre-aviso
que se me hacía ya tarde
en mi vida y en mi alma
tan transida de esperarte
en estaciones desiertas
donde no pasaba nadie
las de otras tantas etapas
de una vida itinerante
que hizo que coincidiésemos
donde no pensé encontrarte
al cabo de tan largo errar
entre Poniente y Levante
entre Norte y Sur (de Europa)
a paso “allegro” o "andante"
que no era mas que el preludio
de esa comedia dell'arte
de esa tierna melodía
que tú mi amor me inspiraste
que cantan ahora los astros
las sirenas y las aves
como una grandiosa orquesta
a la que tú diste arranque
cuando irrumpiste de pronto
justo en el preciso instante
que habían dispuesto los hados,
cuando tú amor me hechizaste
que no sé aún a fe mía
lo que de mí te imaginaste
lo que a no dudar viste en mí
que ninguna había visto antes
¿esa hombría, ese arrojo
ese echarse para adelante
que tanta incuria me valdría
y que tu amor vislumbraste?
Y el verme así amor en ti
-¡qué ojos!- ¡me hizo renacer!
(siempre igual que antes)