Ramón Nocedal, hijo del dirigente carlista Cándido Nocedal y fundador del Partido Católico Nacional (más conocido como Partido Integrista) Una escisión del carlismo dinástico en señal de disentimiento con la política (religiosa) en relación con España del pontificado de León XIII. La sombra de aquél gravita (de cerca) sobre Miguel Ayuso, sobre su carrera y su trayectoriaIba a dejar pasar el tiro (por elevación), palabra, pero el articulo de Juan Manuel De Prada en la edición del pasado sábado de ABC -"Miguel Ayuso"- por la altura del nivel que le confiere la pluma de su autor se merece una respuesta. Aunque sólo fuera además por no saber si debo o no darme por aludido en él, y es por el articulo que dediqué en este blog hace unos días a la misma persona (o personaje) al que él dedicó su articulo o columna del sábado pasado. Miguel Ayuso es carlista militante y de nacimiento también (si no me equivoco) -como ya lo hice observar en mi articulo- haciendo así honor a a una familia política y dinástica, el tradicionalismo, que por propia definición se transmite de padres a hijos, tradicionalista español, léase carlista -de la rama dinástica fiel al príncipe Don Sixto-, Miguel Ayuso, pero un carlista de una especie un poco particular, especialmente versada en cuestiones y problemática y actualidad de índole religiosa.
Se le podría llamar un integrista sino se corriera el riesgo, llamándole así, de perdernos en el laberinto semántico de un concepto tomado de la historia del catolicismo español y de la historia de España a secas que se vería traducido después a otras lenguas, pero que tuvo unos orígenes propiamente hispánicos (o ibéricos) en la medida que es verdad que existió un partido integrista (sic) ,de origen carlista pero que fue la resultante -en la segunda mitad del siglo antepasado- de una ruptura dentro del carlismo, por culpa de la política religiosa del Vaticano en relación con España y sus conflictos y problemas políticos y dinásticos durante el pontificado de León XIII, un papa liberal a ojos de aquellos disidentes integristas españoles (y no sólo ellos)
Obvio es no obstante -de lo que conozco de la trayectoria de Miguel Ayuso- que a alguien tan escrupulosamente obediente y escrupuloso -hasta la obsecuencia (él como tantos otros)- en el respeto a la autoridad de la Iglesia española y de las instancias vaticanas le cuadra mal esa calificación de integrista que el vulgo en España y fuera de ella -en su significado o atribución referida al catolicismo- tiene tendencia mas bien a asociar con el movimiento de Monseñor Lefebvre y sus descendientes y herederos ideológicos y espirituales. La ruptura de Monseñor Lefebvre con el Vaticano -que viví de cerca- creó hasta hoy brechas infranqueables en el seno del catolicismo español de sensibilidad tradicionalista o "integrista" -y no digamos fuera de España- entre los que se podrían encuadrar en su casi totalidad a lo que se podía llamar carlismo de derechas -el representado por Don Sixto- frente al carlismo de izquierdas (filo/etarra) que encarnó la figura de su hermano (mayor) Carlos Hugo. Hasta ahí -y toco madera- creo que no me pierdo en los laberintos del carlismo hispánico.
Especie de biblia de bolsillo -que también lo fue un poco para mí- de los amigos (españoles) de la Ciudad Católica y de la revista Verbo (y la editorial Speyro) Ese fue el medio donde se fraguó mi decisión de irme al seminario de Ecône, y donde años más tarde llegaría a desempeñar un protagonismo del primer orden Miguel AyusoY Miguel Ayuso fue de los que sin duda decidieron -él y los suyos- optar por la obediencia huyendo como de la peste, él como otros de problemas canónicos cualesquiera (que en España además no son nunca canónicos a secas) (...), porque como decía un periodista flamenco -liberal- ya fallecido en una carta abierta que dirigió los primeros tiempos de mi estancia en Bélgica a los católicos flamencos de la tendencia más protestataria y díscola en relación con su jerarquía eclesiástica - a la que no dejaban no obstante de seguir estando sumisos (en teoría)-, "fuera hace frío" Hace un frío de c.... como decía Umbral que hacía en Valladolid, en una de sus novelas, eso se lo puedo asegurar a Miguel Ayuso.
Por propia experiencia de haber seguido hasta las últimas consecuencias la vía difícil ("de los elegidos") -del sacerdocio a la manera tradicional en la que me pusieron -como quien pone a otro en el disparadero- animándome a que me fuera al seminario de Ecône, amigos y protectores (y padrinos) de Miguel Ayuso, y que se rasgaron las vestiduras y se distanciaron de mí bastante antes de mi gesto de Fátima, desde el momento que empezaron a amontonarse las nubes negras sobre el seminario de Ecône, en los albores (un decir) del proceso de ruptura con el Vaticano que me pilló estando yo allí (no hacia ni un año apenas)
Y hacía frío ya entonces y lo haría mucho mas todavía -como Miguel Ayuso se podrá fácilmente imaginar- cuando salí de la cárcel portuguesa, puertas cerradas por todas partes para mí, -salvo honrosas excepciones- hasta el punto que acabé decidiéndome (hasta hoy) por la expatriación, por buscar fortuna o simplemente el poder respirar, en otros cielos y otras tierras. Y estoy metido ahora en fregados judiciales (por injurias a mi persona) -de los que daré pronto noticias a mis lectores- y es de la denuncia que presenté por culpa del insulto (de "travestido") que se me dirigió en los foros falangistas de "Azul Mahón" (hoy desaparecidos) -ligados al partido FE-La Falange- ahora va hacer un año.
Obvio es que la intencionalidad calumniosa e infamante del autor del insulto -ahora ya plenamente identificado- se refería a mi pasado sacerdotal y a la circunstancia de haber vestido la sotana, esa que Miguel Ayuso parece tanto venerar y defender (desde fuera) Y es que cuando pienso en Miguel Ayuso y en sus amigos y correligionarios, tan celosos defensores del sacerdocio (y de la sotana) tradicional -y que se me perdone si generalizo en exceso- y en lo que puedan pensar de mí -que me conocieron bien-, de mi trayectoria y de mi gesto de Fátima, me viene fatalmente la mente la oración del fariseo de la biblia (canónica)
Soy yo, sí. De sotana hasta los pies y fajín (negro) y alzacuellos blanco por todas partes, a la luz del día, en mi barrio en mi medio familiar y de origen donde todos me conocían y por supuesto en los medios periodísticos (bien antes de mi gesto de Fátima) Un marciano en la España de la transición (de mediados de los setenta) (...) ¿Disfraz el mío entonces o lo es ahora el ir vestido de seglar (desde ya hace treinta años)? La palabra a los tribunales como ya dije"Te doy las gracias señor de no haberme dado la vocación (clerical) como a esos otros pobres ingenuos (o infelices, carne de cañón y ovejas para el matadero)" (...) ¿Me disfracé acaso vistiendo la sotana, a los ojos de Miguel Ayuso y sus correligionario? ¿Me disfrazo, si no, ahora de seglar -a sus ojos- sin dejar de seguir siendo un cura/arrepentido (o renegado), in saecula saeculorum? Me gustaría saber -su opinión de viva voz, porque lo que sí sé es que no sabría dármela en su nombre Juan Manuel De Prada, que parece venerarle -a tenor de su articulo- como un santo o un icono en vida o poco menos (un "regalo del cielo", escribe de él en su artículo del pasado sábado)
Si me disfracé fue desde luego a los ojos de todo el mundo, a la luz del día, a la salida de la iglesia de Santa Rita los domingos al mediodía, las aceras llenas a abarrotar y un slencio a fuer de espeso, comestible el que viéndomde pasar se respiraba-, en el barrio de mis padres, en Madrid (zona de Cea Bermúdez), o en Siguenza como lo puede testimoniar Miguel Ayuso en persona que coincidió conmigo en aquellos veranos (mediados de los setenta), a donde yo iba a pasar las vacaciones estando yo ya en el seminario de Ecône en sotana rigurosa (hasta los pies, y fajín negro, y alzacuello blanco) (...)
Un marciano o poco menos -me lo reconocerá Miguel Ayuso sin pena- en la España de entonces ya en plena transición y en el medio social y familiar que era el mío (próximo al suyo lo reconozca o no lo reconozca) y más aún si cabe en aquellos ambientes veraniegos donde todos nos conocíamos. Por todo eso y mucho más me habré sentido en el derecho -y deber- de levantar la voz ante el anuncio de su (posible) ascenso a coronel, y es mayormente por los motivos que expuse en mi anterior artículo, en particular la ambigûedad ante la situación en Cataluña que parece ser -hasta prueba de lo contrario- la del carlismo, ni un paso más adelante ni más atrás -así lo proclamaron siempre para distinguirse de los integristas- del papa...y de los obispos, en religión como en política, o por lo menos en política religiosa, lo que en Cataluña hoy por hoy plantea serios problemas a todo español que se precie, y lo que en teología tradicional -con la que parece tan familiarizado Miguel Ayuso- se definecomo motivos (suficientes) de objeción de conciencia...y de desobediencia.
Y pongo por testigo de la sinceridad y ausencia en lo más mínimo de doblez en estas líneas a mi difunto padre al que mucho lloré y con el que no llegué a reconciliarme por problemas de conciencia. Por culpa del papa de Roma