La clase obrera francesa -lo dije y lo expliqué repetidamente aquí- escarmentó en cabeza ajena con la guerra civil española. Pero su clase politica (y mediática) de izquierdas, se diría que no se entera. Botón fehaciente de muestra de lo que digo lo es el logotipo del nuevo Frente Popular. Cualquier parecido con la realidad, desde un punto de vista pura coincidencia. Pero el fantasma guerra civilista -marca España/tricolor-, ahí está, ahí está, siempre presto a levantar la cabeza
En Francia, doy fe, no hay clima ni peligro de guerra civil., pese a los avisos agoreros y gritos de alarma de Emmanuel MACRON. A lo sumo, un talante agresivo, beligerante en contra de la extrema/derecha de un sector -la izquierda- de su clase política, pero no hay ese clima fratricida, irreconciliable que se respira (hoy como ayer) entre españoles -perceptible, por ejemplo, a través de las redes sociales- de una guerra (híbrida) de memorias ardiendo a todo arder y a riesgo de prender en el conjunto del cuerpo social, mutatis mutandis como en el 36. Me equivoco? Qué más querría yo, pero mucho me temo que no. Y es ante esa irrupción espectral en Internet, de una versión/fotográfica inédita hasta hoy de una memoria -selectiva, de vencidos- de los primeros años de la posguerra, fenómeno alarmante en extremo -como la amenaza de explosión nuclear ( y no exagero) de una bomba de efecto retardado- y meritorio en cuanto tal de un análisis urgente, de lo que pueda esconder en su seno, de síntoma, de foco de incubación de una nueva conmoción social -un tsunami esta vez de verdad- como la que estuvo a punto de consumarse con la indignación callejera del 15-M que no llegó a serlo al final de pura casualidad (…)
En Francia en cambio, como digo, las cosas se anuncian de distinta forma. Pero las cañas pueden tornarse lanzas más pronto de lo que se piensa. Como así lo hacen presagiar las grandes maniobras de recomposición (sic) a las que asistimos en esta segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas. Con esa estrategia anti-Rassemblement National diseñándose a toda prisa al día siguiente de la primera vuelta, que habra cristalizado en una serie de desistimientos masivos -más de la mayoría presidencial de centro e favor del frente popular de izquierdas, que a la inversa-, en un eco fiel de una consigna ampliamente repercutida en los medios, la de alzar una barrera de obstáculos -faire barrage- en la inminencia de la llegada al poder de la extrema derecha. Lo que habrá desatado un debate en los medios que no me esperaba, sinceramente lo confieso. Y es de los que cuestionan la legitimidad democrática (sic) de esa estrategia -de barrera de contención- y a la vez, de ese designio manifiesto de hacer mentir o de de desmentir la voluntad claramente expresada en las urnas en favor del Rassemblement National, en lugar de ofrecer al electorado la más mínima nueva propuesta en sus programas, de la naturaleza que sean.
Lo que parece contrariar (continúa el análisis de algunos) el sexto/sentido democrático de la generalidad de los votantes -nacidos y crecidos bajo un régimen democrático- que les llevaría a una libre opción (sic) de posturas y programas y no a un rechazo (sic) o repudio en bloque, tal como el que les están proponiendo en contra del Rassemblement National los partidos de izquierda en esta segunda vuelta. Hasta el punto que alguno de sus voceros no duda en hablar de referéndum (sic) anti RN, o sea contra la voluntad claramente expresada en las urnas en la primera vuelta. Si el « nefasto Rousseau » levantara la cabeza!
Y del desconcierto y desasosiego de la opinión dan idea las voces que empiezan a oírse por primera vez en los medios, como si empezarán a desatarse las lenguas. Y es esa objeción de vuelta una y otra vez en los labios de uno de los presentadores estrella de la televisión francesa ante los habituales reproches y dícterios —de fascismo o de réductio ad Hitlerum- que parece reflejar el hartazgo de la opinión ante ese tipo de argumentos reductores de vuelta una y otra vez en las intervenciones de los candidatos de izquierda. Sorprendido o escandalizado aquél ante el escepticismo de algunos que se atreven a poner en duda la credibilidad del cambio o de la muda (si) -políticamente/correcta- del partido de Marine Le PEN. Como si la muerte/del/padre o su escenificación tan lograda (lo mismo me da que me da lo mismo) no les pareciese suficiente. Lo que daba claramente entender en su intervención de ayer Dominique STRAUSS-KAHN estrella ascendente hace años de la izquierda francesa -del lado del (hoy casi difunto) Partido Socialista- y reapareciendo ahora tras una larga travesía del desierto después de haberse visto envuelto -hace ya trece años (…)- en un escándalo (sexual) de página de sucesos.
Dando una y otra vez (como no!) lecciones de memoria histórica a cuenta de los orígenes del Rassemblement National y mucho más sintomático y cargado de significación, ataques a penas velados a una figura fuera de toda sospecha en el combate contra el anti-semitismo. Y lo es Serge Klarsfeld del que ya me habré ocupado aquí, judío sin tacha (ni reproche) que agradecía públicamente a los bravos franceses (sic) que protegieron judíos y evitaron en Francia un genocidio anti -semita, y al que el referido capitoste izquierdista (y socialista) venía en cambio a acusar poco menos de ser un traidor, de contradecir con esas declaraciones sus luchas y combates de la víspera y su pasada trayectoria. Vivir para ver fantasmas míos! Llena de moralejas y de divinas/sorpresas la campaña de las elecciones en Francia (segunda vuelta)
Escándalo -bajo acusaciones de agresion sexual- en el que se vio envuelto (hace trece años) Dominique Strauss-Kahn estrella ascendente en la política francesa entonces, y ex-presidente del FMI lo que le costó la prisión -en Nueva York-, su presidencia y la candidatura -favorita según todos los sondeos- en las elecciones francesas. De vuelta hoy en superviviente (« revenant ») al primer plano de la política francesa, con un chivo expiatorio de predilección en sus declaraciones a la cadena LCI-TF1, a saber, el destacado militante del combate anti-semita, Serge Klarsfeld, judío sin tacha ni reproche y abierto a una postura lato sensu revisionista, de intención reconciliadora, al que aquel acusa de traidor, y de renegado de las posturas de su anterior trayectoria. Vivir para ver fantasmas míos (« chers ombres! »)
1 comentario:
Con el frente popular....¿Volverán las checas y los paseos?
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