Berlín, dos de mayo del 45. Instantánea en la que las tropas soviéticas cuelgan la bandera roja del edificio en ruinas de la Cancillería. Una memoria particularmente viva en Pablo Iglesias y en sus adeptos y partidarios. Como lo probó en su primer discurso –que solo supo acabar a gritos- en el Parlamento Europeo ahora hace un año en el que reivindicó la memoria anti-fascista (sic) de los pueblos de Europa. En ese contexto –y en el de un sinfín de otras posturas y declaraciones suyas y de los suyos- cabe situar su desmarcaje en curso de sus antiguos amigos y compañeros de viaje de Izquierda Unida. Pablo Iglesias revindica ahora –como la Falange en su tiempo- el eslogan “ni de izquierda ni derechas”, pero no engaña más que a los que quieren dejarse engañar por él. Aviso a los incautos. Su posmarxismo –como sucede por regla general- es más marxista que el de los marxistas. Un religión de lucha de clases (como aquí ya lo expliqué) en nombre del pueblo contra el poder (capitalista) -y contra el ejército espanol por supuesto, victorioso en sus tiempo de una guerra (sic) contra el pueblo- de unas clases y unos barrios (de clase) contra otros, irrenunciablemente anti-fascista y republicana aunque a esto último le ponga ahora sordina en espera de tiempos mejores, como hicieron los del PSOE durante décadas en materia de memoria históricaTodo el mundo pendiente de Grecia, con el telón de fondo –a España me refiero- de la amenaza de Podemos, los amigos y aliados españoles de Syriza. Me he leído detenidamente la entrevista de Pablo Iglesias en la edición de hoy del País que suena a propósito de enmienda en relación con sus amigos y enemigo de Izquierda Unida de las que se viene claramente distanciándose el líder de Podemos o queriendo distanciarse que me diga, sin conseguirlo que a fe mía que está persiguiendo algo imposible, como el probar la cuadratura del círculo, y si dudas cabían las disipa todas la entrevista de hoy en la que el líder de la coleta trata visiblemente –un poco a la desesperada- de dar una explicación mínimamente satisfactoria a las gentes de izquierda y en particular a la extrema izquierda (comunista o filo comunista) -pidiendo perdón incluso a la direccion de izquierda Unida-, con pocas posibilidades de conseguirlo ya digo.
Lo de ni izquierdas ni derechas, a saber la asimetría (perfecta) entre izquierdas y derechas es hoy por hoy sin duda una perfecta utopía como lo fue en los años treinta (y periodo de entreguerras) que los fascismos o nazi fascismos –a los que se debe la fórmula- no consiguieron ver realizada y mucho menos en España donde la fórmula fue el leitmotiv primordial de la actuación de la Falange y que como lo acaba de recordar un lúcido artículo en la prensa de internet (en un medio azul) no consiguió cumplirlo del todo, y era el superar o rebasar esa asimetría –escorada a la derecha- que fue su sino desde su fundación hasta el estallido mismo de la guerra civil española.
Y algo análogo parece ocurrirle ahora al líder de Podemos en sus propósitos (sin duda loables) de equidistancia entre la izquierda y la derecha (españolas) Iglesias asume –y eso en cierto modo se diría que le honra si no formara parte de su propio capital político en la España actual surgida de la Transición (y del final de la Segunda Guerra Mundial en el 45)- sus raíces familiares de izquierdas (y guerra civilistas), pretendiendo así superarlas en apariencia ¿Se habrá acaso leído -o sentido de una manera u otra aludido por él- mi libro reciente que le dedico en particular, a él y a su movimiento? No creo en las meigas pero hay las.
Manifestación de Amanecer Dorado, hace años. A la izquierda en la foto (en mangas de camisa) el líder del movimiento, Michaloiakos. Amanecer Dorado se posicionó contra los recortes en Grecia lo que les hizo despegar en la política griega y les acerca ahora (aparentemente) del partido en el poder, Syriza de la izquierda radical con los que habrán votado a favor del referéndum y con los que no dejaron nunca no obstante de protagonizar enfrentamientos en la calle. El tema de los recortes es discutible sin duda –aunque aquí ya todos aquí conocen mi posición (a favor)-, en España y más aún en Grecia de la que sabemos tan poco en el fondo los españoles. No hay que olvidar no obstante que Grecia arrastra un guerra civil interminable mutatis mutandis análoga a la que arrastraos los espanoles y por eso se puede decir que el foso de memorias es insalvable entre Syriza y Amanecer Dorado -un partido nota bene que erigió la Memoria en su leit motiv supremo- como lo es en España el que separa a los de Podemos de los herederos de la memoria de lo vencedores del Primero de Abril entre los que me encuentro. Piensen lo que piensen algunos incautosEn su entrevista de hoy Pablo Iglesias evoca la geografía (sic) que separa los campos políticos entre izquierda y derecha (en España) Y en los artículos que habré dedicado en este blog a las elecciones del pasado día veinticuatro de mayo y a su desenlace no dejé de subrayar esa frontera o línea divisoria de geografía urbana –entre la candidatura de la derecha (la que hay) y la otra marca Podemos para el ayuntamiento de Madrid, grosso modo entre un Madrid Norte y un Madrid Sur- que las elecciones habrán puesto de manifiesto. Lo que viene a confirmar el diagnóstico de lucha de clases a nivel de geografía urbana –de barrios altos contra barrios bajo (y del extrarradio)- que ya analicé y denuncié en mi libro “Guerra del 36 e Indignación Callejera”.
Como si Pablo Iglesias se lo hubiera leído, ya digo, mi libro lo mismo que las páginas de este blog y en articular algunos de sus artículos. En mayo del 68 también se revindicaba una superación de la línea divisoria entre izquierdas y derechas con la guerra fría aun en curso –tal y como se demostraría apenas unas semanas más tarde con la invasión de Checoeslovaquia por las tropas del pacto de Varsovia (21 de agosto de 1968) Igual que mutatis mutandis pretendían los padres conciliares (por definición apolíticos) en el concilio vaticano segundo.
Y en los años que siguieron al concilio correría un chascarrillo entre italianos del que se hacían eco algunos durante mis años del seminario de Ecône y era que el mayor milagro del papa Juan (XXIII) –el papa que convocó el concilio para entonces ya fallecido- lo eran los votos católicos a espuertas que iban a engrosar a cada elección las arcas electorales de los partidos de izquierda y en particular del partido comunista, Con el mayo del 68 y la resaca que le sucedió vendría a darse en Francia une fenómeno un tanto parecido que se traduciría apenas una década más tarde en el triunfo electoral del Programa Común, una formación de frente popular encabezado por François Mitterrand del que formaban parte godas las formaciones de izquierda incluido el partido comunista.
Se me dirá que el telón de acero ya desapareció. De acuerdo, no es óbice que el papel desestabilizador de amenaza (a la civilización) que desempeñó entonces el comunismo soviético lo viene a cumplir hoy (a rajatabla) el islamismo rampante con el que indignados de toda laya se las tienen de lo más callados y modositos como si un lazo de filiación ideológica o histórica les ligase recíprocamente, lo que apunta innegablemente a la genealogía de las primaveras árabes en la que islamistas y real/demócratas indignados fueron de la mano (hasta un cierto punto y cierto momento)
La guerra civil española del 36 sigue no obstante su curso, como o denuncié y traé de demostrarlo en mi último libro. Y en ese contexto cabe situar lo que la prensa de hoy llama el aznarazo –en una alusión (insidiosa) a lo que se llamó el gironazo en el tardo franquismo- que nos ayuda a situar en su justa medida y a interpretarla y descifrarla lo más exactamente posible la entrevista de Pablo iglesias, y a calibrar los retos y desafíos subyacentes en la misma.
En unas decaraciones de hoy al dirio ABC -en las que habrá ratificado su discurso en una reciente reunión de su partido en presencia de María Dolores Cospedal (un peso pesado del mismo) y del francés Sarkozy - José María Aznar se habrá dirigido inequívocamente a ese sector del electorado tradicional del PP que como ocurrió mutatis mutandis a seguir a los atentados del 11 de marzo habrá hecho posible el triunfo electoral -pos electoral que me diga- de las candidaturas de marca Podemos en algunas de las más grandes capitales españolas. Y lo habrá hecho evocando el argumento preferido de aquellos, a saber el voto cautivo, el del mal menor. De los que decidieron de una vez por todas abstener de votar mal menor, optando así por el mal mayor, en resumidas cuentas.
Ahora con el tema del aborto –y otros asimilables- como entonces lo hicieron por cuenta de la guerra en el Irak con el común denominador entonces como ahora de análoga coartada pontifica, la del papa polaco engonces y la del papa argentino ahora. Aquel, por su actitud oportunista y demagógica en contra de la intervención aliada contra de Saddam Husein, y este, por su recientes tomas de posición en su reciente encíclica donde trata de compaginar una postura intransigente en defensa de la vida con formulaciones y reivindicaciones en temas de política que vienen sorprendentemente a hacer suyos los postulados más emblemáticos de lo de Podemos a los que a todas luces se les da una higa del tema del aborto (interrupción del embarazo) y otras monsergas pontificias.
La larga perorata de José María Aznar deja no obstante una estela de interrogantes que no habrá dejado de explotar los comentarios en la red, en particular la cuestión de saber si los electores del PP deben seguir votando por ese partido –a que pertenece José María Aznar- o abstenerse en la encrucijada electoral del próximo mes de noviembre. En otros términos, si es preferible que dejen paso a una experiencia de izquierda radical (marca Podemos) YComo en Grecia. a fuer ser honesto hay que reconocer que José María Aznar da en su intervención la callada por respuesta.
Y es ahí por donde me parece ver una sintonía por débil que sea entre el aznarazo y el distanciamiento (táctico y estratégico) que está operando en los medios de unos días a esta parte Pablo Iglesias en relación con la izquierda (sic) y en particular con Izquierda Unida a los que no quiere ver en pintura al lado suyo en la carrera electoral.
Una respuesta crucial –la que evita dar ahora José María Aznar- a una cuestión que no lo es menos, como lo ilustra el caso de Grecia las horas que corren. La convocatoria del referéndum habrá sido votado en el parlamento griego con los votos de Syriza, los nacionalistas, socios de aquellos en el actual gobierno, y Amanecer Dorado. La madre del cordero, la incógnita de Amanecer Dorado en la actual coyuntura griega, tan cargada de dramatismo.
La cúpula de Amanecer Dorado se vio inculpada bajo el gobierno anterior de Nueva Democracia aunque sin duda con el beneplácito del conjunto de la clase política (y en particular de Syriza), sus enemigos íntimos a nivel de la calle. Su ascenso en al política griega por otra parte se lo debieron a la crisis financiera –mayormente por el lastre de la deuda- en la que se vio sumida Grecia aún en tiempos del PASOK, y se mostraron siempre –de lo que sé- adversarios de una política de recortes. Vuelvo a repetir no obstante que España no es Grecia y que cualquier extrapolación de la situación griega a la española debe serlo bajo la mayor reserva.
Por otra parte tampoco cabe deducir del apoyo al referéndum que Amanecer Dorado sean partidarios del no en la consulta que se avecina, más bien cabe suponer lo contrario en la medida que una derrota del No en el referéndum y un Sí a la UE –y al euro (y a la troika)- sellaría (en principio) la suerte del actual gobierno de Syriza.
Pero entre bizantinos las cosas no son nunca tan simples como las imaginamos los occidentales. Como sea, los griegos –aunque en menor medida- arrastran el mismo problema de guerra civil interminable que arrastramos los españoles y que Syriza reenciende fatalmente allí como lo hacen en España los de Podemos. Que nadie se engañe en el tema
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