miércoles, enero 18, 2017
JALIFA HAFTAR AMIGO DE LOS RUSOS EN LIBIA
La caída del régimen del coronel Gadafi en Libia dejaría tras suya a todo un país presa del caos y de la anarquía y de la violencia tribal e ideológica. Un país bisagra entre el Magreb y lo que en lengua árabe se denomina -a modo de contraposición- el Machrek (a saber, el Levante y el Poniente en el mundo árabe musulmán) de una pelea de negros en un túnel (sic) hablaba -en un lenguaje poco “correcto” (políticamente hablando)- Monseñor Lefebvre (a menudo) para describir situaciones de desorden, de desconcierto o anarquía, él que conocía el Africa negra de cerca -en lo que fue el África occidental francesa en sus zonas pues lindando con el Magreb, del Senegal y de Mauritania.
Y el caso libio en la era post-Gadafi superaría sin duda con creces aquella imagen tan cara al arzobispo francés. Por culpa sin duda de otras imágenes mucho mas tangibles -y de una crueldad extrema (Erschrikkend Bild)- que fueron las que se difundieron mundo a través, en directo, por cuenta de la muerte (atroz) de Gadafi a manos de sus captores. El país del suplicio/islamista (cruel e inhumano) retransmitido en directo a las cuatro esquinas del planeta -como nunca antes en Historia de la humanidad- ¿en vías acaso de superar un pasado reciente tan espeluznante? Ciertos indicios asi llevan a hacérnoslo pensar.
Como la visita en las últimas horas al portaaviones “Almirante Kuznetsov”, buque insignia de la Flota rusa, en aguas libias frente al puerto de Tobruk -como lo noticia el diario francés Le Figaro en su edición de hoy- recibido con todos los honores, del mariscal libio Jalifa Haftar, figura emergente del caos en su país, desde su bastión del Este libio, con Bengasi y Tobruk de principales plazas fuertes , que le permite desafiar al gobierno “legal” y a los grupos islamistas (más o menos radicales) que se disputan -bajo la tapadera de aquél- el poder en Trípoli y na zona oeste del país, desde Misrata en particular donde surgió uno de los principales focos de resistencia contra el régimen anterior y de donde provenían los verdugos del coronel Gadafi.
Jalifa Haftar formó parte junto con Moammar Gadafi del grupo de oficiales libios -de ideología nasseriana- que derrocaron al rey Idris (1969), y tras la derrota en el Chad en donde dirigió las tropas libias, entró en desgracia y acabo exiliándose en los Estados Unidos, volviendo para participar en al guerra civil -del lado de las fuerzas de intervención de la OTAN- y en en el 2004 se insurgiría contra los islamistas encaramados al poder en Trípoli, “contra el caos, el terror y el crimen” La oficialización de su alianza militar con Rusia es una mala noticia pues para las potencias occidentales que lideraron la campaña contra el régimen de Gadafi.
Una muerte que al final esta resultando pesada por demás a aquellas, y que se ha cobrado ya no pocas victimas (políticas) de los que dirigieron l operación aliada en aquel país. Sarkoy, Cameron e Hillary Clinton -e incluso Barak Obama- entre ellas
Y el caso libio en la era post-Gadafi superaría sin duda con creces aquella imagen tan cara al arzobispo francés. Por culpa sin duda de otras imágenes mucho mas tangibles -y de una crueldad extrema (Erschrikkend Bild)- que fueron las que se difundieron mundo a través, en directo, por cuenta de la muerte (atroz) de Gadafi a manos de sus captores. El país del suplicio/islamista (cruel e inhumano) retransmitido en directo a las cuatro esquinas del planeta -como nunca antes en Historia de la humanidad- ¿en vías acaso de superar un pasado reciente tan espeluznante? Ciertos indicios asi llevan a hacérnoslo pensar.
Como la visita en las últimas horas al portaaviones “Almirante Kuznetsov”, buque insignia de la Flota rusa, en aguas libias frente al puerto de Tobruk -como lo noticia el diario francés Le Figaro en su edición de hoy- recibido con todos los honores, del mariscal libio Jalifa Haftar, figura emergente del caos en su país, desde su bastión del Este libio, con Bengasi y Tobruk de principales plazas fuertes , que le permite desafiar al gobierno “legal” y a los grupos islamistas (más o menos radicales) que se disputan -bajo la tapadera de aquél- el poder en Trípoli y na zona oeste del país, desde Misrata en particular donde surgió uno de los principales focos de resistencia contra el régimen anterior y de donde provenían los verdugos del coronel Gadafi.
Jalifa Haftar formó parte junto con Moammar Gadafi del grupo de oficiales libios -de ideología nasseriana- que derrocaron al rey Idris (1969), y tras la derrota en el Chad en donde dirigió las tropas libias, entró en desgracia y acabo exiliándose en los Estados Unidos, volviendo para participar en al guerra civil -del lado de las fuerzas de intervención de la OTAN- y en en el 2004 se insurgiría contra los islamistas encaramados al poder en Trípoli, “contra el caos, el terror y el crimen” La oficialización de su alianza militar con Rusia es una mala noticia pues para las potencias occidentales que lideraron la campaña contra el régimen de Gadafi.
Una muerte que al final esta resultando pesada por demás a aquellas, y que se ha cobrado ya no pocas victimas (políticas) de los que dirigieron l operación aliada en aquel país. Sarkoy, Cameron e Hillary Clinton -e incluso Barak Obama- entre ellas
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