Hafez el-Assad, padre del actual gobernante sirio Bachar el-Assad es -pese a la leyenda negra que arrastra- una de la figuras más relevantes del siglo XX en su segunda mitad, como lo fueron Franco y Perón y Fidel Castro y Nasser, y como lo fue el general De Gaulle, todos ellos jefes de estado y personalidades de gran envergadura y de la mayor talla internacional con sus luces y sus sombras y sus balances positivos o negativos (en la óptica o al gusto de cada uno) Un genio de la Realpolitiek, el anterior mandatario sirio, se estuviera o no de acuerdo con su alineamiento (pragmático) - que no compaginaría menos con la represión anticomunista (feroz) de puertas adentro- en la esfera de la Union Soviética. "Bismarck del Oriente Medio", así le elogió (fuera de toda sospecha) el secretario de Estado de Richard Nixon, Harry Kissinger. Y también le rendiría honores análogos el presidente francés Jacques Chirac. Y es un hecho innegable como sea que Siria en tiempos de Hafez-el-Assad mantuvo buenas relaciones con España que se proseguirían con su hijo como lo ilustran la visita de éste a nuestro país, el primero fuera del mundo árabe que visitó tras su nombramiento de jefe de estado (1980) y la visita de José María Aznar a aquel país (2003) Hasta que estallaron las primaveras árabes, y España marcó (dócilmente) el paso detrás de la Casa Blanca y otra potencias occidentales, en menoscabo de nuestros intereses en aquella región. Y a partir de entonces, los medios españoles arrojarían (unánimes) descrédito a espuertas sobre la dinastía Assad y en general sobre los regímenes de corte nasseriano o de socialismo árabe. Defensores nota bene de un laicismo versión oriental que se reviste de sorprendente actualidad ideológica en los tiempos que corren, y al hilo de las últimas noticias de la guerra en Siria (y de la batalla de Alepo)El laicismo es un postura que postula la separación entre la esfera de lo religioso y de lo político, entre la Iglesia y el Estado. En la historia del pensamiento occidental se le asocia inevitablemente con la Revolución Francesa y el principio de laicidad (laicité) que esta instauraría. Como postulado ideológico abstracto no obstante puede verse perfectamente desligado de esa genealogía histórica. Tal y como lo prueba e ilustra el fenómeno de los nacionalismos árabes y los regímenes que vendrían a inspirar, de corte “nasseriano” (o de socialismo árabe) Y en la genealogía de esta corriente ideológica de innegable protagonismo e influencia den el siglo XX, cabe señalar la importancia de Siria, donde nació el partido BAAS que se perpetuaría hasta hoy en el régimen que encarna Bachar el-Assad.
El principal ideólogo -y padre fundador- del BAAS lo fue un sirio, cristiano ortodoxo, que estuvo refugiado en Francia en los años de entreguerras y durante la Segunda Guerra Mundial. Michel Aflak (al que me refiero), sin duda por un reflejo de inferioridad debido a su confesión minoritaria en Siria, preconizó una presencia de la religión mayoritaria (islámica) en la vida pública, pero otras tendencias del BAAS negaban un papel cualquiera al factor religioso (léase confesional) en la vida política. Y de hecho durante la guerra del Líbano, fue de Siria de donde venían las criticas mas audibles al confesionalización (sic) de aquel conflicto que efectivamente por momentos -y no precisamente en sus orígenes- acabó revistiéndose de todos los visos de una guerra de religión, entre musulmanes y cristianos maronitas.
Y la actual guerra civil que desataron las primaveras árabes, se habrá visto mayormente planteada como una respuesta a-confesional al auge o a la crecida rampante del fundamentalismo islámico (de singo suní) Por más que se pueda objetar a ello la alianza iraní del régimen de Bachar que se remonta a los orígenes mismos de la revolución islámica en aquél país y que forma parte sin duda de esos enigmas del Oriente Próximo difíciles de captar o de un mero abordaje en mentes occidentales. Digamos que se puede explicar esa alianza de laicos sirios y fundamentalistas iraníes o libaneses como una respuesta al desafío islamista de signo suní patrocinado por la monarquía saudí (y otras monarquías del Golfo)
Y cómo no ver en ello también una fatalidad o una constante de la geopolítica que se remonta a las Cruzadas y a la alianza entre los cruzados y las confesiones minoritarias de la región, de signo chií -como la de los alauíes, confesión a la que pertenece Bachar- frente a la onfesiva de un islam de signo suní. Ese laicismo versión árabe lo viene desde luego a encarnar inmejorablemente la imagen -irreprochablemente occidental- que ofrecen tanto el presidente sirio como su esposa invariablemente ataviada a la occidental antes y después del estallido de la guerra civil siria.
Un superviviente Bachar el-Assad. Que habrá venido a poner en jaque la santa alianza de la democracia USA y el fundamentalismo islámico (de signo suní) mas fanático y agresivo y estrechamente asociado al fenómeno del terrorismo- A la que los medios de la prensa global ofrecían promesas de vida eterna, por cuenta de la religión democrática (léase de los derechos del hombre)
No hay comentarios:
Publicar un comentario