Vísperas de la toma de Badajoz (durante la guerra civil española) Una vista de la plaza de toros de la ciudad tras haber sufrido un bombardeo de los nacionales por albergar en su ruedo camiones y carros blindados. En uno de mis libros “Guerra del 36 e Indignación Callejera” escribí que la ejecución salvaje del coronel Gadafi, retransmitida en directo a las cuatro esquinas del planeta, hizo visible e imaginable las circunstancias que verosímilmente rodearon la muerte de José Antonio en Alicante. Y mutatis mutandis, el desenlace de la batalla de Alepo al que asistimos viene a traer al primer plano de los medios -y en la red- un clima de guerra civil y unas circunstancias bélicas comparables a las de la toma de Badajoz, y a la génésis de su leyenda negraLa Vanguardia y el resto de la prensa española tardarán todavía dos días -los dos días de retraso (y si llega) que llevan en su cobertura de los acontecimientos, sucediéndose a un ritmo vertiginoso in crescendo los últimos días- pero la batalla de Alepo llegó a su fin. Y a lo que asistimos en estos momentos es a la hora del ajuste de cuentas. Los medios occidentales apostaron unánimes por uno de los dos bandos -el perdedor- de la guerra en Siria, e incapaces de retractarse ni de cambiar sobre la marcha (cómo podrían hacerlo si no, detentadores de la verdad absoluta, léase de la causa sacrosanta de la democracia) se habrán optdo por la huída hacia adelante aferrándose a su apuesta hasta al final y ahora que la suerte está echada y que Alepo se encuentra ya completamente en poder de las tropas del régimen mientras escribo estas líneas, echan toda la carne en el asador de la guerra de propaganda.
Alepo y Badajoz. La segunda, repetición general o una parábola (oriental) al menos de la primera, madre de las batallas de la guerra civil siria. Un ataque frontal (en cada uno de los dos casos) a dos ciudades asediadas -el de Badajoz de un día sólo de duración, pero que no se vio menos cercada y rodeada- y una defensa cobarde (en ambos casos) a base de servirse de la población civil de rehenes y de escudos humanos. Y por otro lado, una guerra de propaganda que los vencedores en Badajoz acabaron perdiendo tras el desenlace de la Segunda Guerra Mundial y que arde en llamas y estraga a toda estragar en el caso de Alepo que nos ocupa.
Badajoz y su leyenda (negra) De rojos toreados y banderilleados (y rematados) -en presencia de altas damas de la sociedad, de curas (y monjas) y obispos aplaudiendo (y jaleando) a rabiar desde las gradas-, y de fusilamientos en masa -en el ruedo- de milicianos desarmados e indefensos, pobres obreros (con la señal indeleble, nota bene, del mosquetón en el hombro) Y la leyenda de Alepo a su vez -leyenda negra me refiero- esta naciendo las horas que corren. No hay más que echar un vistazo a la red, en varias lenguas, las últimas horas. De asesinatos indiscriminados (sic) de mujeres y niños en las calles e incluso quemado vivos (sic) dentro de sus casas. De ejecuciones al arma blanca (sic) de civiles indefensos. De limpieza y rastrillado casa por casa piso por piso en los últimos reductos de los rebeldes, en plan de llevarse todo y todos por delante, a la población civil como a los propios combatientes enemigos.
La guerra es la guerra, vaya dicho de entrada. Y los ajustes de cuentas son algo que fatalmente las acompaña. Ley de guerra lo que verosímilmente esta sucediendo en Alepo las horas que corren. Que sus protagonistas están sin duda viviendo como lo que viene a ser, punto critico y momento crucial y decisivo de la guerra civil que viene estragando y martirizando aquel país del Oriente Próximo desde hace cinco años. Guerra de internet la guerra civil siria y más si cabe la batalla de Alepo, como lo vengo recalcando en mi blog al hilo de los hitos principales de esta batalla tan cruenta una de las más larga y sangrienta sin duda de la posguerra mundial. Un nuevo Stalingrado -en versión global-, por lo decisivo al menos. Donde el comentario digital y los mensajes escuetos (género twitter) habrán venido a cobrar tamaño protagonismo. En proporción directa y también inversa al protagonismo de las armas.
Como se esta viendo por cuenta de Alepo las últimas horas. Un gimnasia declamatoria -que va desde el secretario general de la ONU, Ban-Ki-Moon (el que aplaudió y festejó la muerte del coronel Gadafi) hasta el último de los internautas reales o imaginarios, o ficticio/digitales como todo lleva a creer que lo sea la niña de Alepo que viene haciendo llorar o lloriquear semanas enteras a sus seguidores (como en los folletones radiofónicos de los tiempos de Franco) Pasando por la diplomacia francesa y su gobierno (socialista) Y los calificativos a cual más crudo y melodramático por supuesto, no faltan. Crímenes de guerra (sic), atrocidades (sic), masacre (sic), genocidio (sobreentendido de mujeres y niños)
El problema de la guerra de propaganda a la que asistimos por parte de la prensa global y por cuenta de la guerra en Siria en las últimas horas es que parecen haberse equivocado de época. Y es que nos encontramos -desde hace ya décadas- en plena revolución informática, y los comentarios digitales los vídeos sobre todo dan la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Aquellos por ejemplo que venimos presenciando tan elocuentes a fuer de mudos desde que comenzó la ofensiva final de las tropas de Assad, del éxodo masivo de la población civil huyendo en estampida a miles, y a decenas de miles-el sector este de Alepo en manos (hasta hace poco) de los rebeldes hacia el sector controlado por el régimen. Y a los que la prensa global se muestra incapaz de ofrecer mentís alguno, por mínimo que sea.
La muerte retransmitida en directo a las cuatro esquinas del planeta del coronel Gadafi -así lo escribí en mi libro “Guerra del 36 e Indignación Callejera”- hizo visibles e imaginables las circunstancias que verosímilmente rodearon la muerte de José Antonio en Alicante.
Y la batalla de Alepo viene ahora a traer al primer pano de los medios -y en la red- un clima (de guerra civil) y unas circunstancias (bélicas) comparables a las que acompañaron a la toma de Badajoz, y a la génesis de su leyenda negra, que aun colea (al compás de la guerra civil del 36 interminable)
Esperemos (por el bien del pueblo sirio) que la segunda muera al nacer -como así parece verse destinada- y no se eternice como le ocurriría a la leyenda (de los vencidos) de la guerra civil española
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