Una de las escenas de "Der Müll, die Stadt und der Tod" ("La Mugre, la Ciudad y la Muerte"), obra tardía del autor alemãn, Rainer Werner Fassbinder. "Los judios no son inocentes porque nos cargaron todas las culpas", una frase fugaz en el diálogo de la obra (teatral), de la boca del principal protagonista, que provocó una onda de protesta en la prensa de la RFA y un álgido debate a la vez a escala mundial de lo que España -en la que la pieza no se representó (al contrario que en Nueva York o en Tel-Aviv) - se mantuvo (brillantemente) ausente. Para variar? Botón de muestra inmejorable como sea, esa obra teatral genial y a la vez iconoclasta y el escándalo que desataria por una frase -en el marco histórico/político- de su guión apenas, y es de la (nueva) religion -judeo-cristiana- de la Culpa alemana y del Holocausto judío, que vino a suplantar a escala mundial en la masa de creyentes del catolicismo romano las viejas e inmemoriales creencias (como nuevos dogmas del Más/allá)
"La Mugre la Ciudad y la Muerte ("Der Müll, die Stadt, und der Tod"), un título o más bien una crónica (rabiosa) de actualidad para los que vivimos en grandes urbes -paradigmas como diría Baudelaire de "la modernidad"- que me viene a la mente a menudo sin pensar, despierto como dormido, por qué será? Por el desafío (magno) que ese titulo encierra en él y en las paginas de esa obra aún más? Sí, eso va a ser. Y sobre todo por una frase escueta, fugaz, de un aire ingenuo e inoçente, y por el escándalo mayúsculo y la tormenta de protestas que iba a generar. Los judios no son inocentes porque nos cargaron todas las culpas, se le escapa a uno de los protagonistas (en el papel de un proxeneta alemán) Y con razón (me refiero a la tormenta), y es por resumirse en ella de forma más sucinta que no cabe y condensada -y magistral- uno de los postulados mayores de la nueva/religion -nueva y vieja, ""nova et vaetera, de una (vieja) raíz judeo/cristiana (sic)- de la Culpa alemana y del Holocausto judío como ya lo tengo formulado en este blog: a la culpa o al pecado original, fuera de la Historia, intemporal, le sustituye una culpa/histórica, la de Alemania en la II Guerra Mundial, y el Holocausto/judío, al sacrificio redentor y propiciatorio, el del Cristo/Hijo de Dios: en vez de Él pues, el del pueblo/elegido, víctima escogida desde el inicio de los tiempos (in illo tempore) hasta el final y victima (inocente) del Mal (nazi) indecible e innombrable ("te alabamos señor")
Como una respuesta en tiro por elevacion a los integristas y a su teología del sacrificio (eucarístico) de la Misa que el Concilio vino a cuestionar. Como un enmendar la plana a la Revolución Francesa y a su programa de borrón y cuenta nueva, léase de una negación de la Historia, al menos de todo el periodo histórico anterior a la Revolucion. Y como viniendo a rubricar la separación o suspensión o puesta ("fenomenologica") entre paréntesis de la Historia por un lado, y del plano de la democracia y de los derechos del Hombre por el otro, en dos ámbitos distintos, que si llegan a tocarse tangencialmente no se llegan nunca a encontrar. La historia, espacio de libertad o sea. Y aquí ya todos van viendo a dónde quiero llegar. Lo que formularon y defendieron -desgraciadamente sin exito- la minoría tradicional (o tradicionalista) de los padres conciliares -en el Vaticano II (Monseñor Lefebvre a la cabeza)- en la discusión de la Declaracion "Nostra Aetate" -sobre "las religiones no cristianas", léase sobre los judíos-, a saber, que ese "pecado contra el Espiritu" (como el Concilio lo vino a formular) del antisemitismo (sic), no era más que una cuestión opinable (sic) cayendo así fatalmente en el dominio de lo discutible, léase de lo historico o historico-politico- conforme las tesis del magisterio (tradicional), hasta que el cardenal Montini/Pablo VI -de madre judia-, vino a zanjar (de un plumazo o de un golpe de báculo) el debate en el sentido que ya todos sabemos tras su nombramiento papal.
Y en lo que nos lleva a un debate teológico del más alto nivel y de la mayor antigüedad, de la teología de Joaquin de Flore (1135-1202) -que aqui ya evoqué, y que en el periodo de entre guerras e incluso durante la guerra recobró la mayor actualidad-, léase de su doctrina de salvacion en la Historia o a partir de la Historia y no "en el Más Allá" (....) Lo que me trae a la mente también aquellas palabras enigmáticas del profesor Robert Joly -de la ULB (fuera de toda sospecha pues)- que "los integristas erraban en el plano de los derechos del Hombre pero tenían razon en el de la Historia" como en un guiño (asi lo sentía yo) dirigiéndose (especialmente) a mí. Y qué es lo que con aquella frase errática, tan enigmática y tan insistente el profesor racionalista -y socialista (a la belga) y libre-pensador quería decir?
Y no es que quiera -Dios me libre!- endosarle la etiqueta -de "antisemitismo de izquierdas"- de la que viene a ser cuestión aquí. Digamos que el sabio (y viejo) profesor procedía con (suma) cautela y nos dejaba (cuidadosamente) a sus alumnos el cuidado de sacar las conclusiones de aquellas premisas que él no cesaba de repetir, a saber que la Historia no es un asunto fuera de discusión, ni fuera de la Historia o sea, ni cayendo fatalmente bajo la égida del pensamiento/único, léase de ese cuento de buenos y malos como un sucedáneo ("ersatz" en aleman) de una Verdad/oficial -teológica, o sea-, sobre la II Guerra Mundial, y que quedaría (en esa perspectiva histórica) en lo sucesivo fuera de lugar. Y es lo que la pieza teatral que evocamos más arriba vino gracias al genio (iconoclasta) de su autor a probarnos y a ilustrar.
Como en la prueba por el nueve, y es de la tesis o de las tesis de aquella pieza, tal como de la personalidad emblematica a fuer de (escandalosamente) inconformista de su autor, nacido a los pocos dias de la capitulación alemana en la II Guerra Mundial, de una familia de clase media o pequeño/burguesa particularmente indefensa, léase victima de una indefensión (sic) alemana, resultante de la Segunda Guerra Mundial, como lo ilustran además sus primeros años de estudio en una escuela Steiner -de las que aquí en Bélgica no habré dejado de oir hablar-, que me pillan de lo más cerca en el plano personal. Como uno de los muchos refugios, de los hijos (pródigos) de aquella derrota, que en los circuitos de reinserción social y profesional que transité en mis largos años de exptriación me fue dado el encontrar (por qué será?)
Lo dicho, Fassbinder y con él, "el antisemitismo de izquierdas" (*), que tan emblemáticamente él representa, hijos de la derrota(alemana) en la II Guerra Mundial, y un fenomeno historico (aquél), de la Historia contemporanea como tal, y que como tal se debe tratar. EN LIBERTAD
Rainer Werner Fassbinder (30 mayo 1945-10 de junio 1982), célebre cineasta y autor teatral alemán, de extrema izquierda, próximo -y propagandista incluso- del grupo terrorista Fracción del Ejército Rojo -Rote Armee Fraktion (RAF)-, o Banda Baader-Meinhof (1968-1998)-, de un fin trágico, muerto aún joven (presumiblemente por suicidio y consumo de drogas) Tuvo un eco innegable (doy fe de ello) en sectores inconformistas de la juventud española los años de la Transición (y de la "movida madrileña), aunque pemanecería inédita y desconocida entre españoles gran parte de su obra. Y es prototipo por su pieza tardía -e inédita en España- "Der Mull, die Stadt und der Tod" ("La Mugre, la Ciudad y la Muerte"), de un "antisemitismo de izquierdas", gran enigma en la Historia de las ideas del mundo de la posguerra. Nacido tras la capitulación alemana -del 9 de mayo 1945- en un medio sociológico y familiar de clase media (de padre médico y madre traductora), alumno en sus primeros año de una Escuela Steiner, me siento con todos los derechos de ver en él antes que nada -en las antípodas de muchas posturas que fueron las suyas- un hijo pródigo de la tragedia alemana en la II Guerra Mundial (y de su derrota)
(*): "Antisemitismo de izquierdas". Lejos de ser un fenómeno anecdótico ( ni mucho menos), es bien al contrario sintomático y significativo en extremo de la época que vivimos: la lista que sigue -de celebridades en el espacio intelectual, por lo menos en Francia-, es larga y todo menos exhaustiva, Paul Rassinier ("La mentira de Ulises"), (maître) Jacques Vergès (del que aquí hablé), Noam Chomsky -profesor (judío) del MIT de Massachussets, que firmó una peticion en solidaridad con Faurisson en nombre de la libertad de expresión (I Enmienda de la Constitución americana)- , Gabriel Cohn-Bendit (hermano de Daniel), Pierre Guillaume (revista de extrema-izquierda "La Vieille Taupe") , Serge Quadruppani y Gilles Perrault ("Notre ami, le roi", sobre Hassan II) , y "last but not least", Robert Faurisson, hombre de izquierdas ("soixante-huitard"), un detalle que los medios de la prensa "mainstream" que tanto le lincharon, parecieron siempre obviar. Tal como se mostraba en la carta que me envió a mi domicilio en Bruselas hace muchos años -cuando yo ejercía de abogado aquí- a cuento de la triste suerte que reservaba la justicia belga a un joven negacionista francés próximo suyo. "Tienen un buen historial" -me escribia, léase de oscurantismo y de opresión- haciendo inéquivocamente (irónica) alusion a los tiempos de los "Paises Bajos del Sur" (les Pays-Bas espagnols") Sin olvidar (en esa lista) a Roger Garaudy ("Los mitos fundadores del Estado de Israel") con el que me encontré (primavera del 87) en Córdoba (tal como ya lo conté aquí) Quien cubrió de elogios a la figura de Stalin en la conversación
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