Cronista de leyenda -en Francia, del que ahora se cumple el centenario del nacimiento- del Tour de Francia (y de "L'Équipe") -fines de los sesenta- que no fue simple deporte tampoco. Símbolo -el Tour- de una época, en Francia como en España, y Blondin, de una generación o una parte de ella, con la pesada hipoteca a rastras de una Historia que les dio -y nos dio- la espalda, por culpa o reos o tributarios de una memoria bajo sospecha (de una Resistencia "de derechas"(*), o de la Colaboración)
El Tour de Francia, de una "France" que vivía y reía mientras yo crecía que fue para mÍ -como dicen los linguistas (en pedante), mi "horizonte de perspectivas", el mío, de un joven espanol abrumado sin sentirlo (apenas) de la pesada hipoteca que le dejó a él como a todos los de mi generacion el desenlace -todo menos trivial- de la Segunda Guerra Mundial y (pari passu) de nuestra guerra civil (....) De lo que se me aparece ahora como un símbolo alguien del que aqui ya hablé -en mi blog en francés- y del que en el centenario de su nacimiento se ocupa ahora con el mayor realce el diario Le Figaro y otros grandes medios de la prensa francesa-, y me refiero a Antoine Blondin, cronista día a día del Tour (en francés) en su mayor etapa de gloria, de Bahamontes, Poulidor, y "last but non least", del "vikingo" Jacques Anquetil. Alguien que vino a formar parte de los hussard (bleus) de esa derecha/literaria que brotó como flor silvestre semi salvaje justo a seguir a la "Libération". Que todavia preocupa y obsesiona a muchos como me habrá sido dado observar los años que llevo aquí, sin quererlo inocentemente voto a dios!
Porque Antoine Blondin (como todos ellos) no era un escritor o un periodista brillante sin más, un símbolo en cambio más bien de una juventud francesa que me diga de una parte (relevante) de ella, perdida o descarriada, sobrevivientes -o "rescapés"- de su propia generación, que como el español Francisco Umbral se abrieron o forjaron ellos mismos un futuro en la literatura -y en el cine y en el periodismo -dónde si no?- , en un remedo o sucedaneo de lo real (sic) que ellos mismos hicieron realidad, dando así la espalda a un mundo/en-torno-suyo, a una historia (reciente) que les daba a ellos igualmente la espalda o que hipócritamente les ninguneaba más bien, finjiendo deconocer su innegable brillo y al protagonismo innegable de su recorrido o de su simple existencia atípica y como tal escandalosa a fuer de rebelde o de indefensa más bien. O en otros términos, y hablando en crudo o en román paladino, puros exponentes de una Francia o de una mitad de ella, tributaria o reo apenas de la Memoria de la Colaboración (o de una Resistencia "de droite", de derechas, "maurrasiana", me da igual) Y de todo ello como digo ya me expliqué largo y tendido (en frances) en mi otro blog.
Y es de alguien -Antoine Blondin- del que me interesa aquí resaltar su recorrido biográfico personal y emblematico más que nada, desde sus prístinos orígenes de puro productp de la clase media (sufrida e indefensa), de una madre poetisa, y de un padre corrector de imprenta (un respeto), que siguió el camino de entrada marcado para labrarse un futuro con sus estudios (cruel ilusion!) y con el espejo o espejismo no menos cruel de los premios literarios en un mundo de paisaje lunar -el de la posmodernidad (de ayer y de hoy)- donde la valía y el brillo intelectual no merecen más que la sospecha y la puesta en observacion y vigilancia y censura en el más absoluto rigor.
De lo que se puede decir que él se salvó aunque sólo a medias, de lo que dan idea su fallecimiento relativamente joven, y el ostracismo (riguroso) o la condena a la mediocridad más bien- del que fue víctima en vida y tras su muerte, y del que sólo ahora a algunos les parece -a todas luces- meritorio de un homenaje en guisa de rehabilitación. Liberándole así post mortem de una pesada hipoteca, ya digo. Como lo ilustran sus orígenes y el estigma que acertó a llevar a cuestas de malditismo, de mal/pensancia tal como lo ilustra la etiqueta (inseparable como animal de compañía) de maurrasiano, extrema/derecha, e incluso de "fascista"" -marca Jean Paul Sartre- que no sin cierto donaire acertó a llevar (....)
Antoine Blondin, escritor de genio, y francés de los próximos, de los "nuestros", descanse en paz
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