Melissa D. Ruiz, fundadora del Hogar Ramiro Ledesma, rebautizado Hogar Social Madrid, en el candelero de los medios de un tiempo a esta parte. Me ocupé de ellos -sin conocerles personalmente- en una entrada de mi blog con ocasión del incidente que provocaron en la celebración de la victoria electoral del PP en la calle Génova tras las elecciones de junio pasado que no comprendí y en lo que me parecían hacer el juego a la estrategia nociva -por lo guerra civilista- anti-PP (y anti-Rajoy) de Pedro Sánchez. Pero eso no me lleva a condenarles por sistema ni quita nada a que intente por mis propios medios llegar a saber y a comprender -por una curiosidad legítima- lo que les mueve y les inspira. Que a fe mía que no nos cruzamos todos los días con una mujer joven (y bella) que hable de Era Pound, y del linaje (sic) -a defender y a preservar- de los pueblos y de las naciones, con eslóganes como ese de "los españoles primero" Como un mirlo blanco (o rubio) en los tiempos que corren, todos estarán aquí de acuerdoEn la avalancha de comentarios de las últimas horas sobre las elecciones norteamericanas y el triunfo de Donald Trump sale a relucir a menudo el calificativo de populista, como un denominador común o cajón de sastre en el que entran grupos invariablemente catalogados de extrema derecha o de derecha radical -o derecha nacional- de otros países europeos, y en lo refrente a España en cambio, un grupo siempre el mismo, el de Podemos, como si por motivos que nos escapan en última instancia, hubiera una voluntad deliberada o un consigna no escrita de que ese partido político acabase llenando un espacio político o un casilla del cuadrante político español que no esta tan claro que les corresponda a ellos por razón de su orígenes o de su procedencia, o en otro términos y para dejarnos de eufemismos, como si se quisiera -en un caso único ya digo en relación con lo que se conviene en admitir para los demás países europeos– que la extrema derecha en España (para a entendernos) se viese a toda costa representada o remplazada -un verbo que viene de remplazo (remplacement)- por una izquierda radical anti-sistema, como así siempre se asumió y se definió Podemos por boca de su fundador Pablo Iglesias.
Nunca comprendí el por qué y sigue sin entrarme en la cabeza, como ya lo expuse en mi libro “Guerra del 36 e Indignación Callejera” que lleva por uno de sus subtitulo “Podemos, 15-M Spanish Revolution” En una de sus obras mas importantes y divulgadas el historiador alemán Ernst Nolte -recientemente fallecido- descubría una ley fundamental del devenir histórico que él llamaba mimetismo de contrarios y que le parecía ilustrada y habiéndose visto cumplida cabalmente en la confrontación historica entre nazis fascismos y el comunismo marxista ubicable en el marco cronológico de un periodo de tiempo, correspondiente al siglo XX que iba desde la eclosión de la Revolución de Octubre en Rusia (1917) hasta el desenlace de la Segunda guerra Mundial en el 45. Mimetismo no es identidad, no obstante sino que hace referencia mas bien a un mimetismo o identificación aparente, en la simbología, en los eslóganes, y hasta en ciertas formulaciones programáticas, pero la ideología sí hace referencia directa en cambio a la identidad, y en esa medida es algo mas profundo e intransferible e imposible de adulterar en cuanto tal.
Nazi-fascismos y comunismo marxista fueron dos ideologías antitéticas, como lo demuestra la confrontación histórica en todos los planos que les opuso, comenzando o terminando por el de la lucha armada -)a escala de una guerra mundial-, y el método comparativo que utilizan ahora algunos en nombre o por cuenta de posturas o postulados de etiqueta liberal (sic) -entre Falange y Podemos- no da cuenta en absoluto de las diferencias irreductibles entre uno y otro. En relación por ejemplo con la etiqueta de socialistas. Un termino enraizado en las lenguas y culturas latinas -del Sur de Europa (Francia incluida- que traducido en lenguas germánicas se veria objeto de una evolución semántica considerable .Así, Socialismo en los paises de lengua y cultura alemana en las décadas que precedieron a la primera guerra mundial y a la emergencia del nacionalsocialismo venia a querer decir sobre todo raza e identidad -y memoria- colectiva. En los países latino de la Europa meridional venia en cambio a simbolizar y y a instigar o azuzar “pari passu” la lucha de clases.
“La revolución europea de 1848 -escribió Hitler en el Mein Kampf refiriéndose a la llamada primavera de los pueblos donde harían eclosión los primeros movimientos socialistas y anarquistas de los diferentes países europeos- pudo ser tal vez en los demás países de Europa expresión de la lucha de clases, en los países de lengua y cultura alemana en cambio fue ya el preludio de una guerra de razas” España no es Grecia, España no es Alemania tampoco, y no lo es -ni en un caso ni en el otro- por que si el aforismo aquel (inglés) de Spain is different alcanza en alguno plano su plenitud semántica lo es más que nada en el plano histórico, y es en la medida que somos un pueblo que arrastramos un pasado histórico sensiblemente diferente a la de los otros pueblos europeos en los dos últimos siglos, y que de todas las particularidades históricas que arrastramos que nos singularizan y nos hacen diferentes del resto de los paise europeo -con los que nos unen no obstante lazos históricos y también raciales propiamente hablando (“la voz de la sangre que nos liga a los destinos de Europa”- la principal lo es sin duda la guerra civil española que fue en gran medida expresión de la lucha de clases, de “pobres” contra “ricos” léase de izquierdas contra derechas, -léase de las clases bajas (“obreras”) contra las otras- y la retorica socialista o socializante de la Falange y del nacional sindicalismo no cambia nada a ese hecho histórico inamovible.
Y esa división insoslayable de cariz o de carácter innegablemente guerra civilista es de por sí un elemento diferenciante, propiamente único si se lo campara con la historia de los demás países europeos. Y por eso el argumento o l formula de transversalidad (sic) que esgrimen algunos de bandera en los llamados medios patriotas en España es hoy por hoy de difícil aplicación por no decir imposible.
En una entrevista de hace unos días en el suplemento dominical (Papel)del Mundo, que ha aparecido apenas ahora ante mi vista se entrevistaba a un joven dirigente -y fundador- del hogar Social Madrid que empezó llamándose Ramiro Ledesma, y el entrevistados buscaba sin duda explotar esa pretendida afinidad entre Falange -léase el movimiento falangista (o nacionalsindicalista) históricamente considerado y la ideología y el programa de Podemos.
La entrevistada era parca, es cierto, en explicar las diferencias entre unos y otros lo que llevaba al entrevistador, confirmando así sin duda sus o juicios a priori, a dejar por sentado que era mucho mas o que les unía que lo que les separaba, con ayuda de una ristra o retahíla de puntos programáticos del partido de Pablo Iglesias, que le parecían reflejar el de los falangistas o nacional sindicalistas primitivos. La joven entrevistada veía el tema de la emigración de linea divisoria entre su grupo y los anti-sistema de Podemos. Lo que de entrada puede ser ya visto como la punta del iceberg de la diferencias abismales entre una postura llamémosle indignada (o podemista) y otra de signo patriota.
Pero la gran diferencia la viene aportar la simbología, léase las banderas, la posición irreductible en términos históricos como ideológicos entre la roja y gualda que enarbolan los jóvenes del Hogar Social Madrid -sin complejos (hasta en el barrio de Tetuán) y la tricolor republicana (y guerra civilista) que sacan a la calle en cuento que pueden -y la ocasión se presta para ellos- los de Pablo Iglesias. Y en relación con el termino o la etiqueta de populismo se pueden a resultados análogos, si se compara por ejemplo el movimiento identitario desencadenado por el guerra civilismo disociador -y clasista (de clase obrera)- del que hizo siempre gala Podemos desde su nacimiento. Trump habrá venid oa despertar con su campaña presidencial la voz (dormida) de una América blanca -de los estados unidos- y ese es el sentido sin duda que el populismo cobra entre ellos.
En los indignados españoles anti-sistema en cambio, pueblo -como lo explicó José Antonio en su texto tardío "Germanos contra bereberes"- viene a contraponerse a la España histórica jerárquicamente constituida, o en otros términos nuestra historia española tomada en su conjunto que ellos no adoptan mas que de forma selectiva y discriminatoria, y guerra civilista,un historia que empieza para ellos con el nacimiento del movimiento obrero español y que iría a desembocar en la guerra civil del 36 y a prolongarse -como lo expliqué en mi libro as arriba citado- durante ochenta años hasta hoy en formas de guerra asimétrica,lo que convine en llamar la guerra de los Ochenta y Tantos Años.
Y eso da idea cabal de la diferencia abismal que separa a los “ocupa” -por llamarlos así- patriotas de los perro flautas de Sol y y los que vendrían a continuar sus movidas hasta hoy. Así por lo menos lo entiendo yo, o así quiero entenderlo (…)
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