jueves, noviembre 03, 2016

DEVOTO DE WOJTYLA A INTERIOR ¡LAGARTO LAGARTO

“Unidos para siempre”, declaró el nuevo ministro del interior en la inauguración de la estatua a san Karol Wojtyla (de Polonia) durante su anterior mandato de alcalde de la capital sevillana. Una etiqueta que el nuevo ministro lleva por montera a lo que parece, y que augura mal de la suerte que le espera a la ley de Seguridad Ciudadana -uno de los grandes aciertos del gobierno anterior y del predecesor del nuevo ministro- ante los embistes que le aguardar a no dudar de indignados y compañeros de viaje -y separatistas catalanes- en el congreso, en los medios y en la calle. Un profesional del perdón del pacifismo y de la misericordia -y de la auto/culpabilización (en los otros)- como su santo/patrón, de responsable del Orden Publico, uno de los retos mayores que enfrenta la sociedad española. Un nombramiento como sea, que anuncia a todas luces una congelación de la ley de Seguridad Ciudadana ¿conseguirán tumbarla sus detractores? ¡Vivir para ver fantasmas míos!
He dudado un rato antes de decidirme a comenten mi entrada de hoy el nuevo gobierno que acaba de anunciar Mariano Rajoy. Los cambios ministeriales -que es lo que se habrá producido ahora- no son mi plato fuerte, por falta de fe en los mismos sea tal vez, o lo que es igual, por el escepticismo (por relativo que sea) que me sigue inspirando el día a día de la política española tal y como lo dejan traslucir estoy seguros los análisis y comentarios que vierto a diario en este blog. La política es la actividad más noble y más alta y maravillosa decía Charles Maurras, y sin duda que para él la política -en el sentido de “politique d'abord” (la política lo primero)- tenia poco que ver con la práctica política del día a día en la Francia de su época, como tampoco se hubiera reconocido en la actualidad política -y en su día a día- de la España de hoy que arrastra de antiguo -lo menos que se puede decir- tanta prosa, tanto peso de los poderes fácticos -la iglesia, los medio, los sindicatos (guerracivilistas) por no nombrar más que los primeros que me viene a la mente, sobre la marcha)-, y tanta fatalidad histórica, de la historia mas o menos lejana y de la historia mas o menos reciente -de hace unas décadas tan siquiera o un poco mas lejos en el pasado, de hace ochenta años de cuando el inicio de la guerra civil española.

Defendí a capa y a espada a Mariano Rajoy -y no me arrepiento- durante todo el tiempo que habrá durado la crisis política española, frente a la operación (interminable-) de acoso y derribo de la que se vio objeto, lo cual ya deja traslucir de mi parte (me lo reconocerán aquí los mas recalcitrantes) cierta dosis por pequeña que sea, de fe en la res publica de la España de hoy. De ahí a decir que aplauda enfervorizadamente el nuevo gobierno va un trecho. Por falta de entusiasmo y también por falta datos y de elementos de juicio suficientes. Los más emblemático me lo parecen desde luego los cesantes (y sus sucesores) más que las confirmaciones, y por ello mismo son los que más me incitan al análisis.

Por venir a darse ademas en tres ministerios de tanto peso, como lo son Interior, Defensa y Exteriores, los que le exigió creo recordar Pablo Iglesias a Pedro Sánchez (como un sueño de una noche de verano) Y estos dos últimos ceses se me antoja que tenga que ver con lo cambiante de la situación internacional que nos pone fatalmente los españoles en la mira de los grandes actores del concierto internacional y en la encrucijada de todos los peligros, como se habrá puesto de manifiesto ahora de nuevo con el embrollo diplomático de los últimos días que el paso del Estrecho de la flotilla rusa rumbo a las costas sirias habrá originado, y que habrá servido para que nos veamos reprendidos -puestos contra la pared, como los niños malos en el colegio- en el seno de la Organización atlántica.

Lo que mas me mueve al análisis y comentario no obstante de la formación del nuevo gobierno lo es sin duda el cese del ministerio del Interior, al que dediqué en este blog una de mis recientes entradas. Jorge Fernández Díaz, arrastraba mala prensa entre la izquierda española que no le perdona la ley de Seguridad Ciudadana -uno de los grandes aciertos de la anterior legislatura (lo dije y me reitero en lo que dije)- y también entre sus paisanos catalanes, entre los separatistas quiero decir, que no le perdonan sobre todo (se me antoja) su apellidos no por lo emblemático, léase por los orígenes que denotan, sino tal vez por lo contrario, porque son como una acusación muda a un sector relevante -mayoritario o no no me atrevería ni a desmentirlo ni a confirmarlo- del catalanismo separatista, integrado por oriundos (de otras regiones españoles) que llevan apellidos tan emblemáticos como los puede llevar el ministro ahora cesante (como ya lo dejé sentado en mi libro sobre Cataluña)

¿Mal presagio de presiones y de nuevas andanadas en los meses y semanas por venir contra la ley mas odiada por l a izquierda? Mariano Rajo y habrá advertido en unas declaraciones recientes que no se irá a demoler lo ya construido. Punto. Unas palabras que suenan a juramente solemne, y así queremos interpretarlas. La figura del sucesor del ministro ahora cesante, no nos deja menos perplejos no obstante por lo (íntimamente) asociado que se ve al PP andaluz que son unos “populares” no como otros cualquieras. Por la imagen que dieron fatalmente desde hace décadas de ir a remolque del PSE andaluz, y en los últimos años, por esa apertura -tan ruidosa- que operaron a los anti-sistema de Podemos, que parecen haberles contagiado no poco de sus talante y de sus ideas, en materia por ejemplo de memoria histórica. Un detalle del nuevo ministro del Interior que no puedo dejar pasar aquí in mentarlo lo es la estatua (enorme) de homenaje a Juan Pablo II que aparece que seria una de las “realizaciones” de sus años al frente de la acadia de Sevilla.

¿Un católico andaluz -¿devoto de Blas Infante y miembro de la Obra?- woytilano fervoroso y como tal (cabe suponer) pacifista y profesional del perdón y de la misericordia (por añadidura), y de la auto/culpabilización (en los otros) y de la mala/conciencia- condenado a encabezar la resistencia a los embistes que le esperan a no dudar a la ley de Seguridad Ciudadana de parte de indignados y perro flautas (podemistas) y compañeros de viaje, dentro y fuera del congreso de diputados, en los medios y en la calle? ¡Lagarto, lagarto!

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