"Asiron, atrévete con los vivos" En la foto, una de las pintadas con las que amaneció la capital navarra en contra del alcalde (pro etarra) de la ciudad, tras anunciarse las exhumaciones de los restos de Mola y de Sanjurjo, conusmadas ayer, la de este último pese a la oposición expresa de sus familiares, que contaban con la palabra dada por el arobispo de Pamplona, que ninguna exhumación seria hecha sin consentimiento de las familias y que a última hora dio en cambio su acuerdo por escrito ¿Por imposición de Roma (y del papa argetino)? Palabra de dios. Y lo mas grave es que los restos del último de los nombrados pasaron a custodia (y disposición) del ayuntamiento, y no de sus familiares,como es su sacrosanto derecho. Ad resurgendum cum christo. Asi han expresado los familiares del general laureado su postura en el tema. Perfectamente respetable. Mi opción (preferencial) en cambio -por la incineración y por el esparcimiento de las cenizas de los restos mortuorios- aquí ya la conocen todos. Y pienso sinceramente que seria la respuesta más contundente -y más honorable- a la afrenta (pública) de la que se acaban de ver objeto tanto de parte de la autoridad civil como de la eclesiástica. Un esparcimiento de cenizas en Montejurra -¿y por qué no?- en homenaje a la notorio raigambre carlista del heroico militar navarro. Seria una buena lección de memoria histórica -y de lealtad a la propia sangre- a los que tiene declarada la guerra a los muertos. Y no teman sus familiares, que la eternidad no dejaría sus restos a un lado, ni en las cuentas de la HistoriaMola y Sanjurjo ya fueron exhumados de la cripta del monumento a los caídos de Pamplona donde se encontraban. Con la complicidad (decisiva) del arzobispo de Pamplona. ¿Sólo? Los vaticanistas españoles o extranjeros -y tengo uno (español) en la mente por encima de todos- no vengan ahora a contarnos milongas como dicen los argentinos, y a echar cortinas de humo como si se tratara de una decisión personal e intransferible del arzobispo de la capital navarra, alguien que se habrá caracterizado -por lo que de él se cuenta- por la indecisión (y la cobardía), en este asunto y en otros muchos. El pacto in extremis (por escrito) al que llegó con el alcalde pro-etarra de la capital navarra y que hizo que el juez desestimara el recurso interpuesto por la familia del general Sanjurjo no es una idea propia e intransferible de su excelencia, y todos lo que hayan tenido en su vida contcto y si se presentó, las mas variadas experiencias con la institución eclesial, léase con la santa madre iglesia comprenderán perfectamente lo que aquí decir estoy queriendo. De Roma viene lo que a Roma va, reza el refrán castizo.
Y lo que seguro que fue a Roma no lo fue tanto la voluntad indecisa y tímida y titubeante (y clerical) del señor arzobispo sino la amenaza del edil separatista (y guerra civilista), suficiente para hacer reflexionar y pensárselo dos veces al papa dee los pobres y de los indios y mestizos (que dieron la patada a España en América) La iglesia española es un atajo de mandados hoy como en los tiempo de Franco -y de antes incluso (ya lo decía Pedro Sáinz Rodríguez, que se conocía el percal, como ninguno otro de su compatriotas)- y como se demostró durante el concilio vaticano segundo. “Los obispos de Centroeuropa fueron al concilio a dar lecciones, los españoles a recibirlas”, ese era el chascarrillo que corría entre los seminaristas (franceses en su mayoría) del seminario de Ecône.
Setién y Añoveros y Sebastian y tantos otros iguales o subalternos fueron lo que fueron y se portaron como se portaron porque estaban seguros de la caución (solemne) y de los plácemes y parabienes del papa y de la curia vaticana. Y si este arzobispo de una diócesis todo menos trivial -de la capital y de la provincia más clerical de toda España, bastión de antiguo del Opus Dei (¡un respeto!) - se ha permitido ahora esa decisión, tan polémica -y que sin duda traerá cola-, a riesgo de hacerse tratar de traidor (sic) por unas familia que se habrán sentido defraudadas y engañadas, es porque se sabe fehacientemente con las espaldas bien guardadas.
El papa del tercero y cuarto mundo, de los pobres y desheredados -como el Dios del Corán- no guarda a todas luces una memoria muy lucida ni muy ecuánime de la guerra civil española. Ni él ni sus predecesores y por eso callaron ante la ley de la memoria histórica que de una forma u otra acataron, y hasta se puede conjeturar razonablemente que pactaron -con la izquierda- de una forma u otra Y en esa óptica o perspectiva las ceremonias de canonización y beatificación de mártires -como la que han tenido lugar estos últimos días (de los caídos, por ejemplo, de Paracuellos) en Roma no tiene más importancia o trascendencia de la que algunos les quiera dar: moneda de cambio más que otra cosa de los cambalaches interminable de la santa/madre con todo lo divino y humano. Una de cal y otra de arena, canonizaciones de mártires de Paracuellos -hasta de Don Pedro Muñoz Seca (que en gloria esté)- por un aparte, y por otra el visto bueno (bajo manto) a las exhumaciones de Pamplona.
Y tras Mola y Sanjurjo ¿Franco Y José Antonio? Algunos se las prometen ya felices, como el dirigente de la asociación de la memoria que nos lleva dando la vara con su bilis guerra civilista hace ya tanto. No todo esta perdido, no obstante. Si Pedro Sánchez hubiera seguido en el machito y se hubiera salido al final con la suya -como pareciera que estuvo en un tris- de levantarse con el santo y seña (o con el santo y la peana como en el Sur de España le dicen) de un gobierno de frente popular, las provocaciones se hubieran repetido y multiplicado ad infinitum por una infinidad de capitales y localidades españolas. Les salió mal la jugada, y el incendio -mas que bien- se encuentra bajo control, porque las experiencias -podemistas (léase guerra civilistas)- que habrán conseguido sacar adelante en diez grandes capitales españolas habrán servido de revulsivo mas que otra cosa. Y de signo revelador de lo imposible de aplicación de esta ley funesta. Por encismante y por guerra civilista. Esa es mi apuesta, aquí todos ya lo saben.
¿Servirán también de motivo de reflexión mas profundo al algunos mas sensibles y mas receptivos a los signos (verdaderos) de los tiempos.? Uno de ellos -como ya lo tengo comentado en este blog- es la extensión urbi et orbe de la practica de la incineración como lo ilustra el que el vaticano se haya sentido obligado a tomar cartas en el asunto tratando de poner coto a esa práctica que se extiende a las cuatro esquinas del planeta. Ad resurgendum cum christo. Así habrá justificado la familia del general Sanjurjo su decisión de oponerse a las exhumaciones y su dolor porque los restos de su ilustre antepasado hayan sido puestos -contra su voluntad- bajo custodia del ayuntamiento de la capital navarra. Palabras y promesas de eternidad caben también si necesidad de recurrir a la creencia blbica -y judía- en la resurrección de los muertos.
Y estamos convencidos que la incineración y el esparcimiento de los restos de nuestros seres mas queridos -como lo dicto en su testamento Leon Degrelle, lo que tanto revuelo levantaría en Bélgica en el momento de su muerte (en 1994)- los arrojaría en brazos de la eternidad que acabaría devolviéndoles (maternal) en su eterno/retorno, de una forma u otra, y que no los dejaría a un lado, en la cunetas de la Historia. Y seria desde luego la forma más contundente y más heroica de responder a esa guerra que algunos tienen declarado a los muertos (por no atreverse con los vivos, como rezan las pintadas de la capital navarra)
No hay comentarios:
Publicar un comentario