Kenan Evren, artífice del golpe militar de 1980 en Turquía -modelo de inspiración nota bene del 23/F- , que se mantuvo tres años en el poder. Exponente emblemático de esa Turquía de los blancos (sic), que Erdogan tanto fustiga en sus discursos. Y a fe mía que su retrato (en la foto) excusa de mayores abundamientos. Una Turquía la que representó de antiguo el ejercito turco tras Attaturk, mucho más europea -léase bizantina- de los que muchos se sospechan. Y que Erdogan no conseguirá extirpar de raíz por mucho que lo intente. Ni antes ni después del fracaso de este último golpeErdogan, el fugitivo. Durante cuatro horas desde que hizo un llamamiento por la CNN (norteamericana) a sus seguidores hasta que aterrizó en Estambul -cerca de las tres de la mañana (cuando se fue a dormir el autor de estas líneas)- estuvo en paradero desconocido. Lo que alimentó los rumores y las especulaciones que en los medios occidentales no dejaban de hacer la ronda, como parece que la estuvo haciendo el avión presidencial del mandatario turco que en cuatro horas tuvo tiempo de sobra de de sobrevolar en ida y vuelta todo el espacio europeo de Europa occidental desde Alemania -donde habría pedido (sin éxito) asilo político- hasta Londres o Amsterdam.
Otra serie de especulaciones le daban en Teherán a no dudar sin fundamento alguno. Yahoo y otros medios de la prensa global nos están vendiendo ahora que a Erdogan lo han salvado (sic) las redes sociales, conforme al patrón de manipulación y de agitación y al modus operandi que tanto esgrimieron y pusieron en práctica los medios occidentales con las primaveras árabes, años antes en España tras los atentados del 11-M. No se ven en los documentos gráficos que nos están metiendo ahora por los ojos a profusión muchedumbres enardecidas sino pequeños grupos de partidarios del presidente (electo) que sin duda los tiene.
No dicen ni mu tampoco los medios de la prensa global (en español) de los llamamientos a la oración -en plena noche- de los imanes en las mezquitas llamando a la población a descender a la calle en lo que era propiamente un llamamiento a la guerra civil, y no a la calma y a la concordia, erigiéndose en fautores de discordia y de desunión en vez de ser artífices de unidad conforme a la dignidad de su función (de dignatarios religiosos) y como no han dejado de denunciarlo testigos presenciales en la radio estatal belga francófona)
¡Fuera cortinas de humo! El golpe fracasó porque fue obra de una minoría. Una minoría disidente ademas al interior del propio movimiento islamista turco, y que no parecen representar en modo alguno la herencia de Attaturk que encarnó en las útimas dé&c adas el ejercito como ningun otro sector y testamento de la sociedad turca. Y el golpe no degeneró en guerra civil -como ya andaban ya anunciándolo los medios- porque los propios sublevados hicieron marcha atrás como el 23-F aunque técnicamente -en su lanzamiento- fue un éxito -mucho mas completo de lo que lo fue el 23-F en sus inicios (que también lo fue)- y lo digo a riesgo de pasar por cínico para algunos.
Mesut Özil, en sus tiempos (de gloria) de jugador del Real Madrid. Niño/bonito de Angela Merkel y símbolo emblemático de la emigración turca -de más de tres millones (tres)- en la Alemania de la posguerra, reveladora y elocuente en extremo de la ambigüedad de cierto tipo de corrientes migratorias donde lo político se esconde tras lo económico y viceversa. En una típica secuela de fenómenos de decadencia (y de derrota) y de guerra civil (larvada e interminable) en resumidas cuentas. Como lo ilustra el predominio de la tendencia islamista (pro-Erdogan) en el seno de la emigración turca presente en los diferentes países europeos -en Alemania como en Bélgica-, que con ocasión del golpe del pasado viernes habrá vuelto a ponerse de manifiesto. España y Turquía, comparaciones odiosasNo les faltó desde luego el factor sorpresa ni la decisión de los encargados de ejecutar el golpe como lo ilustran la intervención de caza bombarderos (F-16) en vuelo rasante sobre Estambul y Ankara, la toma del edifico del Alto Estado Mayor con la detención de su jefe supremo, la toma de la cadena de televisión publica, del aeropuerto internacional de Estambul -el segundo en volumen de tráfico de todo el continente europeo-, del puente sobre el Bósforo y el ataque a la sede del partido del presidente en Estambul y (nota bene) la explosión de una bomba en el edificio del Parlamento en Ankara, y ataques incluso -desde helicópteros de combate- a la (pequeña) muchedumbre (sin hacer víctimas mortales) congregada en la emblemática plaza Taksim. O ese saldo de doscientos muertos (dos cientos) que da idea de la violencia (pese a la brevedad) de los enfrentamientos. División de la cúpula militar, calamitas calamitatis! Ocurrió en la guerra civil española y habrá ocurrido ahora en Turquía.
¿Sale Erdogan reforzado o debilitado de la intentona golpista? La pregunta del millón. En el plano interior, la magnitud de la represión a las pocas horas de fracasado el golpe, cerca de tres mil militares detenidos y otros tantos jueces, casi tres mi también -tres mil sí, y digo bien (exactamente dos mil setecientos cuarenta y cinco) por si las magnitudes de proporciones “asiáticas” de los asuntos internos turcos pudieran desorientar a algunos de mis lectores- parecen ser la consecuencia más directa e inmediata del fracaso del golpe. Lo que da idea de lo hondo y del alcance del malestar en dos estamentos de la importancia mas crucial en un estado de derecho.
La gran formación social demócrata principal exponente de la tradición laica (izquierdista o de centro izquierda) turca -de Ecevit y Demirel - en la política turca de la posguerra habrá hecho oidos sordos a los cantos de sirena de los instigadores de la intentona, incluso los nacionalistas herederos del Partido Nacional que fundó el coronel Turkes -con el brazo paramilitar de la organización, los Lobos Grises- y también los Kurdos del PKK se habrán mantenido estrictamente al margen. La cúpula militar que habrá sido (nota bene) verdadero artífice del fracaso del golpe -y no las redes sociales- en cambio sí que sale reforzada a todas luces, y en general un estamento militar que en su conjunto -en particular el ejercito de Tierra- se mantuvo al margen del golpe. En el plano internacional parece claro en cambio que la imagen del mandatario turco habrá perdido no poco de lustre -y de plumas- tras los acontecimientos.
Y por si dudas cupieran ahí están las declaraciones de Angela Merkel, la más estrecha aliada en el seno de la UE del mandatario turco, de hace unas horas, una vez dado (definitivamente) por fracasado el golpe, de adhesión al gobierno constitucional democrático en Turquía sin la menor alusión no obstante a Erdogan lo que hace si cabe más creíble los rumores de que hubiera pedido asilo político en Alemania (y que le hubiera sido denegado) La Turquía fue un país derrotado, léase de los que figuraron en el bando de los vencidos en la Segunda Guerra. Como España, como Suiza, como Suecia, como Irlanda y como Portugal y como Finlandia (y no sé si se me dejo alguno) casos emblemáticos de neutralidad pactada (a favor del Eje) y de beligerancia oficiosa que en el caso español y finlandés sobre todo llegó a extremos de intervención (militar) declarada.Y lo ilustra el que ninguno de ellos y en prticular ni España ni Turquía, dos de los principales ejércitos de la OTAN hayan podido nunca acceder a la categoría de potencia nuclear. Al contrario de Israel (y de otros países asiáticos)
Y eso da la clave a mi juicio -mutatis mutandis- de explicación del caso turco, de su historia tan atípica en la posguerra -habiendo atravesado por tantas situaciones de inestabilidad y zonas de turbulencia- y de ese fenómeno recurrente del golpismo de sus militares, en un país que habrá conocido mas de una media docena de golpes de estado en el plazo de cincuenta y cinco años. ¿Que va ocurrir a partir de ahora? ¿Acertará Erdogan a domar a su propio ejército como no lo consiguió ningun gobernante civil turco en la posguerra? ¿Se verá obligado en cambio -escarmentado de lo que le acaba de ocurrir- a un compromiso histórico con el ejército turco heredero de la laicidad y del legado de Attautrk que los islamistas (en el fondo) detestan como un apóstata del islam (léase un perro infiel y, pro-sionista por añadidura)?
¿O acaso la intentona de ayer les dará ideas a algunos en el seno de la institución, de mayor graduación y de mayor relevancia orgánica que los involucrados en la intentona de ayer viernes, mayormente encuadrados en niveles inferiores de la cadena de mando, como se las dió a Pinochet y a los demás artífices del golpe de estado en Chile del 11 de septiembre del 73, el "tancazo", en Santiago, unos meses antes, o a los militares izquierdistas portugueses del 25 de Abril, el fracaso de la intentona un mes antes tan sólo, de Caldas da Rainha? Pronto lo sabremos.
Como sea, estas líneas son el fruto de la profunda reflexión de veinticuatro hora de duración de alguien que arrastra (por así decir) una historia de golpes de estado a sus espaldas -en los últimos cincuenta o cincuenta cinco años de historia de los países occidentales-, que vivió como si en ellos le fuera la vida (un poco) para qué andarme con eufemismo. Sin duda porque llevaba esa tradición -golpista, sí, si se le puede llamar así- a rastras en lo más hondo de mí, lo que hoy asumo.
Y ayer evité por un tris otra noche/blanca, porque apagué (a tiempo) el ordenador y porque acerté a tomármelo con filosofía, con una filosofía con no poca carga histórica e ideológica. Que es todo lo que acabo de exponer en esta líneas escritas tan en caliente. Y que ofrezco a mis lectores. Que lo disfruten (como diría Antonio Parra)
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