Ha muerto Gorbatchev (o Gorbachov) y no me parece ni mal ni bien. Hace años hubiera llenado quizás su epitafio de vibrantes elogios, pero la guerra en Ucrania habrá (justo) precedido a su fallecimiento como por casualidad y desde entonces todos nos hicimos mucho más serios en las cosas del Espíritu, y aprendimos un poco de la sovietología que es como la bizantinología a ojos de occidentales una ciencia críptica y hermética llena de enigmas y de adivinanzas, de sorpresas y de paradojas, de contradicciones y y sobreentendidos y dificil pues de dominar. Padre de la Glasnost y de la Perstroika, asi le elogiaron sus turiferarios y así tratan de "vendérnoslo" ahora otra vez los medios de la prensa "mainstream". Puso fin, dicen, a la guerra fria, lo que debe llenar de una rabía fria a Vladimir Putin quien piensa y en voz muy alta no lo deja de repetir, que la guerra fria no terminó aún, y en los últimos tiempos con el inicio de la "operación especial" menos aún, que no se firmó nunca una paz ni siquiera un armisticio ni una capitulacion, que la guerra siguió su curso "por otros medios", como diria el prusiano Clausewitz, y que la caída de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica (sic) del siglo XX (anterior). Guerra asimétrica cruel invento del siglo XX (y del que se le sigue), así lo canté en uno de mis poemas (ya antiguo) y así lo sigo pensando hoy. Y a esa guerra asimétrica es a lo que habrá querido poner un punto final la guerra en Ucrania. Guerra aquella o movida insurreccional -me da lo mismo lo mismo me da- en Madrid Puerta del Sol, en Kiev (en el Maidan) en el Cáucaso o en el Magreb -"cambios dramáticos y complejos" los llama ahora en su necrológica de aquel Vladimir Putin- en una ola de protesta e indignación azuzada y convenientemente orquestada por los medios de la prensa global -la Historia que se repite?- bajo la batuta sigilosa y casi invisible de los Sabios (léase los de Sión) Estaba yo ya "desembarcado" en Bélgica cuando en un domingo día de excursión me tomé el tiempo y la molestia de oírme todo entero por la radio (belga) el discurso de Gorbatchev en el aniversario o centenario (ni recuerdo) de la muerte de Stalin, a modo de balance de lo más prieto y ajustado entre los méritos y deméritos, y las menciones o la mención que me diga (a título de excepción) A imagen y semejanza del otro discurso no menos célebre, el de Kruschev cuando la muerte del padrecito (y dictador) Y entre los méritos o en el Haber del zar soviético, Gorbatchev se popuso mencionar la intervención estaliniana en la guerra civil española, y ahí me echo la sal como aquí les será fácil de imaginar. No importa. Lejano todo aquello en el tiempo y en el espacio, aquí alguno dirá. Pasó el tiempo y la Perestroika siguio su curso -a la luz o a los rayos ("laser") de la Glasnost- y vino el golpe (putsch) de Moscú, de los "ortodoxos" (agosto del 91) tras lo que algunos más sagaces -como Boris Yeltsin, y entre otros también yo- vimos la mano de Gorbachov.
21 de agosto de 1991. Boris Yeltsin manda callar a Gorbatchev en la Duma tras el fracaso -al cabo de tres días- del putsch de Moscu a manos de comunistas "ortodoxos" (léase conservadores) tras el que el nuevo hombre fuerte de la ex-URSS veia (ante el silencio de los medios) la mano de aquél. Como también la vi yo
Aquello fracasó, y un mundo nuevo -o viejo y nuevo, "nova et vaetera" más bien- se siguió, sobre los rastros y escombros del otro mundo aquél en el que yo nací y creci -la España de la posguerra-, que ya murió, justo antes de mi expatriación (ay dolor!). Por eso digo que la muerte del antiguo líder soviético -y su vida y sus avatares y sus cuitas no me produce ni frío ni calor. Más me mueven y me preocupan las noticias sueltas que vienen de allí ahora, o de cerca de alli y me estoy refiriendo a "la operación especial" de Vladimir Putín. Con el fantasma amedrentador de la guerra nuclear siempre en danza, rondando ahora en torno a la central nuclear de Zaporija, a donde los medios apuntan ahora su foco de atención, y donde ruje furiosa la guerra de propaganda de aquellos, hasta el punto que el centro de gravedad de la guerra se haya desplazado hasta alli tras la toma rusa -y el largo asedio- de Mariupol. Hacia un nuevo Tchernobyl, elevado a la enésima potencia? cabe de inmediato apostillar en la era alumbrando entre uno y otro de la globalización?
Mejor apostemos que no. Borrel, la voz de su amo, o la cabeza de los subalternos modelo (un eufemismo apenas) en la Europa de la UE -y todos saben a quienes me refiero y quiénes son- canta entretanto victoria y pronostica que Rusia ha perdido ya la guerra (sic), "porque no ha conseguido sus obetivos iniciales y porque ha perdido -para siempre,- la iniciativa. Palabra de Dios? Los muertos que vos matáis -rezan nuestros clásicos- gozan de buena salud. Y la guerra continúa bajo el mismo signo (ruso) desde el principio, pero de desenlace incierto, es verdad también. Hacia una nueva guerra interminable como la de los Cien Años, en el centro (o casi) de Europa? Ese es el horizonte de futuro que nos espera, distópico como el que más. Y qué esperábais o qué esperaban algunos (indignados) de la democracia y de la globalización?
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