lunes, agosto 06, 2018

SEMINARIO DE ECÔNE Y JUNKERS 52

Así ilustra el diario argentino “Clarín” –que en temas de la Segunda Guerra Mndial demuestra (siempre) tener bien despierta la memoria (….)- la noticia del accidente aéreo en Suiza de un Ju-52, “los viejos espectros de la guerra de España” de los que escribio (melodramáticamente) Hugh Thomas. Se libraron del desguace –al contrario que en España- en Suiza, los Junkers-52 (pero no intacto el fuselaje) No una simple anécdota esta noticia sino todo un síntoma. De la neutralidad -oficiosa (léase pactada a favor del Eje)- de Suiza y de España- Y (pari passu) de la hermandad de destino de los dos países en la posguerra. Aunque ni españoles ni suizos caigan en la cuenta
"Viejos espectros de la guerra de España” los llamaba el historiador británico, Hugh Thomas especialista en el tema, fantasmas familiares, inocuos, más bien, de los domingos de mi infancia que pasaba a menudo correteando yo solo por los hangares semivacíos de la Maestranza de la Base Aérea de Cuatro Vientos –junto a la base propiamente dicha- donde mi difunto padre, oficial de Aviación estaba destinado, sin más compañía, muda y bien despierta, que los armatostes, en vías algunos de desguace, de los viejos Junkers -52 que es la suerte que se les evitó en Suiza, entre ellos al que acaba de ser noticia, estrellado en los Alpes en vuelo turístico, con la muerte de todos sus ocupantes. Noticia todo menos anecdótica -y no se les habrá escapado a los medios del mundo entero-, que habrá acaparado mucha más atención que la debida a una noticia luctuosa de ese genero.

Así el diario argentino Clarín –¿por qué de allí?- que no le falta tiempo en recordar el historial de esos aeroplanos, aventando así al mismo tiempo capítulos mal conocidos –que merecen la atención de este blog como todos mis lectores saben desde hace algún tiempo- de la historia de la Suiza, de su pasado que no pasa, en Suiza como Suecia como en España y es el de la neutralidad oficial u oficiosa (o entre lo uno y lo otro) de esos países europeos –junto con otros cuantos más- durante la ultima guerra, lo que crea una hermandad de destino entre esos países, pese a la distancia, lo reconozcan sus habitantes (del todo) o no lo reconozcan (….)

El avión preferido de Hitler, el Junker-52. Así glosa la prensa global la noticia del accidente aéreo en Suiza (sin supervivientes) Símbolo mayor, los Junker-52, de la participación alemana en la guerra civil española. Y en la Victoria. Fue la primera decisión concreta tras la entrada de la Alemania nazi en nuestra guerra civil, después del encuentro con la delegación española en los encuentros musicales (wagnerianos) de Bayreuth, donde Hitler se encontraba y que voluntariamente interrumpió, decidiendo así nuestro destino
Y lo que hace por ejemplo que tanto Suiza como Suecia fueran países de destino de mis viajes turísticos o religiosos adolescentes, como el espacio de libre tránsito que aún nos quedaba a los jóvenes españoles por cima de los Pirineos- lastrados (sin que nos diéramos cuenta) por la pesada hipoteca (de futuro) que nos legara –a la jóvenes generaciones de mis compatriotas- el desenlace de la Segunda Guerra Mundial, que fue a la vez –no se escandalice nadie- una derrota alemana y también, sueca, suiza y –por partes iguales- portuguesa y española (….)

¿Por que fui a dar yo, joven español, con mis hueso precisamente en aquellos países, donde no conocía a nadie, donde nada ni nadie me ligaba? ¿Pura casualidad? Cita del destino más bien, de la que no me pude esquivar, como así lo veo ahora. ¿Motivo puramente religiosos, los que me llevaron al seminario suizo de Ecône? Así lo creí hasta hoy, pero como dijo Nietzsche, desde entonces todos nos volvimos (mucho) más serios en las cosas del espíritu.

Y hace ya mucho tiempo que me puse a pensar el por qué el destino –disfrazado o no de providencia- llevara al fundador de aquél, Monseñor Lefebvre a la Suiza, que fue para él puerto seguro donde encontró el refugio y la acogida que en su propio país, la France, no se le ofrecía (por lo que fuera) ¿Motivos estrictamente políticos o como diría Maurras, de política/religiosa? Y no era un puro azar si el principal diario de la región, el único que tenia acogida oficial del seminario -y de libre acceso y lectura recomendada pues para seminaristas- “Le Nouveliste (Valaisan)” arrastrase una reputación oficiosa -que el propio diario no se encargaba de desmentir sino, bien al contrario, de alimentar y de cultivar, de ser una publicación maurrasiana, de la Vieja Acción Francesa, de antes y de después de la condena pontificia (por Roma)

Nada hacia sospecharlo y a fe mía que me habrán sido preciso los cuatro años que allí pasé, dentro de aquellos muros, para rendirme a la evidencia: la Suiza pasó (casi) de largo e indemne-sana y salva (salvo sus zonas y ciudades limítrofes con la frontera alemana),- a la Segunda Guerra Mundial y quiero decir sobre todo a su desenlace y sus secuelas. A los procesos –cruentos, desgarradores y a veces violentos (y sangrientos)- de la desnazificación, de sus purgas y depuraciones de las que los países limítrofes fueron en cambio victimas.

Y eso explica el milagro (sic) –como así lo veíamos los seminaristas- de la vistosa, insólita erección (al límite de lo surrealista) de aquel seminario tradicionalista -y arquitectónicamente ultramoderno- en las faldas de los Alpes, junto al Ródano, y dando cara al Mont Blanc, tan contra corriente, en la etapa tan azarosa del post concilio (vaticano segundo) Y eso explica fenómenos igualmente insólitos, como el espaldarazo o visto bueno a Ecône –que fue lo que me decidió, que me hizo ver en aquella obra (con minúsculas) cosa seria- del presidente (Roger Bonvin) de la Confederación Helvética, un respeto (…)

La clave de explicación a su vez de figuras tan insólitas e imposibles de imaginar en otras tierras y latitudes –por lo atípicas e incorrectas- como las que gravitaban en torno al seminario sin que nos diésemos tampoco cuenta, como el francés Paul Touvier –por el que vendría el escándalo en los medios en Francia pocos años después y a él, la persecución y el final de su vida-. o el suizo Francois Genoud, el "banquero nazi" como lo apodaba la prensa suiza sin escrúpulos ni complejos.

O de otros típicos productos suizos que me fue dado el conocer más tarde como el ideólogo y ensayista y agitador y propagandista –siempre envuelto en polémica, en el borde o en el límite de la corrección política- Jean Ziegler, o el escritor y periodista (de Berne), Albert F. Alfred Huber, "Ahmed Huber" después de su conversión al Islam –fenómeno sin parangón al igual (el de los numerosos conversos suizos al Islam) en la Europa contemporánea.

O los lazos más estrechos de lo que parece a primera vista de Suiza y de España de mucho antes de la democracia, como lo ilustra el refugio y la acogida de la que disfrutaron en el país alpino el jefe de la Casa Real española que publicó y difundió desde allí precisamente, al final de la guerra civil española, el Manifiesto de Lausanne. “Lausanne me justifica ante el mundo” dijo Umbral -en su obra “La Leyenda del Cesar Visionario”- que decía cáustico el Caudillo,  (…) ¿Por eso fui a parar yo precisamente allí? Una y otra vez después mi marcha de Ecône, nunca desde entonces deje de preguntármelo.

Y todo eso, como un fuerte estruendo de ruido de cacerolas que dirían en Francia, es lo que acompaña esta noticia aparentemente trivial del accidente de aviación de un JU-52, por el que venimos a saber que fue la fuerte oposición de la sociedad suiza lo que les libró de la suerte –del desguace- que se les tenia prometida y que acabaran convertidos en autenticas estrellas de atracción turística hoy por hoy en la aviación comercial de país alpino. ¡Y en servicio activo de la aviación militar también como lo descubre (o destapa) esta noticia! (…)

Una foto o estampa inmarcesible, la de esos Junkers –con una cruz o con la otra, qué importa- surcando los incomparables paisajes de Suiza. Que me levanta el ánimo hasta las nubes y transporta lejos mi mente por los cielos de la Memoria. Y eso es lo que importa

2 comentarios:

Boix dijo...

Qué curioso que la fuente de la noticia de Clarin sea La Vanguardia.

Juan Fernandez Krohn dijo...

No sé por donde va tu comentario, Boix (¡muy buenos días!) Me imagino no obstante que es una alusion al fundador y gran patrón de la Vanguardia, el Conde de Godó, que debe conocer bien la Suiza y más en particular la Romandía, y Lausanne, más todavía, de cuando vivió alli Don Juan. Cataluña, piedra de escándalo y de tropiezo o balsa de salvamento -y redencion y rehabilitación- de una dinastía ¡Encrucijada fatal!