domingo, octubre 16, 2016
Canto A Una Estrella
Cuando todo se hace noche
cuando la tormenta arrecia
no somos capaces de ver
el (gran) rey Sol que se acerca
y en la noche blanca (¡cielos!),
mi cabeza dando vueltas,
sólo dormí reposando
el poso de mi experiencia
de tantos años (días, noches)
de aventura, de bohemia
(a la que no llamaba así)
¡de una vida de poeta!
de alma errante y solitaria
discurriendo entre la niebla
sólo, sin más compañía
que una memoria ¡Tristeza!
Mi diosa, mi hada madrina,
mi más leal compañera
la memoria de lo antiguo
y de ti amor, de tu estrella
que amaneció un día en mí
y me guió después ¡sólo ella!
Y por eso te canto a ti
y a ese sueño que se aleja
que empezó a huir, cuando caí en mí
así de pronto, por sorpresa
sin ruido, sin alharacas,
como el día, que se acuesta,
y no acierto a decirle adiós
porque no sé si eres tú o ella
la que va con él, la otra
que tanto se te asemeja
como un doble tuyo o tu clon
o como tu alma gemela
¡oh qué confundido anduve,
cómo erré amor! ¿Me perdonas?
Dime que sí y volveré a reír,
o díselo a las estrellas
que me hagan sólo un guiño
en la noche de tormenta
Cuéntale a las estrellas, sí,
lo mucho que te amé (¡a ciegas!)
como un niño o un hombre/niño
que aún cree en esas cosas
que aún cree en el asombro, mujer,
de las miradas sinceras,
en la fogata que alumbran
y en la corriente que crean
(y se compadece de sí
cuando se mira de cerca)
Cruz y raya eso me dije
y sin embargo esos ojos (…) ¡oh!
que me siguen día y noche
¡Misterio de sin/razón!
Ojos verdes, gris/azules
marrón/beige ¿o que sé yo?
que me llevé bien clavados
en la mente (en el corazón)
y aún ahí siguen espiándome
y perforándome ¡ay dolor!
martirio de enamorado
flor roja (¡ay!) de mi pasión
del rojo (sangre) de tus labios
misterio de encarnación
como el ardor que me infundes
cuando me miras amor
cada vez que te apareces
y huyes como una exhalación,
como el espíritu/santo
o un arcángel que pasa (¡dios!)
o un arquetipo de mujer
de los que ideó el gran Platón,
¿de esos modelos eternos
de mujer tú amor? ¡dímelo!
¿Modelo de rara belleza
de encanto y de discreción?
¿De fingimiento y disimulo,
de engaño y de seducción?
Todo junto y bien revuelto
que qué es una mujer, si no,
sino un misterio hondo y espeso
de eterna contradicción
que hoy dice tres veces sí
y mañana te dice no
y pasado vuelve a la carga
hasta hacer perder la razón
pero yo te resistí ¡oh sí!
a fuerza de brío y de tesón
y cuando acabe el partido
tendrás que pedirme perdón
(de un beso en esas ojazas
no más que eso te pido ¡no!)
cuando la tormenta arrecia
no somos capaces de ver
el (gran) rey Sol que se acerca
y en la noche blanca (¡cielos!),
mi cabeza dando vueltas,
sólo dormí reposando
el poso de mi experiencia
de tantos años (días, noches)
de aventura, de bohemia
(a la que no llamaba así)
¡de una vida de poeta!
de alma errante y solitaria
discurriendo entre la niebla
sólo, sin más compañía
que una memoria ¡Tristeza!
Mi diosa, mi hada madrina,
mi más leal compañera
la memoria de lo antiguo
y de ti amor, de tu estrella
que amaneció un día en mí
y me guió después ¡sólo ella!
Y por eso te canto a ti
y a ese sueño que se aleja
que empezó a huir, cuando caí en mí
así de pronto, por sorpresa
sin ruido, sin alharacas,
como el día, que se acuesta,
y no acierto a decirle adiós
porque no sé si eres tú o ella
la que va con él, la otra
que tanto se te asemeja
como un doble tuyo o tu clon
o como tu alma gemela
¡oh qué confundido anduve,
cómo erré amor! ¿Me perdonas?
Dime que sí y volveré a reír,
o díselo a las estrellas
que me hagan sólo un guiño
en la noche de tormenta
Cuéntale a las estrellas, sí,
lo mucho que te amé (¡a ciegas!)
como un niño o un hombre/niño
que aún cree en esas cosas
que aún cree en el asombro, mujer,
de las miradas sinceras,
en la fogata que alumbran
y en la corriente que crean
(y se compadece de sí
cuando se mira de cerca)
Cruz y raya eso me dije
y sin embargo esos ojos (…) ¡oh!
que me siguen día y noche
¡Misterio de sin/razón!
Ojos verdes, gris/azules
marrón/beige ¿o que sé yo?
que me llevé bien clavados
en la mente (en el corazón)
y aún ahí siguen espiándome
y perforándome ¡ay dolor!
martirio de enamorado
flor roja (¡ay!) de mi pasión
del rojo (sangre) de tus labios
misterio de encarnación
como el ardor que me infundes
cuando me miras amor
cada vez que te apareces
y huyes como una exhalación,
como el espíritu/santo
o un arcángel que pasa (¡dios!)
o un arquetipo de mujer
de los que ideó el gran Platón,
¿de esos modelos eternos
de mujer tú amor? ¡dímelo!
¿Modelo de rara belleza
de encanto y de discreción?
¿De fingimiento y disimulo,
de engaño y de seducción?
Todo junto y bien revuelto
que qué es una mujer, si no,
sino un misterio hondo y espeso
de eterna contradicción
que hoy dice tres veces sí
y mañana te dice no
y pasado vuelve a la carga
hasta hacer perder la razón
pero yo te resistí ¡oh sí!
a fuerza de brío y de tesón
y cuando acabe el partido
tendrás que pedirme perdón
(de un beso en esas ojazas
no más que eso te pido ¡no!)
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