El segundo gran error -que le resultaría fatal- de la Monarquía (de tiempos de Alfonso XII) -que el primero fue el que cometió con Don Antonio Maura tras la Semana Trágica- fue la retirada de la confianza egregia al general Primo de Rivera, víctima de intrigas militares y cortesanas, y que había salvado a la institución y al monarca de verse arrastrados en el fango -y el deshonor- de las intrigas que había desatado el Desastre de Annual. Y a fe mía que se diría que la monarquía -me refiero a la dinastía actual- haya reservado todos sus grandes desplantes y desaires en el siglo XX a sus más fieles y leales servidores (léase de derechas o de centro/derecha) Y ocurre que la investidura que se anuncia para mañana podría depararnos la sorpresa (mayúscula) de una investidura por carambola, me explico, y es si el candidato socialista consigue arrancar in extremis un sí o simplemente una abstención a la bancada de Podemos por un cambiazo de último minuto que le granjease igualmente -a modo de inercia- el voto de Ciudadanos, pillados por sorpresa o con la coartada de la sorpresa que me diga que les dispensase de reaccionar a tiempo (de cara a sus electores) Lo que como por arte de magia o de pura chiripa (como decíamos de niños) o carambola, daría a Zetapedro esa mayoría absoluta tan ansiada. ¿Es posible prevenir todavía una situación así a escasas horas de la (primera) votación de investidura? Me explico ¿seria pertinente -llegado el caso de presentarse esa eventualidad- un gesto egregio (a fe mía indispensable) con vistas a clarificar de urgencia la situación (nota bene), que hiciese abortar -imponiéndo por ejemplo (con el fin de evitar el efecto sorpresa) un orden en la votación, léase, de hacer votar a Podemos antes que a Ciudadanos)- o a conjurar lo que no seria más que un fraude a la ley y a la voluntad (manifiesta) de los electores? Caveat Rex!Ite Missa est? Todo parece indicarlo. Aunque el autor de estas líneas no lo da por tan seguro (¡lagarto, lagarto!) Y me pongo a darle a la tecla cuando el candidato socialista lleva ya más de hora y media de discurso de investidura, y los comentarios en la red y en los foros van todos o casi todos por ese mismo camino, de la desautorización y de la crítica.
Sectarismo y ausencia de auténticas propuestas generadores de consenso. O si se prefiere, un discurso ideológico y beligerante que viene a traducirse o a reducirse a un anti-programa, léase a un programa anti-PP, a saber, de echar abajo a toda costa lo que el PP habrá logrado (mal que bien) en la presente legislatura tanto en los planos legislativos como en el de las realizaciones prácticas, y empeñándose al mismo tiempo en una defensa cerrada del zapaterismo a base de reivindicar -en su globalidad- el balance del anterior presidente socialista, comenzando por su buque insignia, que lo fue de Zapatero y parece -a tenor del discurso de hoy- que fuera a seguir siéndolo del candidato Zetapedro caso de lograr su investidura, a saber la ley funesta de la memoria (histórica) que promete seguir financiando y por la aplicación de la cual parece querer seguir obrando, con la crispación guerra civilista que traería fatalmente consigo, y los riesgos serios de acabar desembocando en un nuevo episodio (declarado) de la guerra civil (del 36) interminable.
Contra lo que en estas entradas vengo ya desde hace un buen rato alertando. Cambio o no cambio, esos parecen ser los términos (cruciales) de la propuesta de alternativa de Zetapedro que no viene a esconder en suma mas que un requerimiento (o ultimátum) a aliados eventuales del sí o no a Rajoy que le obsesiona y le persigue desde antes de la celebración de las elecciones generales. El cambio (sic) fue el leitmotiv o la consigna del Frente Común (de izquierdas) que dio en Francia el triunfo a Mitterrand en el 81, y que me pilló en el país vecino (como algunos aquí ya saben) Han pasado la friolera de treinta y cinco años.
Para algunos no obstante, se diría que solo treinta y cinco minutos, porque el mismo enfoque o mentalidad -de frente popular que inspiraba a a izquierda francesa entonces -y grosso modo a la de los demás países de Europa- sigue inspirando a todas luces el abordaje del candidato socialista de cara a la votación (o votaciones) de investidura, tantos años después del colapso de los regímenes comunistas del Este de Europa y de la caída del Muro.
¿Le quedan aún cartas en la manga a Zetapedro? Hasta que no acabe su discurso no se puede decir, pero con ese llamamiento al cambio tan terminante esta echando más que un guiño a los únicos que podrán sentarle en la poltrona tan ansiada, Podemos y sus marcas (regionales o autonómicas) Haría falta mas cabe conjeturar así de entrada. Algo así como un órdago a la grande que le ponga en manos de la izquierda y que desconcertara a su aliado (“ciudadano”) de circunstancias, cogiéndole por sorpresa e impidiéndole así reaccionar (a su debido tiempo) a menos que este se vea ya rendido y entregado de pies y manos (…)
Fui jugador de mus en mis años adolescentes, y confieso que fue el único juego de cartas en el que no me habré sentido una nulidad (completa), antes al contrario, y me pregunto si no habría llegado lejos con esa aptitud de haberla cultivado, como sea, de aquella afición juvenil me quedó bien claro que en ese juego de cartas y en otros de ese mismo género -de pasar o de envidar, de aceptar o no aceptar- lo esencial es la credibilidad, que te crean, me explico que te crean capaz de engañar, léase de dar el trueque en lo que estás diciendo o proponiendo.
Y está claro que no se puede lanzar un órdago a la grande de último minuto cuando llevamos todo el tempo amaga y envidando en sentido contrario, como lo viene haciendo Zetapedro desde hace tres semanas. Así no se engaña nadie (de buena ley me refiero) Le habrá sido preciso desde luego todo ese tiempo y mas para llegar a la conclusión o confesárselo a si mismo y confesárselo a los demás -como acaba de hacerlo en su discurso de investidura (dando así la razón al PP que venia amonéstandole en ese sentido desde hacía un rato)- que hoy por hoy no existe una mayoría de izquierdas, contra lo que él mismo no se habrá cansado de anunciar y prometer desde que empezó la carrera a la investidura
ADDENDA Las horas pasan, desde que me puse a redactar esta entrada, que reanudo ahora tras haberse visto finalizado el discurso (tan esperado) del candidato socialista a la investidura. ¿Qué cosas dices Sánchez Castejón? Mestizaje (sic) ideológico. Algo a lo que según él deberíamos sentirnos (sic) todos obligados. ¿Estará acaso aludiendo a su situación personal, por su mujer me refiero, de nacionalidad rumana? Se me ocurre así de pura hipótesis, me explico, que pueda tratarse en él de una extrapolación de un mestizaje cultural, si se puede hablar así tratando de dos países (España y Rumanía) de un mismo basamento cultural latino (romano)
La historia de Rumanía en el siglo XX y en lo que va del actual no es extrapolable en modo alguno con la española como no lo eran cuando Aznar lanzó su operación de catarsis “a la griega” -que en España se bautizó como pinza (anti-PP)- los pasados respectivos de España y de Grecia, en relación con la Segunda Guerra Mundial muy en concreto. Grecia fue un país ocupado por las tropas alemanes e incorporado al Nuevo Orden, y dividido de hecho aquellos años entre Resistencia y Colaboración que se disputaban la adhesión del pueblo griego, y la derrota de Alemania les permitió el figurar -por cuenta de la Resistencia anti-alemna- en el bando de los países vencedores de la guerra, minetras que España, por obra y gracia de una neutralidad oficial que no era mas que la tapadera de una clara beligerancia a favor de la causa de los países del Eje, figuró en el bando de los vencidos y perdedores aunque la reedición de Franco a los aliados (por mediación vaticana) -en el 45- nos evito el vernos sentados en el banquillo de los acusados en Nuremberg donde sin duda alguna se fallaron cláusulas secretas en relación con España y su régimen, que se veían así de una forma u otra juzgados en aquel celebre tribunal por rebeldía (o contumacia) En Grecia en cambio, las pinzas anti-Pasok que se sucederían en la década de los noventa tras la caída del Muro se producirían en un contexto muy distinto al de la España de las últimas décadas.
La guerra civil griega -de tantas analogías con la española- que siguió a la terminación de la Segunda Guerra Mundial, había terminado si no en el 45, sí en cambio con la caída del régimen de los coroneles (en el 74) que para muchos griegos -de izquierdas- no eran más que los continuadores del régimen instaurado en el país heleno por los nazis durante la guerra. En España en cambio, en la era Aznar la guerra civil del 36 no se había terminado todavía y por consiguiente la llamada pinza anti-PSOE no era un calculo político sagaz o no tan sólo, sino sobre todo una concesión (más) -de talla- a los vencidos del 36 y ganadores (que en rigor no se les podía llamar vencedores) de la Segunda Guerra Mundial en el 45. Y lo mismo se puede decir de la segunda pinza a cuyos efectos y desarrollo al presente asistimos. El portavoz de Podemos se explaya de nuevo -tras el discurso de investidura y mientras concluyo estas lineas, en declaraciones que parecen apuntar a un escenario de nuevas elecciones generales tras el fracaso (por descontado) de la investidura de Zetapedro que el portavoz del PSOE parece dar también por hecho. ¡Lagarto, lagarto!
¿Imposible e impensable otro escenario, el que contemple el voto sí de Ciudadanos y a la vez la abstención -o el sí- de Podemos y de sus marcas (en virtud de un pacto secreto del que tanto se viene hablando, en las redes si no en los ´medios) ¿La solución pues a ese punto muerto -si el partido de Alberto Rivera se conduce con esa coherencia que su líder tanto pregona- el que votasen después de los de Podemos, con instrucciones claras a sus miembros?
En cualquier otra coyuntura no vemos claro como podría evitarse que la conducta tránsfuga de un Rivera se sutrajese a los compromisos contraídos con sus votantes. ¿Una palabra o un gesto o señal de la Zarzuela más que pertinente imperativo, con vistas a la clarificación de la situación, antes pues que sea demasiado tarde? CAVEAT REX!
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