Un flagrante botón de muestra de las contradicciones en las que se debate la izquierda española de cara a las sesiones de investidura a las que venimos asistiendo lo son las declaraciones -seguidas pocoas horas después de la rectificación de la propia interesada- de la alcaldesa Carmena, de apoyo (sic) a un gobierno de izquierdas, de cara a la votación (previsible) de mañana. ¿Cuántas semanas le quedan aún en el ayuntamieno madrileño a la yaya roja tras el fracaso en la investidura de aquél al que debe su poltrona?La abuela (o la “yaya”) de los indignados -por lo menos esa es la imagen que de la Carmena dan los medios y sin duda la que también ella quiere dar de sí misma-, habrá hecho un llamamiento in extremis en direccion de Podemos para que voten como es debido (léase “ a izquierdas, léase a favor de Zetapedro) en la segunda votación de investidura de mañana viernes, lo que ha reencendido la esperanza y el optimismo no sólo en el PSOE y en su candidato sino también en los medios que les vienen apoyando, protagonistas (descarados) desde que se abrió la crisis en curso al dia siguiente de las elecciones del pasado 20 de diciembre de una operación (de altos vuelos) de acoso y derribo contra el presidente aún en funciones con escasos precedentes en las décadas que llevamos recorridas los españoles desde la instauración de la democracia.
Como lo ilustra el caso emblematico en extremo de Federico Jiménez Losantos y de la voltereta tan espectacular que habrá venido consumando en las últimas semanas. La coherencia -con las propias posturas- es algo de importancia primordial en política, y no lo digo yo sino el propio interesado que lo acaba de repetir en una de sus últimas intervenciones mañaneras.
Y a fe mía que no se puede estar al mismo tiempo en misa y repicando -como en Aragón tierra del interesado tanto se dice (creo)- y se entiende difícilmente pues que Losantos se haya pasado años predicando -y ganándose la vida de paso con ello- lo contrario precisamente de lo que viene ahora a defender sin el menor rubor ni empacho, y a apoyar (contra viento y marea) la candidatura de un partido (el PSOE) en el que durante décadas él quiso ver la madre de todos los males (sin mezcla de bien alguno)
¿París bien vale una misa, léase una licencia de explotación y otras añadiduras (por ejemplo unas o dos cadenas con protección estatal de propina) como lo vienen insinuando algunos incluso en las páginas del propio medio que Losantos dirige?
No soy demócrata nunca consentí en definirme así -aún cuando me sentí presionado (mas o menos tácitamente) a acceder a ello-, no me educaron así (un caso el mio igual al de tantos y tantos españoles) y por lo tanto me sigo considerando un tanto neófito o ignaro en todo lo que se relaciona con la democracia y sus principios y también su funcionamiento, sus resortes y engranajes y otros muchos de sus secretos. José Antonio tampoco lo era, por lo menos no lo fue durante la casi totalidad de su trayectoria política y sin embargo supo jugar -con mejore o peores resultados- el juego de la democracia parlamentaria.
Como lo oí declarar ante el ruidoso aplauso de una parte del auditorio que llenaba (al completo) el aula magna de la facultad de Derecho de la Complutense primavera del curso académico del 66-67 (mi primer año en la Universidad)- al entonces presidente de la sección juvenil (sic) del Círculo Doctrinal José Antonio, presente entre el publico asistente, que se se sintió sin duda aludido por las posturas y las palabras del conferenciante, Narciso Perales, falangista histórico -de camisa azul (sin corbata) en la tribuna- y figura emblemática de una falange disidente (“de izquierdas”) en el tardofranquismo y en los años de la transición, y vino a invocar en el turno de preguntas y respuestas el ejemplo de la práctica parlamentaria de José Antonio durante la república, en un cerrado alegato pro domo en defensa y justificación de la organización (legal) a la que él representaba, que los falangistas/puros criticaban por sus compromisos (oficiales) con el partido único en vigor todavía entonces.
Un debate, aquél, un tanto surrealista ya para la época aquella como lo ilustraría el que tan solo unos meses más tarde, un escenario así hubiera sido algo propiamente impensable a tenor de la politización de vértigo (a la izquierda) que iría a sufrir el estamento estudiantil en la Universitaria madrileña arrastrados en masa en la ventolera de un movimiento de indignación política precursor por tantos y tantos conceptos del que vendría a eclosión décadas mas tardes (y que venimos sufriendo todavía)
¿Se imaginan? ¿Un falangista histórico -por muy puro o disidente (o anti-franquista) que se proclamase- dirigiéndose (en camisa azul además) a los estudiantes en un auditorio tan autorizado (y solemne) como aquél, en aquellos claustros en donde los grupos marxistas (o neo marxistas) violentos iban a campar a sus anchas los tiempos aún por venir entonces? Un año más tarde apenas lo habrían arrastrado por lo suelos, a favor de la radicalización rampante (a medida que se acercaba el mayo francés del 68)
No fui demócrata pues, ya digo, y sin embargo, de tanto seguir el día a día de la actualidad política más candente en la España de hoy como lo vengo haciendo desde años, no me extrañaría acabar viéndome convertido en alguien ducho y experto en la mecánica democrática, en tiempos sobre todo electorales y pos electorales como los que ahora estamos viviendo. Del enemigo el consejo.
Y el leer y seguir día a día los análisis de comentaristas profesionales, por lo general políticamente orientados y que encontraron en ese cometido su medio de vida- enseña no poco, y aguza el olfato no poco también aunque solo sea, a la hora de auscultar por donde viene el viento y por donde van los tiros (como ahora) Y leyendo el análisis de un conocido comentarista en la edición de hoy del medio digital en el que a diario colabora vengo a saber algo de lo que no me había dado cuenta antes hasta hoy, lo confieso, en punto a la estrategia -de división- de Zetapedro con vistas a las votaciones e investidura, que habrá tenido de blanco principal a Podemos y sus marcas regionales o autonómicas.
Lo que da la clave a fe mía de los movimientos de las últimas horas en al cámara de diputados y de las diferentes intervenciones de la sesión de investidura así como de las escenas (e incidente de los que se habrán visto salpicadas) al interior del hemiciclo. Como por ejemplo, el gesto por el que habrá venido el escándalo del beso en la boca, del líder de Podemos y del que lidera el grupo de sus aliados en Cataluña. ¿Será oída y seguida la yaya madrina (y roja) en la votación de mañana tan crucial y decisiva? Todo lleva a indicar que no, pese al optimismo (incandescente) que su llamamiento habrá despertado entre algunos. Unos llamamientos estériles y fatalmente destinados a caer en saco roto, como los llamamientos del papa Francisco (comparaciones odiosas)
¿Toque de difuntos, más bien, lo que se anuncia, del viejo espíritu de frente popular (léase anti-PP, anti-Rajoy) que Zetapedro habrá venido a reencarnar, eso que parece anunciar su previsible fracaso -cantado ya por muchos (a comenzar por la unanimidad de la gran prensa extrajera, francófona, inglesa, italiana, alemana o portuguesa)- en la votación de investidura prevista para mañana viernes?
Sellando así de paso el destino de los antiguos indignados de Podemos -y asimilados- que al contrario de los emigrados monárquicos de los tiempos de la revolución francesa, habrán aprendido y olvidado (sic) no poco a la vez de sus propios fracasos (léase del 15-M y de la protesta callejera e insurreccional de los indignados)? ¡Vivir para ver fantasmas míos!
ADDENDA Donde dije digo, digo diego. Acababa de terminar estas líneas cuando me cruzo en la red con la noticia de útimo minuto de la rectificación in extremis de la Carmena a su declaraciones anteriores, de hacía unas horas. Lo que ella quería decir era “un gobierno de izquierdas” ( y no votar sí, mañana, en la votación de investidura) Si, yaya/madrina, claro, no te habíamos entendido. ¿Cuantas semanas le quedan en la poltrona? Se admiten apuestas. ¡Adiós yaya roja adiós!
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