"Seréis signo de contradicción", reza la biblia canónica (fuera de toda sospecha) y también una obra del mismo título de San Karol Wojtyla (que descanse en paz por los siglos de los siglos) "Y luz e iluminación de las gentes", continúa –como a modo de balanceo- el relato bíblico. ¿Se le pueden negar esas notas (de santidad) a Franco, en pura teología católica (tridentina o woytiliana)? Guió hasta la victoria, de sus luces de visionario -Umbral dixit-, a sus partidarios en la guerra civil española (primera fase), y que hoy por hoy siga siendo un signo de contradicción en la sociedad española –partida grosso modo por la mitad por cuenta suya, a creer a los sondeos- es algo que salta a la vista. Su causa –de beatificación, o de excomunión- sigue no obstante pendiente del juicio de la historia, léase del desenlace final de la guerra civil del 36 interminableLa Fundación Francisco Franco habrá podido celebrar (al final) una cena conmemorativa en el cuarenta aniversario de la muerte del antiguo jefe del estado en el Hotel Meliá Castilla en presencia de quinientos comensales y en medio de un fuerte dispositivo policial a la entrada del edificio ante el que se habían congregado grupos de manifestantes convocados por el foro de la memoria (léase de los vencidos de la guerra civil) que habían presentado previamente una petición (supuestamente) surtida de sesenta mil firmas a la dirección del hotel para la anulación del acto.
En el Meliá Castilla dije yo una primera misa de San/Pio V –“en latín” como se decía en España sin mas distinciones entonces- en uno de sus salones más amplios, el 30 de junio del 77 –hace la friolera de treinta y ocho años- en presencia de Monseñor Lefebvre venido expresamente desde el seminario de Ecône en Suiza a presidir la ceremonia, y junto con él, unos mil asistentes, entre ellos -de incógnito- la propia hija de Franco. Semper ídem, a lo que parece, la dirección del Meliá Castilla en sus antiguas lealtades a pesar del tiempo transcurrido.
Fue un acto religioso aquél, quién lo duda, y fue al mismo tiempo -¿quién podría dudarlo también? y si dudas cupieran allí estuvo la hija del anterior jefe de estado para reafirmarlo-, un acto de política religiosa en el sentido que dieron a esa expresión Maurras, y tras él, el español Rafael Sánchez Mazas, uno de los miembros fundadores de la Falange. Yo así lo viví desde luego –como un acto no meramente religioso- y así lo asumo tantos años después, dejándome de eufemismo, como un acto político en sentido amplio del término (que incluía lo espiritual o religioso) Aquello marcó ya el inicio de mi estigmatización en los medios españoles por que le faltó tiempo al entonces cardenal de Madrid -Vicente Enrique y Tarancón- para sacar una nota en los medios condenando abiertamente el acto –por ilícito (sic)- y descalificando a sus organizadores y participantes y protagonistas (y en particular el que esto escribe)
Y en el diario “La Hoja del Lunes” se publicó justo a seguir una reseña del acto del que retuve los comentarios poco amistosos que en él me reservaba el autor del artículo, que parecía conocerme de antiguo y que me describía con esa frialdad proverbial (sic) que me caracterizaba, algo en lo que no me reconocí por cierto entonces y tantos años después sigo sin reconocerme. Muy conforme, se podía leer en el resto del artículo, a la imagen de selectos –léase elitistas- que (según él) se desprendía del ambiente que se respiraba en aquella ceremonia. Los asistentes a la misa de Fernández Krohn –venía a decir en guisa de conclusión y cabe decir que acertó, en lo que a mi persona respecta, con su profecía (de periodista bien informado y perfectamente al corriente de qué lado soplaban los vientos) -, le habrán dado con este acto olímpicamente la espalda (o algo así) al futuro de España.
No se equivocó, porque a partir de entonces mi expatriación –iniciada ya unos años antes, es cierto, cuando me fui al seminario de Ecône- se proseguiría grosso modo hasta hoy, por motivos de conciencia –no poco ideológicos- más que otra cosa. Y treinta y ocho años después, cabe decir que el futuro del que hablaba el periodista de la Hoja del Lunes sigue siendo ese pasado que no pasa (ahora como tampoco entonces), tal y como lo ilustra la cena que tuvo lugar ayer, en el mismo lugar de la ceremonia integrista aquella, en homenaje a una figura de la historia de España contemporánea que sigue –como el Stalin de los filmes de la Glasnost- sin enterrar, como de cuerpo presente para gran escándalo y consternación de sus detractores.
No soy franquista (propiamente hablando), no me asumo como tal, y no de ahora sino de antiguo desde mis tiempos de la universitaria madrileña cuando estuve metido en política como ya aquí todos o casi todos saben. Y en la fundación organizadora del acto, sin duda que no lo ignoran. A la figura del anterior jefe de Estado tengo dedicados no pocas entradas de este blog en las que la abordo en un espíritu critico no poco revisionista. En la medida no obstante que la guerra civil del 36 sigue todavía riñéndose de una manera y otra entre españoles –y dentro y fuera de España también-, esta claro que el juicio definitivo de su figura sigue a la espera del desenlace definitivo de aquella, que es el que le reserve una España que haya dado por finalizada la guerra civil interminable, cuando los vencidos del primero de abril del 39, léase sus descendientes o herederos, acaben rindiéndose a la evidencia –al cabo de tantas escamaruzas de lucha asimétricas y desiguales, perfectamente inútiles- y dándose por vencidos.
Y así, el parte de guerra aquel del primero de abril pueda ser ya visto como historia verídica y como tal aceptados por todos, y no como un campo de batalla de la guerra de propaganda (interminable) en su versión ultramoderna de guerra de información (en terminología actual, de estudiosos y analistas) No hubo rendición propiamente hablando el Primero de Abril. No hubo ni siquiera acta de capitulación –no ya tratado de paz o armisticio- entre los dos bandos contendientes en la guerra civil (propiamente dicha), en la medida que una de las fuerzas componentes del bandos de los vencidos siguió la lucha en el exilio y se encontró en el bando de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial en el 45.
La guerra continua, como lo ilustra el que un acto meramente conmemorativo como la cena del Hotel Meliá pudiera convertirse en campo de batalla (o de trincheras), en los alrededores del edificio por lo menos. Decía Umbral en “Amado Siglo XX”, el último de sus libros publicados en vida y que como tal puede ser visto como una especie de testamento literario (el último a fe mía, porque escribió unos cuantos), que la memoria de Franco continuaba gozando del favor de una mitad de españoles, basándose para afirmar aquello en sondeos de opinión púbica -¡menudo signo (bíblico)de contradicción!-, y no creo que en el tiempo transcurrido desde la aparición de aquel libro –seguido poco después de la muerte de su autor- la situación a ese respecto se haya visto modificada de forma sustancial o cualitativa.
Los partidos de izquierda, incluido Podemos, habrán brillado entretanto por su ausencia en esa y otras manifestaciones de protesta y de condena del jefe de estado anterior y de su régimen en estas fechas de aniversario. ¿Augurio prometedor de que el final de la guerra civil interminable esta cerca?
Que traerá un juicio definitivo –de absolución cabe apostar ya- a la figura de Franco, signo de contradicción como lo sigue siendo en el seno de la sociedad española, y luz e iluminación como lo fue para sus partidarios en la guerra y en la posguerra
1 comentario:
http://www.jmalvarezblog.blogspot.com.es/2015/12/blindan-y-brindan.html#more
este enlace contiene una informacion procedente de "publico" con una foto de l dos "antifranquistas" con pelambrera cutre y barriga obscena...y denunciando la "impunidad" del "franquismo".
La prensa "normal" apenas informó... o más bien nada...
Este enlace corresponde a un bloguero lleno de odio que llama "fascista" al torero Manuel Benitez "El cordobés" y que además defiende la soberania británica en Gibraltar... y él se autodefine, creo, como "andaluz".
Saludos. y Animo
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