domingo, agosto 30, 2015
Flor de Expatriación (poesía en domingo)
En el espacio sideral,
en los cielos del desierto
de noche y limpios de nubes,
en autopista o a mar abierto,
el lanzarse es lo que cuenta
con sol radiante y risueño
o luz en la noche en calma
y diamantes en el cielo
después de dejar todo atrás
¡solos en el firmamento!
Magia del instante “ahora o nunca”
en rosa o en azul, “cool, cool”
-todo como la seda, suave-
del “Espíritu de San Luis”
(¡mito del eterno retorno!)
de Lindberg, el Pájaro Azul
Luz al cabo de la noche,
¡Noche, noche –“Grand Soir”- sin fin!
Al cabo de la travesía,
cuando estaré cerca de ti
como nunca lo estuve hasta hoy
Mucho más de lo que te crees tú
(De lo que me crees capaz a mí)
Cuando deje atrás al final
esa somnolencia (ese sopor),
esa indiferencia hacia todo
que no sea mi mundo (y tú y yo),
el no tomar nada en serio
el reírme de todo (¿o no?)
en medio de los fregados
¡Flor rara de persecución!
De una vida de combates
que reivindico ¡por mi honor!
y sin darme por vencido
mientras haya vida (y amor)
Redimiendo así a los míos
vencidos en la confusión
sin darse cuenta siquiera
de su derrota ¡ay dolor!
De esa nube de fracaso
donde mi vida discurrió
sin darme cuenta de ella
hasta que dije a todo adiós
y empecé a ver todo claro
a distancia y con calor,
el de la sangre y el afecto
y el ser del mismo color.
¡Misterio de la nube aquella!
Clave última de explicación
de aquella honda amargura,
de un hombre, de una institución,
de una derrota invisible
que vi al fin ¡Flor de expatriación!
¿Cuánto más cerca más lejos ?
No me conoces tigresa,
ni las bazas en mi zurrón
que ni imaginas siquiera
Capaces de dar la vuelta
a la ocasión más aviesa,
de llevarme al campo o al río
una tarde de verbena
a tiempo o a contratiempo
a la mujer más traviesa,
más mujer o más versátil,
más rebelde y caprichosa,
más feroza y más agreste
como lo eres tú, mi archiduquesa,
que sabes lo que no quieres
¡Ni en pintura ver, celosa!
Y no sabes que me quieres
¡Más que a ti misma golosa!
A mí y a mi circunstancia
que a veces tanto me pesa
¡Ni se me ocurrió por un instante
el tesoro que ella encierra
de experiencia (y temple también)
que de tanto fuego esta hecha!
Fuego de cien mil fregados
entre triunfo y derrota
que supe lidiar por ti amor,
por ti amor más que por otras,
que lo que por ti hice y no hice
decirlo en verso, o en prosa
me da vergüenza (¡qué pudor
que solo vence el poeta!)
Y eso es lo que estoy haciendo
en estos versos de amor (y guerra),
en mi confesión poética,
de hinojos ante ti ¡papisa! (y princesa)
en los cielos del desierto
de noche y limpios de nubes,
en autopista o a mar abierto,
el lanzarse es lo que cuenta
con sol radiante y risueño
o luz en la noche en calma
y diamantes en el cielo
después de dejar todo atrás
¡solos en el firmamento!
Magia del instante “ahora o nunca”
en rosa o en azul, “cool, cool”
-todo como la seda, suave-
del “Espíritu de San Luis”
(¡mito del eterno retorno!)
de Lindberg, el Pájaro Azul
Luz al cabo de la noche,
¡Noche, noche –“Grand Soir”- sin fin!
Al cabo de la travesía,
cuando estaré cerca de ti
como nunca lo estuve hasta hoy
Mucho más de lo que te crees tú
(De lo que me crees capaz a mí)
Cuando deje atrás al final
esa somnolencia (ese sopor),
esa indiferencia hacia todo
que no sea mi mundo (y tú y yo),
el no tomar nada en serio
el reírme de todo (¿o no?)
en medio de los fregados
¡Flor rara de persecución!
De una vida de combates
que reivindico ¡por mi honor!
y sin darme por vencido
mientras haya vida (y amor)
Redimiendo así a los míos
vencidos en la confusión
sin darse cuenta siquiera
de su derrota ¡ay dolor!
De esa nube de fracaso
donde mi vida discurrió
sin darme cuenta de ella
hasta que dije a todo adiós
y empecé a ver todo claro
a distancia y con calor,
el de la sangre y el afecto
y el ser del mismo color.
¡Misterio de la nube aquella!
Clave última de explicación
de aquella honda amargura,
de un hombre, de una institución,
de una derrota invisible
que vi al fin ¡Flor de expatriación!
¿Cuánto más cerca más lejos ?
No me conoces tigresa,
ni las bazas en mi zurrón
que ni imaginas siquiera
Capaces de dar la vuelta
a la ocasión más aviesa,
de llevarme al campo o al río
una tarde de verbena
a tiempo o a contratiempo
a la mujer más traviesa,
más mujer o más versátil,
más rebelde y caprichosa,
más feroza y más agreste
como lo eres tú, mi archiduquesa,
que sabes lo que no quieres
¡Ni en pintura ver, celosa!
Y no sabes que me quieres
¡Más que a ti misma golosa!
A mí y a mi circunstancia
que a veces tanto me pesa
¡Ni se me ocurrió por un instante
el tesoro que ella encierra
de experiencia (y temple también)
que de tanto fuego esta hecha!
Fuego de cien mil fregados
entre triunfo y derrota
que supe lidiar por ti amor,
por ti amor más que por otras,
que lo que por ti hice y no hice
decirlo en verso, o en prosa
me da vergüenza (¡qué pudor
que solo vence el poeta!)
Y eso es lo que estoy haciendo
en estos versos de amor (y guerra),
en mi confesión poética,
de hinojos ante ti ¡papisa! (y princesa)
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