"Están creando una situación que puede acabar peor que las dos Españas del 36"
Botón de muestra este librito de Ramon Tamames -y su fulgurante éxito entonces- de la (extraordinaria) inflación que los estudios de ciencia(s) económica(s) conocieron aquellos años que fueron los de mi paso por la Universidad. Un signo de la época. Y del ambiente que se vivia en la Universitaria madrileña. De violencia en fase de incubación, de adoctrinamiento forzoso, de guerra asimétrica (sic), por cuenta de la lucha de clases. A lo que nuestro antiguo profesor dice ahora adiós, sin complejos ni remordimientos. Todo en su honor
Como una prueba por el nueve. Aquel librito que corría de boca en boca, de mano en mano en mis (tristes) años (complutenses) de Universidad. Y era de la verdad científica, apodíctica (e inapelable) del análisis (marxista) de la realidad social y de su postulado mayor, consigna o voz de mando, y parte de guerra -de la lucha de clases- al mismo tiempo. "Los monopolios en España", especie de jeroglífico de nombres de bancos y de banqueros, vascos ellos, todos o casi todos (de lo que recuerdo), especie de análisis geométrico/algebraico, como de líneas o de flechas (y vectores) que ligaba los unos a los otros, tan gráfico tan obvio y tan expresivo que quizá por eso no llegué a terminar de leerlo, y arrumbarlo después (lo confieso) en el cuarto de los trastos viejos. Arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Y he aquí de nuevo al bueno de Ramón Tamames con tantos años encima y (eppure) con unos planteamientos sorprendentemente jóvenes (nuevos), pese al paso del tiempo (...) Con un mensaje a pesar de las apariencias, de tono y espíritu reconciliador, en el plano generacional, como un soplo de aire fresco.
Y es lo que me interesa retener de este episodio (casi baladí) de la moción de censura y no de su resultado que ya daban por cantado todo el mundo (en todos los medios (...) Que el portavoz o uno de los más emblemáticos de todos ellos, de toda una generación universitaria (manipulada) que fue la mia -y a la que acabé dando la espalda porque ellos me la dieron a mi, todos o casi todos ellos-, que el mentor -"maître à penser" en francés- de todos ellos, como digo, acabe diciendo al final digo donde dijo Diego se merecía una glosa en este blog. Sin falta y sin remedio.
Y es por el mensaje -rezuante de humor insólito (el suyo, del bueno)- con el que habrá entendido deber concluir su moción, como buscando así el conjurar ese guerracivilismo ambiente -de la Moncloa, como en los medios-, hacia las dos Españas (del 36), y sin pelos en la lengua ni omitir o escamitar nombres y apellidos ("de los suyos"), que habrá hecho rasgarse las vestiduras a los garantes de lo históricamente correcto, se merece, como digo, que nos quitemos el sombrero.
Como un viento suave de paz social, de calma y de sosiego, lo que la moción de censura y su patrón habrá hecho recorrer lo largo y a lo ancho del país. Mis respetos. Que en el futuro más o menos próximo cuando cronistas e historiadores se vuelquen sobre este período incierto y (en apariencia) aciago -con horizontes de guerra internacional- que nos habrá tocado vivir, le apuntarán de seguro a él con el dedo, como uno de los artífices de reconciliación, de que la sangre no haya llegado al río (por los pelos), en España me refiero.
Como no llegó tampoco entonces. Gracias (también) al repliegue y al enroque, que fue el mío y el de otros cuantos -unos pocos, "diez y siete"- como yo? Es lo que se deben estar preguntando algunos (para sus adentros) No entro (a drede) en el debate subyacente y al alcance de polítologos en torno a alianzas y votos y abstenciones que se habrán sucedido en el parlamento, de si VOX debía censurar, y Tamames apoyarlos y los del PP abstenerse en cambio (como una segunda/natura) -no lo sé, que como diría Umbral, yo de esas cosas no entiendo.
Pero sí apruebo (al cien por cien) la andadura del partido que catalogan de extrema/derecha, de recoger (resueltos) el guante del desafio -como habrán decidido ahora con el concurso de alguien "que viene de lejos"- y es el de la guerra cultural (sic) que el jefe de gobierno y su equipo en el poder llevan adelante proa al viento. Sin tapujos ni complejos, los unos como los otros, pues. Las cosas claras y el chocolate espeso
Largo Caballero, el nombre (propio) que habrá marcado la moción de censura de ayer, de lejos. Que le juzgue la Historia o (lo más probable) que le condene al olvido el paso del Tiempo. De olvidar sobre todo por su papel tan funesto y (gran) responsabilidad en el trágico final de José Antonio, y el suplicio inhumano que sus verdugos -anarquistas, socialistas y comunistas- le reservaron en la cárcel de Alicante. Con el visto bueno de aquél -y su enterado- y su consentimiento
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