lunes, junio 13, 2022

FRANCIA, GUERRA DE UCRANIA E "IZQUIERDA INSUMISA"

 

La clase obrera francesa escarmentó (sic) -en cabeza ajena- con la guerra civil española. En la foto, Jacques Doriot, primerísima figura de la Colaboración. Obrero metalúrgico en sus orígenes y líder -antes de su ruptura con Stalin- del comunismo francés, fue diputado y alcalde de Saint-Denis, barriada del extrarradio de Paris y feudo hoy (electoral) -nota bene- de la Izquierda Insumisa, con lo que dejó fuerte huella en la memoria de sus habitantes. Tal como lo pude comprobar el tiempo -principios de los ochenta- que allí viví, muy cerca de allí (Saint-Ouen y Conflans-Saint-Honorine),  en el marco de mi ministerio/sacerdotal, en la Fraternidad de Monseñor Lefebvre y en el seno del movimiento de Ecône

De vuelta la actualidad francesa -y "respetádme", como diría a a creer a Umbral, Rafael Alberti, que "nació con el cine"- tras las elecciones legislativas ayer domingo (primera vuelta) Que se habrán visto marcadas por la derrota (relativa) de Emmanuel Macron y la victoria igual de relativa de Jean Luc Mélenchon candidato de la izquierda bajo el rótulo de "Francia insoumisa" Y otro resultado a resaltar -lo uno con lo otro- lo es la (crasa) derrota de Eric Zemmour pese al entusiasmo (así a primera vista) que habrá conseguido (otra vez) reeencender tras su primera derrota. Doble fracaso con este último pues, el de apuestas individuales en su favor -como la mia- y el de la frustracion colectiva de los sueños y esperanzas que parecía despertar (otra vez) su candidatura. Y ahora ya a lo que parece -tras el batacazo de las presidenciales- sin apelación pues su derrota -definitiva?- en lo que se me antoja revestirse (ay dolor!) de todos los aires de un plebiscito -a cuento de la inmigración musulmana- del que los españoles no podrán a la larga meterse la cabeza bajo el ala en ese reflejo tan nuestro, con todo lo que viene de fuera. Lo uno con lo otro, ya digo.

A saber, la victoria  de la izquierda -y "pari passu" del islamo/izquierdismo- y la derrota de Eric Zemmour que había hecho de la dialéctica izquierdas y derechas, si no su principal fondo de comercio y a la vez caballo de batalla, sí el marco dominante de su estrategia-, con la aprensión más que visible del gran testigo en primera fila de todo lo que en Francia se cuece (y tras ella en toda Europa) -y me refiero a Vladimir Putin-, y sin eco alguno o casi minúsculo en contrapartida entre el electorado francés, como sus rivales directos del Frente Nacional (rebautizado Rassemblment) no lo dejaban de apuntar, y las urnas les habrán dado la razon (asi a primera vista) 

La izquierda francesa, cualquier parecido con la realidad (española) pura coincidencia? Una izquierda (obrera) que como ya lo hice observar repetidas veces en este blog escarmentó (sic) -o eso parece- con la guerra civil española, como lo pondría bien de manifiesto durante la Segunda Guerra Mundial la actitud que fue la suya o de una buena parte de ella -y no entro en polémicas aquí- léase del protagonismo innegable de la misma en el seno de la Colaboración, durante la ocupación alemana. De lo que pongo por testigo (post mortem) al que fue obrero metalúrgico en sus origenes y lider -antes de romper con Stalin- del comunismo francés, Jacques Doriot, diputado y alcalde de Sant Denis barriada del extrarradio de Paris y hoy (nota bene) bastión electoral de la Izquierda Insumisa  Una izquierda, la francesa, no como las otras, a imagen y semejanza de un nación que no es como las otras entre los demás pueblos y naciones de Europa. 

Y es por el liderazgo natural (sic) de esta última, o como si lo fuera. "Cuando se habla en francés, decía Joseph de Mastre, justo a seguir  à la Revolucion (como por casualidad) -, Europa entera escucha y comprende". Algo como una llamada/vocacional, que me recordó y recalcó aquel asesor brasileño de la TFP- alias  (entre españoles, "Sociedad Cultural Covadonga")- y fue con aquello -mirándome fijo a los ojos (a mí español, y orgulloso de serlo), como en señal de desafío- de que la vocacion de Francia y de los franceses era de ser adorados (sic) por los demás pueblos y países de Europa, y que no queriendo ser adorados (sic), traicionaban su vocación (sic) por ese preciso motivo. "Ex cathedra" y sin bromas. Y con esa torpeza y falta de tacto tan proverbiales de lo que sólo ellos -esforzados "socios y militantes" de la TFP- parecen o parecían guardar el secreto, tan espirituales y tan sapienciales todos ellos (...) Sin acrimonia (...) Lo que no les salvó del estruendo del fracaso en su afan de proselitismo entre los mismos medios franceses -los "tradi", católicos tradicionalistas- que fueron también los míos. Pero esa es otra historia (...) 

Y es que ahí, en esa franja de realidad espiritual y de verdad histórica tan delicada (es verdad) y tan melindrosa -de andar pisando huevos o de cogérsela (en román paladino) con papel de fumar- se encuentra a mi juicio la raíz última del conficto lingüístico -y comunitario- tan irreductible y encarnizado del que habré sido testigo en primera fila los largos años que llevo viviendo en Bélgica. Un liderazgo natural (sic),  vocacional (sic) que se traduce fatal o fatidicamente en lucha de clases: entre unas clases bajas flamencas y unas élites francófonas. Y ello de muy antiguo, desde mucho antes de la Revolución Francesa, antes incluso de la eclosión del protestantismo, hasta donde llega mi examen histórico -de rigor- de la raíces del proceso historico-político y religioso  que llevaria a la independencia de Bélgica. 

En otros terminos y que nadie (aqui) se escandalice, hubo flamencos afrancesados desde la noche de los tiempos, de mucho antes que el flamenco/neerlandés -en la guerra de Flandes (contra España) o de los Ochenta Años como aquí le dicen- alcanzase entidad suficiente y categoria. Hasta el punto que el campeón indiscutible de la causa del pangermanismo -el mismo Fuhrer (a tenor de ciertos testumonios y memorias)- le daba vueltas al tema -sin comprender la razón del fenómeno- una vez y otra (....) 

 


 

Jean-Luc Mélenchon y Bachar-el-Assad en el aeropuerto de Orly (2001) En claro reflejo del apoyo declarado -más tarde- del lider (de izquierdas) de "La France insoumise"  a la intervención rusa en la guerra en Siria. Su victoria -mora al menos- en las legislativas francesas de ayer,  le dan a su amigo Vladimir Putin -frente al indeciso y manejable Emmanuel Macron- un ancho y cómodo espacio o margen de maniobra

Singularidad atipica pues de la izquierda francesa, como lo ilustra o simboliza en grado máximo su líder Jean Luc Mélenchon -"Melenchón" en uno de sus abuelos, con acento, no en la (primera) e, sino en la o, en español-, natural de Murcia, español aquel pues , como dos otros de los abuelos del político francés, por las dos ramas paterna como materna. Singularidad (a continuación) del lugar de su nacimiento en Tánger, ciudad o puerto franco (de Marruecos) -del otro lado del Estrecho-mitad francesa, mitad española, y moruna y misteriosa (y peligrosa) y todo ello nota bene durante la guerra de Argelia (y al margen de ella). Un europeo repatriado (pied-noir) Mélenchon pues, no como los otros, lo que le da en todo o en parte su visión particular del fenómeno de la inmigración musulmana en Europa y de ese otro concomitante e inquietante por tantos conceptos del islamo/izquierdismo tras la muerte -degollado (sic)- de un docente francés por cuenta o por culpa de las caricaturas del Profeta. Al que -de justicia el reconocerlo- rindió reptidas veces -y valientemente- homenaje Eric Zemmour durante la campaña y fuera de ella. Radicalmente atipico pues, el currículo de aquél, comparado al que comparte la clase politica francesa (de izquierdas) 

Y un español en Francia, Mélenchon, no como otros, tampoco -y en mi mente y en la de muchos los nombres y rostros (polémicos y controvertidos) de Ana Hidalgo, alcaldesa de París, y de Manuel Valls, antiguo ministro (socialista) del Interior y azote del fascismo y de la extrema derecha (por cuenta, ni es preciso el resaltarlo, de la guerra civil española) Una cohabitacion a la francesa -como la de Chirac y Mitterrand (años 70)- con telón de fondo primerisimo en la guerra de Ucrania. Y un (imprevisto) escenario -tras el acoso del que se habrá visto objeto Emmanuel Macron invitado una vez y otra, y esperado como el Mesías, en Kiev-, que le da a Vladimir Putin un margen o espacio (mucho) más ancho de maniobra. Y a buen entendedor, pocas palabras sobran 


 


Marine Le Pen, sobreviviente en la política francesa tras las presidenciales y legislativas (primera vuelta) Sabrá sobrevivir al plebiscito (sic) que el electorado francés parece brindar -frente al fracaso (estruendoso) de  Eric Zemmour- a la immigración musulmana y al fenómeno colateral -y tenebroso- de la crecida del islamo/izquierdismo, agazapado tras el ascenso de la Izquierda Insumisa?  

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