Eclesiásticos en sotana -y manteo- haciendo cola ante un colegio electoral en febrero del 36. El voto de os católicos apuntaló (en cierta forma) al régimen republicano. Era en gran medida -por razón de la época y del estado de las mentalidades entonces- no propiamente un voto en conciencia sino un voto cautivo, de las consignas e instrucciones de las autoridades eclesiásticas y sus voceros seglares ¿Lo sigue siendo el voto de los católicos españoles? Me permito el ponerlo en duda. Algunos agitan no obstante el espectro de un vuelco electoral por cuenta del derecho a la vida -léase del derecho a la vida del feto no nato- como se produjo tras el 11 de marzo por cuenta de un no a la guerra (de geometría o geografía variable, del Irak a los Balcanes) que predicó -con gran éxito entre españoles- el papa polaco Juan Pablo II. ¿Ocho años de experiencia Zapatero habrá servido para escarmentar a muchos? Esa es mi apuesta¿Voto en conciencia o voto cautivo? Al pan pan y al vino vino. El director de la Razón y portavoz oficioso (secreto a voces) del partido hasta hora en el gobierno, acaba de publicar un articulo editorial sobre el tema en su diario, que nos suena a algunos a señal de alarma sino a llamamiento angustioso. Y en él se dirige a los católicos en general y a lo que el conviene en llamar voto en conciencia -o de conciencia- que a aquellos representa.
El articulo esta dialécticamente bien pertrechado porque su autor invoca en él a la vez -contraponiéndolos- el mal menor y un bien mayor, queriendo así sin duda conjurar o exorcizar el fantasma que planea de antiguo -en España y en otros países- sobre el voto de los católicos. Como ocurrió durante la segunda república cuando los católicos españoles se vieron obligados -en conciencia-, por sus pastores y mentores espirituales, laicos y seglares-, a aceptar el nuevo/régimen, léase a participar en el juego democrático- de la II República oficialmente laica y librepensadora y anti-clerical beligerante- por cuenta del mal menor frente al mal mayor que representaba a los ojos de aquellos el dejar la vía libre a los enemigos de Dios y de la Iglesia -en la retorica en vigor entonces- en el marco del juego electoral que les imponía la práctica de la democracia parlamentaria en el régimen republicano.
El mal menor al final, es cierto, no impidió el mal mayor, léase el acabar en la guerra civil y el enfrentamiento entre españoles. El director de la Razón, que no quiere sin duda verse catalogado entre aquellos monárquicos “emigrados” (“émigrés”) de vuelta a Francia tras la Restauración- léase entre los que “ni aprenden ni olvidan”, parece haberse bien aprendido esa lección de historia y hace ahora un llamamiento urgente al voto en conciencia por cuenta del bien mayor que sin duda le parece la permanencia en el gobierno del PP -y de su actual líder- y a fe mia que no le faltan razones. Dejo no osbatnte poçr cuenta del autor del artículo esa clificacion implicita de mal menor que le merece la reforam del anterior gobierno (Rajoy) de la ley del aborto (en lo que parece notarse cierto pesar por el fracaso de la propuesta Gallardón)
El voto de conciencia léase el voto cautivo -del aparato eclesiástico, de su magisterio y de sus antenas, pantallas y tentáculos innúmeros- nos dio a los españoles ocho años (ocho) de experiencia Zapatero, por cuenta de la oposición a la guerra que proclamo urbi et orbe el papa Juan Pablo II, en lo que los franceses llaman una postura a geometría (o geografía) variable, léase distinta de la que aquel pontífice había seguido años antes en los Balcanes. ¿Nos traerán ahora un gobierno de Podemos, por cuenta del derecho a la vida -léase a la vida del feto no nato (o no nacido)- que esgrimen algunos de forma sectaria y partidista con una audiencia innegable en un sector estratégico del electorado, el mismo que decidió el vuelco electoral tras los atentados del 11 e marzo?
No nos parece probable, como nos nos parece probable otra jornada de reflexión ruidosa -y violenta y borrascosa- como aquella que es lo que sin duda alguno medios y otros aprendices de brujo están buscando con este enésimo escándalo que hacen estallar ahora a cuatro días de las elecciones por cuenta de grabaciones -de hace ahora dos años- al ministro del interior en persona. Pedro Jota buscó (mutatis mutandis) un nuevo escándalo Watergate con los papeles de Bárcenas, y le salio el tiro por la culta, de la forma que todos sabemos. Este nuevo Watergate (hispano) para andar por casa puede que se vuelva como un bumerán contra sus artífices e instigadores, y así sera si viene a saberse la identidad del autor de esa filtraciones tan inauditas antes de que se abran las urnas el próximo domingo.
No importa, el voto en conciencia sigue siendo decisivo. Y lo que más cuenta en nuestra modesta opinión no es el tratar de influenciarlo en un sentido o en otro sino el el saber bien discernirlo, léase el poder elucidar hasta que punto y en qué medida (y porcentaje) se trata no propiamente de un voto de conciencia sino de un voto cautivo. El magisterio eclesiástico ¿sigue acaso imponiendo incondicionalmente a los fieles su criterios de política religiosa en materia de moral y buenas costumbres? Séanos permitido el ponerlo en duda.
La especulación eclesiástica en ese terreno -de la política religiosa en materia de moral y costumbres- empezó en el pos concilio inmediato con la encíclica Humanae Vitae del papa Pablo VI (del 25 e julio de 1968) que condenaba sin reservas ni paliativos la contracepción artificial, léase la píldora anti-conceptiva gran avance científico de los tiempos aquellos, y recuerdo todavía un articulo del Abbé de Nantes en donde acusaba a Pablo VI de provocación calculada -¿con qué fines,- buscando a imponer en conciencia unos interdictos a la masa de los fieles, y en particular a las nuevas generaciones -recién salidas de la la revuelta universitaria en Francia y en los demás países europeos- de los que aquel pontífice se suponía que sabía antemano a estas últimas en la imposibilidad moral de observarlos.
¿Sigue buscando la iglesia católica, el Vaticano mantener a todo precio el control de las conciencias de los fieles en un asunto tan polémico y tan melindroso y complejo y delicado como el aborto -o la interrupción del embarazo- o no venimos asistiendo mas que ante una escenificación cuidadosamente preparada y puesta en práctica por encargo de las grandes potencias? ¿Como vino a serlo en resumidas cuentas el concilio vaticano segundo? No me lo creo.
Como quiera que sea, no creo que el tema del aborto les pase factura a Mariano Rajoy en las elecciones del próximo domingo más allá de lo que ya le tiene costado en anteriores citas electorales, y me estoy refiero al comportamiento del electorado -en el secreto de la urna, y de la conciencia de cada uno en definitiva- y no a las campañas interesados de ciertos medios -léase de lo que se da en llamar la derecha mediática religiosa- expertos y especialistas en el arte de la manipulación de principios y de sentimientos hasta los más intimo y delicados.
El diario La Razón, excepción a la regla? Confieso que me intriga un poco su postura de ahora habida cuenta de la imagen que arrastran de correctos, de bien pensancia. Y sin duda que quepa ver en su actitud y en el llamamiento pre electoral que aquí comentamos una ilustración de esa obsolescencia y pérdida creciente de fuerza -léase de poder sobre la conciencias- de ciertos interdictos y tabúes de naturaleza eclesiástica y religiosa, que se mostraron de antiguo tan temibles y eficaces en materia de política religiosa.
No habrá jornada de reflexión violenta (o ruidosa) Y no habrá tampoco sorpresa. Esa es mi apuesta, en contra del voto cautivo y a favor del voto en conciencia (o de conciencia)
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