domingo, mayo 22, 2016
Mi Bruja
Cuanto más lejos te veo
más me persigue el enigma
de tu vida, de tu encanto
de mujer/mujer ¡mi vida!
Y cuanto más te ahuyento amor
de mi mente, de mis días,
más se me antoja presente
tu rostro en mi alma tranquila
en la mar en calma (¡cielos!)
de un corazón que suspira
como suspiró el día aquél
cuando heriste mis pupilas
de un amor intempestivo
que no esperaba a fe mía,
de una de esas llamaradas
que desde entonces me alumbran
cuando me dije a mí mismo
que estaba a tiempo todavía
que valía la pena intentarlo
echándole temple y porfía
y ahora que me di ya cuenta
que fue iniciativa tuya
¡qué iluso (al revés) qué torpe!
te ofrendo mi alma rendida
ante ti y ante ese brillo
que irradias -¡bella sibila!-
y ante esa majestad sin par
tan tuya, tan femenina
que me impone y me impresiona
en ti amor más que en ninguna,
que me impide amor olvidarte
¡nunca me perdonaría!
Por eso espero impertérrito
de pie, en la noche oscura
que aparezcan de improviso
a la luz de un farol -¡ricura!-
y a favor del viento suave
y mecidos por la brisa
en la noche bella de estío
¡tus ojos y tu sonrisa!
Acometiéndome a traición
por sorpresa (a baja altura)
de amor rebosando (y deseo),
de miel pura (y de malicia)
segura de ti (ayer y hoy)
y de lo que en mí tú inspiras,
en este corazón tan cansado
¡harto ya de tus diabluras!
De esas bromas agridulces
de la “gente femenina”,
de ser el pato de la farsa
que te divierte ¡Mi bruja!
Cuando te miro me hundo
en el mar profundo azul
de tus bellos ojos, mujer
que me dejan lelo y mudo
de estupor y de sorpresa
¿Será verdad lo que dicen,
lo que enseñan e insinúan,
lo que callan, lo que piden?
¿Son de ese color de veras
o acaso es que lo tiñes
para defenderte mejor
de rumores y de chismes?
¿O para engañarme a mí
el que por ti llora y gime
harto (un poco) de quimeras
y de vivir en las nubes?
siempre en vuelo de ida y vuelta
por los polos de la elipse
de ese elipse que formamos
tú y yo, yo, Juan, tú? “Berenice”
reina del Oriente antiguo
entre fastos y entre tules
que se equivocó de época
y aún no encontró a su príncipe
(el que nació para ella)
o eso finge o eso dice
que te creo sólo a medias:
ver para creer (se dice)
y yo amor sólo me creo
ese encanto que despides
tan tuyo, tan glamoroso
tan discreto y tan temible
entre Verdad y Mentira
entre fe e incertidumbre
entre esperanza y deseo
y en un mar de duda (¡miles!)
entre los fríos del Norte
y la calor del Caribe,
entre la luz de los Alpes
y el gran sol de Tenerife
entre ternuras de madre
y mis ardores viriles
entre tu brillo y tu glamour
y mi destino en la cumbre
entre los que te engatusan
¡charlatanes, aprendices!
y lo que amor yo te ofrezco
¡Y sera! (como me pides)
más me persigue el enigma
de tu vida, de tu encanto
de mujer/mujer ¡mi vida!
Y cuanto más te ahuyento amor
de mi mente, de mis días,
más se me antoja presente
tu rostro en mi alma tranquila
en la mar en calma (¡cielos!)
de un corazón que suspira
como suspiró el día aquél
cuando heriste mis pupilas
de un amor intempestivo
que no esperaba a fe mía,
de una de esas llamaradas
que desde entonces me alumbran
cuando me dije a mí mismo
que estaba a tiempo todavía
que valía la pena intentarlo
echándole temple y porfía
y ahora que me di ya cuenta
que fue iniciativa tuya
¡qué iluso (al revés) qué torpe!
te ofrendo mi alma rendida
ante ti y ante ese brillo
que irradias -¡bella sibila!-
y ante esa majestad sin par
tan tuya, tan femenina
que me impone y me impresiona
en ti amor más que en ninguna,
que me impide amor olvidarte
¡nunca me perdonaría!
Por eso espero impertérrito
de pie, en la noche oscura
que aparezcan de improviso
a la luz de un farol -¡ricura!-
y a favor del viento suave
y mecidos por la brisa
en la noche bella de estío
¡tus ojos y tu sonrisa!
Acometiéndome a traición
por sorpresa (a baja altura)
de amor rebosando (y deseo),
de miel pura (y de malicia)
segura de ti (ayer y hoy)
y de lo que en mí tú inspiras,
en este corazón tan cansado
¡harto ya de tus diabluras!
De esas bromas agridulces
de la “gente femenina”,
de ser el pato de la farsa
que te divierte ¡Mi bruja!
Cuando te miro me hundo
en el mar profundo azul
de tus bellos ojos, mujer
que me dejan lelo y mudo
de estupor y de sorpresa
¿Será verdad lo que dicen,
lo que enseñan e insinúan,
lo que callan, lo que piden?
¿Son de ese color de veras
o acaso es que lo tiñes
para defenderte mejor
de rumores y de chismes?
¿O para engañarme a mí
el que por ti llora y gime
harto (un poco) de quimeras
y de vivir en las nubes?
siempre en vuelo de ida y vuelta
por los polos de la elipse
de ese elipse que formamos
tú y yo, yo, Juan, tú? “Berenice”
reina del Oriente antiguo
entre fastos y entre tules
que se equivocó de época
y aún no encontró a su príncipe
(el que nació para ella)
o eso finge o eso dice
que te creo sólo a medias:
ver para creer (se dice)
y yo amor sólo me creo
ese encanto que despides
tan tuyo, tan glamoroso
tan discreto y tan temible
entre Verdad y Mentira
entre fe e incertidumbre
entre esperanza y deseo
y en un mar de duda (¡miles!)
entre los fríos del Norte
y la calor del Caribe,
entre la luz de los Alpes
y el gran sol de Tenerife
entre ternuras de madre
y mis ardores viriles
entre tu brillo y tu glamour
y mi destino en la cumbre
entre los que te engatusan
¡charlatanes, aprendices!
y lo que amor yo te ofrezco
¡Y sera! (como me pides)
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