domingo, enero 25, 2015
Hércules bajo la bomba (poesía en domingo)
Trayectorias erráticas
como la de los cometas
la que reservó el destino
a algunas almas inquietas
en la Rueda de los Tiempos
-almas nobles e indefensas-
bajo un sol (frío) de vencidos
y en adelanto a su época,
buscando abrirse un camino
a vida o muerte, a toda costa
en la aventura, en lo imprevisto,
su sola baza ¡No vieron otra!
Dios qué noche oscura aquella
la que me obligó a enrocarme
para sobrevivir (a tientas)
cuando se apagaron las luces
la una detrás de la otra
y a todos les salían cuernos
y sus manos eran piernas
-¡qué triunfo del Absurdo!
¿seres humanos o bestias?(…)-
y solo se oían búhos
y enmudeció el profeta
o acaso estaban muy lejos
para que oyera el poeta,
Que estaba sin duda escrito
que la muerte sea a la vida
lo que el silencio al poema:
lo que son los (buenos) vientos
al sembrador que los siembra
¡Vientos de profecía
los que oteó el alma entonces
y la hicieron volar (a ciegas)
dejándose llevar, sin rumbo
a otros cielos y otras tierras!
¡Mayo del Sesenta y Ocho
noche Oscura de Europa,
donde cayeron los fuertes,
los más nobles de la tierra!
y los que sobrevivieron
de mente clara y despierta,
de pie, firmes y enhiestos
no eran hombres cualesquiera
sino super/hombres (un Duprat)
¡Héroes de la Epopeya!
¿Quién te mató campeón
quién puso un plazo a tu vida?
¿Tus rivales, el dios Moloch
(la razón de Estado)? ¡Sin bromas!
Antorcha tu cuerpo roto
de Hércules bajo la bomba,
como una luz de bengala
en el cruce de caminos
(en España como en Grecia)
¡Semilla tu sangre roja
Para el futuro de Europa!
¿Que tienen tus ojos niña
y mujer? Como que chupan
y absorben lo que ellos miran
de esas miradas tan fijas
¿Qué tienen tus gestos
de ordeno y mando -¡Duquesa!-
y esos ademanes fieros
de mujer sabia? ¡Feroza!
¿Qué tienen tus labios
frescos, carnosos, de loba
que me llaman y me invitan
y que gimen también e imploran?
¿Qué tienen de impar tus muecas,
mujer lista y caprichosa?
¿Qué tienen esos desplantes
y ese aire de gran señora?
¿Qué tiene tu faz de atávico
cual virgen de libro de horas?
Como si te hubiese ya visto
en otra encarnación ¡Bella!
¿Como puedes fijarme así,
qué tiene tu cutis, amor,
qué misterio (grande) el suyo
de fragancia y de frescor?
¿Y qué tienes en tu mente,
qué planes trenzas en redor
(mío y tuyo) que me escapan
mientras me invade el estupor?
¿Será posible, serás capaz
tú entre todas? ¿Y por qué no?
Y mi mente se pone a bailar
contagiándose de tu ardor
como la de los cometas
la que reservó el destino
a algunas almas inquietas
en la Rueda de los Tiempos
-almas nobles e indefensas-
bajo un sol (frío) de vencidos
y en adelanto a su época,
buscando abrirse un camino
a vida o muerte, a toda costa
en la aventura, en lo imprevisto,
su sola baza ¡No vieron otra!
Dios qué noche oscura aquella
la que me obligó a enrocarme
para sobrevivir (a tientas)
cuando se apagaron las luces
la una detrás de la otra
y a todos les salían cuernos
y sus manos eran piernas
-¡qué triunfo del Absurdo!
¿seres humanos o bestias?(…)-
y solo se oían búhos
y enmudeció el profeta
o acaso estaban muy lejos
para que oyera el poeta,
Que estaba sin duda escrito
que la muerte sea a la vida
lo que el silencio al poema:
lo que son los (buenos) vientos
al sembrador que los siembra
¡Vientos de profecía
los que oteó el alma entonces
y la hicieron volar (a ciegas)
dejándose llevar, sin rumbo
a otros cielos y otras tierras!
¡Mayo del Sesenta y Ocho
noche Oscura de Europa,
donde cayeron los fuertes,
los más nobles de la tierra!
y los que sobrevivieron
de mente clara y despierta,
de pie, firmes y enhiestos
no eran hombres cualesquiera
sino super/hombres (un Duprat)
¡Héroes de la Epopeya!
¿Quién te mató campeón
quién puso un plazo a tu vida?
¿Tus rivales, el dios Moloch
(la razón de Estado)? ¡Sin bromas!
Antorcha tu cuerpo roto
de Hércules bajo la bomba,
como una luz de bengala
en el cruce de caminos
(en España como en Grecia)
¡Semilla tu sangre roja
Para el futuro de Europa!
¿Que tienen tus ojos niña
y mujer? Como que chupan
y absorben lo que ellos miran
de esas miradas tan fijas
¿Qué tienen tus gestos
de ordeno y mando -¡Duquesa!-
y esos ademanes fieros
de mujer sabia? ¡Feroza!
¿Qué tienen tus labios
frescos, carnosos, de loba
que me llaman y me invitan
y que gimen también e imploran?
¿Qué tienen de impar tus muecas,
mujer lista y caprichosa?
¿Qué tienen esos desplantes
y ese aire de gran señora?
¿Qué tiene tu faz de atávico
cual virgen de libro de horas?
Como si te hubiese ya visto
en otra encarnación ¡Bella!
¿Como puedes fijarme así,
qué tiene tu cutis, amor,
qué misterio (grande) el suyo
de fragancia y de frescor?
¿Y qué tienes en tu mente,
qué planes trenzas en redor
(mío y tuyo) que me escapan
mientras me invade el estupor?
¿Será posible, serás capaz
tú entre todas? ¿Y por qué no?
Y mi mente se pone a bailar
contagiándose de tu ardor
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