Antonio Castejón Espinosa (nacido en Filipinas) Al mando de la columna que llevó su nombre entró en Villafranca de los Barros el 7 de agosto del 36, en el marco de la ofensiva del ejército del Sur y en su marcha (triunfal) hacia Badajoz. En la posguerra estuvo hasta el 18 de junio del 42 al mando del Tercio Duque de Alba de la Legión española. Coincidiendo su cese con el desenganche de Franco en la II Guerrra Mundial. Un militar insigne, gloria del ejército español. Porque, como hubiera dicho José María Aznar ¿en que testamento de Adán está escrito que el comportamiento (de guerra) tuviera que ser necesariamente heroico (sic) en los unos y sanguinario (sic) en cambio en los otros?Se me habrá reprochado recientemente el no controlar mis fuentes en materia histórica y de memoria histórica, concretamente en relación con José Antonio y su actitud hacia el Alzamiento, y la postura que contra viento y marea vengo manteniendo en el tema, que me habrá valido ya algunos sinsabores y que sin duda no habrá dejado de levantar ampollas, lo reconozco.
Y ahora se me viene otro muerto (un decir) -de la memoria de los vencidos- encima mía que voy a intentar solventar sobre la marcha a imagen y semejanza de ese periodismo de actualidad candente que vengo practicando –día a día y a minuto- en este blog y que empecé a poner en práctica en el anterior también de la blogósfera de Periodista Digital a partir de un determinado momento, cuando mis artículos cobraron fatalmente, de golpe –al calor de los acontecimientos- un sesgo diferente a como lo habían sido en sus inicios centrado mayormente en temas de polémica cultural y literaria (y religiosa), y de memoria histórica pero no de esa forma actualizada como trato de hacerlo ahora.
Ley (funesta) de la memoria, un tema típicamente veraniego desde que fue aprobada ese texto legal (en el 2009) y se inició el proceso –jalonado de incidentes y de episodios inúmeros hasta hoy-de su aplicación o puesta en práctica. Como una serpiente de verano que se puede dejar andar o bucear a sus anchas en espera de que desparezca de nuestra vista. Lo que abordo aquí y ahora es en cambio de muy diferente cariz, en la medida que la serpiente está ahí puesta en medio y no hay visos ni señales que se vaya a retirar motu proprio, por el lazo de familia que la singulariza. Y me estoy refiriendo con ello al (indeleble) carácter guerra civilista inseparable de la estrella ascendente de la política española, Pablo Iglesias, del que llegué a pensar que el apellido fuese una simple circunstancia fortuita.
Craso error. Ante mis ojos cae de golpe una de esas noticias estivales de memoria histórica que no es como otra cualquiera, ya digo, por verse en ella envuelta la persona nada menos que del abuelo paterno –Iglesias pues de apellido como su nieto- del líder de Podemos. No tengo tiempo materialmente ya digo en este periodismo sobre la marcha que vengo practicando ya de unos años a esta parte, exactamente desde el estallido de las primaveras árabes, diciembre del 2010 enero del 2011. No tengo tiempo de controlar fuentes, de consultarlas minuciosamente y en detalle, más de lo que pueda dar de sí una incursión veloz y urgente en la red por cuenta del asunto objeto de la noticia que aquí comento.
La Memoria fiel, al rescate de las lagunas de la historiografía. ¿El abuelo de Pablo Iglesias entre los milicianos derrotados en los Santos de Maimona (con los que por propia confesión combatió) que intentaron justo después prender fuego a la iglesia parroquial de Villafranca de los Barros repleta de presos políticos, con ellos dentro, en visperas de la toma de la localidad por las tropas nacionales, para vengarse de su descalabro en el frente?Y se trata del currículo guerra civilista del abuelo paterno del líder de Podemos, natural de Villafranca de los Barros, que con ese motivo se ve puesto ahora en primer plano en el capítulo de la historia de la guerra civil en aquella localidad marcada al rojo en la memoria colectiva de los unos y de los otros, como fue la regla –más que en otros sitios de la Península- en la España del Sur, Extremadura, La Mancha y Andalucía. Masacre (sic) de Villafranca de los Barros. Nunca habia oído hablar, lo confieso. Como tampoco –hasta hace algunos años sólo-, del bombardeo de Jaén por la aviación nacional ni de la de Cabra, de los bombardeos de Cabra, que me diga, por la aviación roja, que fueron varios (como de repetición) desde los mismísimos inicios de la guerra.
Guerra de cifras o como los franceses dicen, contabilidad de daños y perjuicios, un campo de batalla de dos memorias antagonistas donde la verdad histórica oficial (como los recuperacionistas dicen) no puede salir nunca (del todo) a relucir, por tratarse de algo metafísicamente imposible, por propia definición como quien dice. No se busque aquí pues, un testimonio de Verdad o de veracidad histórica, sino de memoria histórica, la mía propia, individual, familiar y colectiva al mismo tiempo. ¿Los fusilamientos (nacionales) en Villafranca de los Barros fueron acaso un holocausto en miniatura precursores del holocausto con mayúsculas de la Segunda Guerra Mundial (unos años más tarde) como así los presenta o tiende a presentarlos la memoria de los vencidos?
El Guadiana a su paso por Badajoz. O la cirugía de hierro del regeneracionismo español. Después de la guerra Badajoz resucitó. Con la Victoria. "¡Badadyo-o-oz!" exclamaban con los ojos en blanco los portugueses con los que hablé que conocían la ciudad. Ellos lo tenian claro. "Los españoles tuvisteis una guerra y os desarrollásteis" Vox populi, vox dei¡Lagarto y lagarto! Y que había gato encerrado en el tema me lo muestra un rápido vistazo a la red, a un fuente incluso (fuera de toda sospecha) de la memoria de los vencidos, donde por la vía de la "reductio ad absurdum" se menciona y de paso se reconoce la verdad histórica de un episodio rodeado sin duda de mil tabúes, que es insoslayable en la evocación –en toda su integridad- del episodio que aquí estamos evocando y fue la tentativa de incendio de la iglesia parroquial de Villafranca de los Barros -localidad en zona roja desde los primeros momentos de estallar la guerra civil amenazada por el avance de la columna Castejón en el marco de la ofensiva del ejército del Sur-, convertida en centro (masivo) de detención como tanto ocurrió en zona roja y que milicianos incontrolados -o bajo control (váyase a saber)- quisieron prender fuego con la masa de detenidos que la abarrotaban en su interior, fracasando in extremis en sus intento.
En la deposición del abuelo del líder de Podemos ante el consejo de guerra que le juzgó (y le condenó a muerte, siendo más tarde conmutada la pena) al terminar la guerra civil en la localidad jiennense (nota bene) de Úbeda –y que se recoge en la noticia que aquí comento- se cubre de un tupido velo de silencio ese episodio tan crucial de la guerra civil en Villafranca. Ni siquiera para negar o desmentir su veracidad como lo harían décadas más tarde sus descendientes ideológicos. Y a fe mía que hay en toda la deposición del abuelo de Pablo Iglesias una nota de bajo perfil, de segundo plano, de no fui yo que fueron otros –y en cualquier caso que los de enfrente fueron peores (…)- que le calza bien a la tónica a que habrá malentendido la propaganda y las posturas del partido de Podemos en materia de memoria histórica.
El tren de la muerte (de Jaén) Primer fusilamiento masivo de la guerra civil, el 12 de agosto del 36 (dos días antes de la toma de Badajoz) Mas de doscientos presos políticos -de Jaén (....)- fueron asesinados durante su traslado por tren en un apeadero del pueblo madrileño de Vallecas (donde creció Pablo Iglesias) Fusilamientos de Villafranca de los Barros (7 de agosto del 36) -tras el intento fallido de quemar vivo a un centenar de presos en su iglesia parroquial-, escudos humanos de Azuaga, toma de Badajoz, justo después (el 14 de agosto) Bombardeos de Cabra, de Jaén, la capital, y sacas de Mancha Real justo a seguir (abril del 37) ¿Quién fue el primero, quien fusiló más? El huevo y la gallina. ¿La Verdad -historica o como quiera que sea- existe por sí misma, o no deja de ser en cambio una Genealogía, y una Memoria en resumidas cuentas? Como lo ilustra el caso del "profesor" Pablo IglesiasDe tal palo tal astilla. No es culpa mía (que ya estoy oyendo algunos) Pablo Iglesias no puede pretender representar a todos los españoles ni siquiera a una mayoría de ellos en la medida que no deja de ser aunque sea por la vía del compromiso (de silencio) táctico, un exponente destacado de los descendientes, tanto por la vía ideológica como biológica, de los vencidos de la guerra civil. Entiéndaseme bien, cuando hablo de compromiso no estoy diciendo en absoluto que Pablo Iglesias se haya desprendido ni un ápice de esa memoria (tan abrumadora) de los vencidos del 36, y es en la medida que él es uno de los exponentes de esa nueva/izquierda –que salió a la luz con la irrupción del 15-M y asimilados- que rompió, tomándose en serio las palabras gestos y actitudes (y el "talante") de José Luis Zapatero en resumidas cuentas- con la vieja/izquierda amnésica protagonista de la transición política.
Son pues recuperacionistas, léase partidarios de la recuperación de la memoria de los vencidos resueltamente contrarios al pcto de amnesia de la transición, pero el suyo, su "compromiso", -y lo mismo cabe decir del movimiento de los indignados en su conjunto- es un abordaje táctico, hipócrita del tema, y es en la medida que se dan perfectamente cuenta que la ley de la memoria histórica es una ley conflictiva, e ina-pli-ca-ble, por carecer de un consenso por mínimo que sea en el conjunto de la sociedad española actual ni entre las nuevas ni entre las viejas generaciones.
Y por consiguiente entierran o semi entierran (provisionalmente) el hacha de guerra en espera de horas mejores. Para cuando las urnas le sonrían, en un futuro que tocan ya con las puntas de los dedos los de Podemos. ¡Veremos!
7 comentarios:
Mire Vd Sr. indocumentado los fusilados repúblicanos fueron 600-El abuelo de Pablo Iglesis cuando lo de la gasolina de la Iglesia(que por cierto no llego a prender)no se encontraba en Villafranca de los Barros tomo el último tren que salio de Merida a Madrid,a informar al gobierno legalmente constituido del golpe de estado que nos llevo a la tragica guerra civil.
Documéntate tú también. Estuvo en Madrid y se volvió. En su deposicion en Ubeda, ante al tribunal que le juzgó y condenó al final de la Guerra, declaró que habia estado combatiendo -con galones además o con mando, no como un miliciano cualquiera- en los Santos de Maimona justo antes de la toma de Villafranca por los nacionales.
Las de Villafranca como las de Badajoz fueron ejecuciones sumarias en el marco de una ofensiva terrestre sin líneas de frente delimitadas. Ley de guerra (en todos los países y en todas las épocas y latitudes)
Los nacionales pasaban sumariamente por las armas a los que habia tomado las armas contra ellos, y los rojos asaltaban las cárceles y centros de detención y ejecutaban a los presos desarmados (o intentaban quemarlos dentro) como ocurrió en Bilbao en Guadalajara y tantos sitios.
Saludos (y sin descalificaciones gratuitas de entrada)
Si la prendió, como se describe en su libro "Tres dias de agosto" D. Manuel Rodríguez Williams
Hubo matanzas por los dos lados, pero, la guerra no la comienza la derecha. La empiezan los barbaros salvajes que apoyaron la republica, quemando iglesias y matandos curas y monjas por simple diversión ante los ojos de de todo el mundo. Nadie ayuda a esa republica cuando van perdiendo la guerra. Esa republica de la libertad y la democracia...se quedó sola y aislada.
De acuerdo. Y cualquiera puede entenderlo, a pesar de los esfuerzos de la izquierda, para echar el mochuelo al contrario, como sucede hoy día.La guerra la iniciaron ellos mismos, y ante tanta barbaridad se levantó el ejército para poner orden en todas las locuras que se cometieron
Tomo nota del interés y comentarios que está suscitando este post. Gracias por tu mensaje, y por tu valentía (a tu apellido por montera, me refiero)
Recomiendo a todos los comentaristas un libro recién aparecido basado en el rigor de las fue red utlizadas y en el respeto:Algunos abuelos de la deocracia. Lo pueden comprar en Amazon. Su autor Alfonso García López.
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