jueves, septiembre 11, 2025

SOBRE LA MEZQUITA DE MEJORADA (DEL CAMPO)


Dominique VENNER, suicidado en el Altar Mayor de NOTRE DAME de PARIS en un acto de sacrificio y autoinmolación por la Memoria y la Identidad colectiva de los Pueblos y Naciones de Europa, amenazados por la invasión silenciosa. En NOTRE DAME, alto lugar de nuestra Civilización, en el mismo sitio donde los galo-romanos honraban a los dioses de la Antigüedad pagana. Y en la explicación que nos legó a modo de testamento de su gesto heroico, Dominique VENNER evocaba los constructores de catedrales, y a su propio padre que trabajó como arquitecto de iglesias en Francia en entre-guerras. Y ante eso, la catedral de JUSTO (en MEJORADA) no nos parece más que un mal chiste. Una magna profanación. Sin remedio

"La catedral de Justo". Así la llama el vulgo, quiero decir, los vecinos de la localidad madrileña de Mejorada del Campo, donde aquel, Justo GALLEGO de su nombre, peón de albañil -todo un símbolo-construyó por su cuenta y riesgo (y sin licencia) toda una iglesia/catedral por la que (otra vez) viene el escandalo ahora. Y es porque la "catedral" recién terminada resulta ahora albergar -para sorpresa mayúscula de muchos de sus (futuros) parroquianos -¿como no podía ser menos?-, y a costa de sus sueños más caros-, toda una mezquita (sic) En espacio interior aparte, y por decisión del propio Justo, según leemos un tanto absorto en el despacho digital que da la noticia. Vieja historia para mí la saga de la iglesia catedral que estaban construyendo en un pueblo cercano a Madrid, por  cuenta y riesgo de un individuo (desconocido), de sus propias manos, y sin contar más que con sus propias fuerzas. Un cuento de viejo o abuelo Cebolleta -como lo oigo decir ahora- que me impactó no obstante mucho más de lo que puede parecer así a primera vista. 

Y fue que me indispuso -hasta hoy- con un bueno y viejo amigo de los pocos con los que podía contar a fe mía en todos estos años a la intemperie, como así se podría describir -desde mi gesto de Fátima-, una gran parte de mi vida.  Y fue precisamente por culpa de aquello y paso raudo a explicar lo que para muchos pueda ser un motivo de perplejidad o intriga. Y fue por mi rechazo a lo que me propuso aquel amigo de ir a hacer una visita allí los dos juntos. A lo que le dije (casi instintivamente) que no, y no me retracto ni me arrepiento de mi negativa de entonces, aunque no dejé de preguntarme después el por qué del rechazo intimo y profundo que en mí aquellas obras y su peón de albañil (fatalmente) producían. 

CONSTRUCCIÓN DE CATEDRALES, todo un mundo de arte, de cultura y de arquitectura, y de Historia -de Occidente y de Europa-  que aquella empresa (a primera vista) tan peregrina, venía -subliminalmente- a enterrar o a echarle tierra y más tierra encima por si no lo estuviera lo bastante enterrada -en el Olvido- todavía. Lo que acaba de ofrecérseme como en vista panorámica ante los ojos navegando en la Red, en busca de una respuesta capaz de darme a mí mismo la clave de una (tan lancinante) inquietud. De la que no me parecía ausente (confiteor) un no menos lancinante complejo de culpa. Culpa de mi secularización, de mi resistencia a la Iglesia (del Concilio) y a todo lo que aquello suponía, y en definitiva, a mi Apostasía (según reza la Biblia canónica) Ab occultis mei munda me, Domine. 


La SACRA DI SAN MICHELE (Piamonte, Norte de Italia) que sirve a Umberto ECO de escenario para su novela histórica "El nombre de la Rosa" con el telón de fondo de las luchas al interior de la Orden franciscana -en la Italia medieval- en torno a la pobreza evangélica. Monasterios y catedrales fueron desde su nacimiento un mundo sacralizado -y misterioso-, y en la actualidad, desacralizado, pero siempre lleno de oscuridad (misteriosa) De ahí mi alergia (invencible) hacia esa catedral -de MEJORADA- que habrá construido un individuo -peón de albañil- por sí solo, sin contar más que con sus propias fuerzas

De lo que aquel amigo, católico de a pie, que sabía todo de mí, de mi pasado (conflictivo) -sa-cer-do-tal- que no pasa, sobre todo, no parecía inmutarse de manera alguna. Y nada o casi nada iniciado él (así a primera vista) en cuestiones de Teología. Hasta que el episodio aquél en apariencia trivial vino a sacar a la luz una divergencia entre nós, que no me había parecido hasta entonces tan irreductible y tan profunda. La construcción de catedrales en el Medievo, que fue cuando entonces (mayormente) se construyeron, fueron una obra conjunta de gremios de artesanos o o cofradías y no de individuo aislados. Y sometidos todos -"en los tajos"- desde el arquitecto hasta el peón pasando todos por los demás oficios -talladores de piedra, escultores, diseñadores, carpinteros y vidrieros a una rigurosa jerarquía y al (riguroso) aprendizaje por los maestros aquellos, de los menudos oficios en sus diferentes aspectos -arte del trazado, medios técnicos, aparatos de elevación, máquinas hidráulicas etc. (...)  Obras sacralizadas como todo lo estaba en aquella época, objeto pues de rigurosa iniciación, y bajo la dirección de un maestro de obras y alta supervisión de la autoridad no real o egregia, sino eclesiástica. De un maestro (y no un peón) de albañil, o sea

Custodios y garantes todos lo que en la obra constructora participaban, de tradiciones iniciáticas. Y de los secretos (sic) técnicos e iniciáticos que aquellas conllevaban. Desde el alzado del plano hasta el vaciado del bronce (en la construcción de campanas)Y pienso de un acto reflejo en todas las grandes construcciones que me impresionaron y esmaltan todos los países de Europa. De España a Francia, y todos los demás países por los que transité en Europa, Suiza, Bélgica, Alemania, sin olvidar las catedrales portuguesas. 

De las catedrales de LEON, de BURGOS y de TOLEDO, de SIGÚENZA o de BURGO DE OSMA -o la catedral renacentista de JAEN-, y de los monasterios portugueses de BATALHA y de ALCOBAZA, a la catedral de REIMS, a la de BOURGES, o a la de ORLEANS. De las de  SAINT-MAURICE, o SION, o a las iglesias barrocas de BRIG (parte germano/parlante del Cantón del VALAIS, en SUIZA) De la catedral -y su esplanada inmensa vista desde la estación- de COLONIA a la de STUTGART, a NOTRE DAME de PARIS o a la GRAND-PLACE de BRUSELAS -"bodas de oro de los gremios y del Imperio" (díxit Eugenio MONTES) o al gótico civil del GROTE MARKT (Plaza Mayor) de BRUJAS. 

Y ante eso, (sólo) la Catedral de JUSTO (y no es broma) "Y miré los muros de la Patria mía" Sin poderlo remediar, y sin echarle al JUSTO -salvo prueba en contrario- culpa ninguna. ¿De extrañar pues que "su" catedral no me inspire más que extrañeza, y vértigo incluso, sí? Y es de la Nada (lúgubre) que se palpa o que trasluce en aquel edificio sobrecogedoramente apartado y vacío.  Y en un silencio sepulcral, y sin el menor rastro de belleza arquitectural, escultórica, ni litúrgica -como la del Seminario de Ecône (¡fuera el gregoriano y los órganos y carrillones!)¡ Y last but not least, un tufo a alucinación supersticiosa (?) Que no quiero ir, no! Que no entraron nunca cuando se pensó en ir, ganas ninguna: Y ahora menos, travestida en mezquita (...)


Grote Markt (Plaza Mayor) de BRUJAS. Particularmente preferida -junto con la Grand Place de BRUSELAS por su iglesia catedral y sus fachadas de gótico civil-, de los turistas españoles. Y bajo el dulce mecido de sus carrillones que sonaban -sobre todo en Navidad- por todas partes. Con un poder de evocación y de elevación infinitamente mayor que la Catedral -de la Desnudez, del Vacío y del Silencio- de JUSTO ( de MEJORADA del CAMPO) ( Y no es culpa mía)


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