Bart de WEVER, líder de la N-VA -nacionalistas flamencos « moderados »- y a punto hasta ayer de llegar a primer ministro aquí, va que más lejos no cabe en su línea de antiguo de provocación catalanista y anti-española. Como no cabía menos de esperar también. Y en el nombre para más INRI de la Historia y de la Memoria (sabiamente) reconstruida (sic) aquí de las guerras de religión, donde sus antepasados (católicos) fueron nuestros amigos -amigos de España y de los españoles’ los perdedores (« ad vitam aeternam », de entonces)-, y sus enemigos cervales de entonces los holandeses protestantes (hoy tan amigos suyos), los ganadores y vencedores oficiales, en el juego de la diplomacia y de la Realpolitik, y en el de la Memoria (procelosa) y de la Opinión, de aquella interminable guerra de Flandes como decimos nosotros o de «los Treinta Años » (como dicen ellos): una guerra confesional (sic), de religión, tan interminable (hasta hoy) como nuestra guerra civil del 36 (ay dolor!) . La Historia es la que es, y la seguiré aquí predicando en grito -en español, francés o flamenco/neerlandés- aunque me quieran echar de aquí. Los amigos flamencos de PUIGDEMONT
PUIGDEMONT, o el interminable culebrón. O la risa y la farsa flamenca que preceden al llanto de la tragedia. Tal como amenaza de ocurrir ahora y como fue el caso « cuando entonces », en tiempos de los Países Bajos Españoles y de las guerras de religión. Hablando en plata y en claro, tras muchos años (confiteor) templando gaitas en un asunto -el nacionalismo flamenco- que me pilló tan de cerca por los más diversos motivos -familiares incluso, ay dolor!-, y es que las cosas están llegando a un extremo que a los que residimos (de antiguo) aquí, se nos plantea de imperativo ineludible el levantar la voz. La charlotada reciente del agitador separatista catalán habrá desatado las risas dentro de España, y aquí en Bélgica en cambio verdaderas oleadas de entusiasmo y de furor, ante la incomprensión de los medios españoles que parecen ahora caerse del tiesto ante un fenómeno -la complicidad del nacionalismo flamenco con el separatismo (vasco o catalán) anti-español- antiguo, y ruidoso y escandaloso por demás, que, pisando huevos o no, no dejé de denunciar de antiguo, dentro y fuera de este blog. Y me habrá servido de eficiente repulsivo no sólo mi segunda expulsión de « la Royale » -Biblioteca de Bruselas- sino un reguero de encontronazos y sinsabores jalonando mi itinerario desde hace varias semanas en búsqueda de domicilio fijo, tras verme víctima de la burbuja inmobiliaria -crisis del alquiler o sea- por sorpresa y en la cara como quien dice. Y fue sobre todo a mi paso por uno de los albergues « para jóvenes » que me habré visto obligado de resultas de todo eso a atravesar y el desagradable incidente en el que me vi allí (a mi sorpresa) envuelto ayer, como anunciado no obstante en negro presagio, por el nombre de uno de sus fundadores o bienhechores, inmortalizado en placa recordatoria en el hall de entrada del albergue, y era el de un prominente político nacionalista belga, que los medios españoles habrán traído precisamente ahora a colación como uno de los amigos cercanos y padrinos en la sombra del fantoche PUIGDEMONT.
Brueguel (el Viejo) es figura mayor, en el terreno de las artes plásticas -y no su hijo, el Joven, como los visitantes belgas del Museo Del Prado pueden de ello dar fe-, de la Leyenda Negra anti-española, que obvió y despreció como de un simple manotazo, un crítico belga sin par, de gran prestigio y renombre en aquellos medios, tachado después de « malditísimo », Paul COLÍN, muerto asesinado en el 45 de tiro por la espalda so pretexto de acusaciones de delación sin pruebas a las tropas de ocupación alemanas, léase por delito de Colaboración. Extraño o todo menos trivial y anecdótico en cambio que aquel haya presidido mi paso -y el incidente que lo marcó- por el albergue aquel, sin domicilio fijo, al borde de la expulsión, con el fantasma de PUIGDEMONT? O de mi resuelta postura prorrusa -perfectamente legítima en el terreno de la libertad de expresión- en la guerra de Ucrania. Algo que me siento en el derecho y obligación de dejar consignado aquí. Por qué no?
« Nostálgicos de HITLER, el ala dura del nacionalismo flamenco (N-VA), los que dan asilo a PUIGDEMONT », así titula uno de sus resonantes artículos sobre el tema la prensa « mainstream » española lo que da idea -de por su honda retranca histórica (en el tema de las raíces ideológicas -luteranas y anti-españolas-, nota bene, del nacionalsocialismo) y es del enorme desafío que nos plantea a España y a todos los españoles con un mínimo del sentido del deber de Memoria, la presencia en Bélgica del separatista catalán ofreciéndole refugio y seguro santuario aquí.
En el contexto inevitable además de ascenso imparable en la política belga que habrá fracasado (en las últimas noticias) en su tentativa de formar gobierno, en la persona-a título de « formateur »- de Bruno De WEVER, líder de la N-VA, y fiel/amigo -en las buenas en las malas » (por confesión propia)- de PUIGDEMONT.
Así las cosas, se me puede seriamente tachar de conspiracionismo y otras lindezas, si no se me va la idea -como la mosca detrás de la oreja- que se me está moviendo el piso para echarme echarme en definitiva de aquí, por los mismos (o con terceros interpuestos) que están ofreciendo refugio a PUIGDEMONT?
No creo en las meigas pero hay las, reza el refrán (y que me perdone « post mortem » Francisco UMBRAL)
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