Última encíclica, a modo de testamento, del papa Juan Pablo II -con el telón
de fondo omnipresente (en el recuerdo de todos), y a modo de moraleja o
de leccion, de la actualidad (histórica)- de la guerra de los Balcanes
entonces muy reciente aún, que tanto atrajo su atención. A modo de
conjuro contra la (gran) amenza a la Identidad y a la Memoria- que la aplicación
(literal) de la Charia o ley islámica -agazapada en el fenomeno
migratorio (no europeo)- a todos los europeos nos plantea, lo quieran
reconocer los más directamente aludidos o no. Y en ello le damos a Eric Zemmour toda la razón
El reto que me plantean -aqui ya todos se dieron cuenta- las elecciones francesas, se eleva a la enésima potencia tras la intervención -contra Zemmour y sin nombrarlo, por qué?- el presidente Emmauel Macron del que me doy por aludido -en general y en particular, por lo de "la Europa del Sur"- en su discurso en el tema que arde y quema y me incita a darle a la tecla con ánimo de refutacion. Pero por quién te tomas, ingenuo, que las elecciones francesas se deciden digas lo que tu digas aquí, un don nadie, profeta de calamidades y heraldo de malas/nuevas (y para mas inri en español). No, no estoy de acuerdo, no, que el fondo o la cargazón de Historia -y del nombre de su nuevo partido, de Reconquista- nos invita a escarbar en nuestra memoria histprica, buscando la solucion. Que el dilema o el enigma -cual nueva Esfinje y mayor que ella aún- que el candidato anti-immigracion enfrenta tal y como la realidad -y las cifras (tenaces)- le plantean, es que ni calcado con el que se planteó entonces entre cristianos, los de la Reconquista que Eric Zemmour (con razón) evoca y reivindica, y los mozárabes que pensaban -con tantos siglos de adelanto- igualito igualito que se expresa ahora Emmanul Macron. La ley islámica, la Charia, madre del cordero de la (espinosa) cuestión, lo que nos enfrenta y nos divide y no una mera cuestión -contra lo que Marine Le Pen piensa y dice- de creencia (individual) o de religión. Y que no esconde una utopía el enfrentarse o oponerse a ella, léase a su aplicación (literal) en paises de cultura ocidental y europea, -como lo creía aquel bien-pensante belga tan desengañado y tan seguro de sí y tan enterado y que tanto parecia saber de la cuestión en liza- nos lo está mostrando ahora la candidatura de Eric Zemmour con viento en popa en la opinion de una (neta) mayoria de franceses que tienen zanjada igual que él esa cuestion. Y a eso no es óbice el fondo de verdad -léase de verdades a medias- de todo lo que dice (y lo que calla) en su discurso el presidente francés sobre el tema (candente) de la inmigración, de la inmigración no europea y musulmana, por expresarlo mejor. Ni empaña en absoluto el fondo de empatia -e irresistible simpatia- con ese colectivo inmigrante -aquí en Bélgica- que se me habrá revelado a fe mía auscultándome en el fondo -y en lo más hondo- de mí mismo la tragedia del pequeño Rayan de lo que ya me tengo expresado dentro y fuera de este blog, que habra comocionado no sólo a mí sino a todos sus campatriotas y a buena parte de la opinión pública a escala del planeta, sin escapárseme ("por en cuanto") en absoluto la guerra de emociones -y corazones, "de coeurs" (Zemmour díxit)- que reenciende la triste noticia, lo que explica (con creces) el silencio riguroso de Zemmour y de sus partidarios como pasando sobre puntillas en el tema y haciendo así caso omiso de las alharacas y el estruendo de los medios explotando a fondo -contra él, no nos egañemos- el luto de la triste noticia y tan profunda commoción de una tan triste noticia y mas triste y comovedora aún en esta era de la globalización (...). Reto o desafío magno -se darán cuenta rápido mis lectores- que explica la intervención in extremis rompiendo asi su estricto mutismo, del presidente Macron.
Re-migración o asimilación, dilema contra dilema, el que a nosotros se nos plantea como el que se les plantea también a ellos -en sus pautas de comportamiento entre los autóctonos, como en los nombres o parocinios de los suyos (otra espinosa cuestión)-, lo quieran reconocer o no. Y eso es lo que da fuerza y nervio y cohesión a las posturas del candidato estrella, gran vedette, y por el que viene el escándalo al mismo tiempo, aunque no sea prudente o no sea político el expresar el fondo de lo que seguro que él piensa (en materia me explico de "re-migración") En otros términos: tan utópico o ilusorio les parecerá a algunos lo que aquí estoy exponiendo, como el pretender que la Charia no amenaza nuestra identidad colectiva y nuestra memoria individual y colectiva (léase histórica).
Memoria e Identidad, como lo expresó oportunamente -y fuera de toda sospecha- en su ultima encíclica a modo de testamento, el papa Juan Pablo II, convidado de piedra en las dudas y tergiversaciones en la materia de su actual sucesor
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