"Paria entre los parias". Bienvenido al club, buen regalo de Navidad! Son (aquellas) las declaraciones del estoico entre los estoicos, el candidato a la presidencia francesa, Florian Philippot, tras la deserción -en cascada- de Eric Zemmour, y last but non least, de Jean Marie Le Pen. Como un eco del coro -de tragedia antigua- de los grandes del planeta, de Boris Johnson a Joe Biden, de mensajeros de la Muerte y la Destruccion para los que no se porten bien. Philippot, genio francés, hace un llamamiento en nombre de la Union de lesa patria (Union Sacrée) a una manifestación el proximo dia 8 de enero en contra del pasaporte sanitario, de la vacuna, y de todos los miedos (y terrores) y respetos humanos -en materia sanitaria- habidos y por haber. Que la guerra bacteriológica -y mundial- a todo arder habrá tenido la virtud de revelarnos la soledad -abisal- en la que nos encontramos los hombres "cualunques" del planeta, solos ante el Mundo, o más bien ante la representación común (del mismo)" (sic) tal y como emerge de la Segunda Guerra Mundial, y tal y como como lo glosa un comentario -que me llega de mano amiga- sobre el film "Onoda" del que aqui ya me esplayé (del celebre soldado japonés), de forma en extremo brillante y concisa, y en francés: en el nombre de nuestra identidad individual y colectiva -del ADN que vale tanto en el hombre/cualquiera como en "los concebidos no nacidos", o qué?-, de la identidad coletiva, léase del ADN de los españoles que vale y urge tanto el afirmarlo hoy y ahora que todos o casi todos se ponenen a dudar de él. Y en el nombre de la salud de nuestros hijos y descendientes y de la nuestra aunque hayamos cruzado la barrera fatidica de la Tercera Edad, de mens sana y corpore sano hasta prueba de lo contrario, por aire o por mar, que aquí esperamos a pie firme, en nuestro ánimo igualmente firme, y siempre fiel. El mensaje urgente -de Navidad- de esperanza y de firme resolución que envio a los lectores de mi blog (continuará).../...
.../...Continuación) No son vacunas, hay que gritarlo una y mil veces, alto y fuerte, para convencerlos a ellos y para borrar de nuestros oídos el estruendo ensordecedor de los voceros de las consignas de guerra que eso son y no otra cosa los llamamientos apremiantes y angustiosos a la vacunación. Son terapias génicas -o genéticas- de eficacia y garantía no probada, y de efectos colaterales indudables, y a medio o a largo plazo imposibles de prever, nos digan lo que nos digan, aunque ahí no estriba (exactamente) la cuestión, como tampoco en los argumentos en contra de las vacunacion y de las vacunas en libre circulación. Y que no excluyen nota bene el contagio o contaminación. Porque no son más, en suma, -lo digo y lo mantengo- que meras consignas de guerra, de la guerra asimétrica que venimos riñendo dentro y fuera de este blog, que se habrá visto traducida -por cuenta del Covid en guerra bacteriologica, y se revela en fin ante nuestros ojos absortos en guerra metafisica (sic): no de Yo contra todo el mundo -como algunos aprendices de brujo no dejarán de ladrarnos (más que de decir)-, sino del Ser Yo o Tú mismo (Semper Idem) contra el Ser en el Mundo, que me diga, contra la representacion del mismo (...)
Una afirmacion del genero aforístico, y del mismo valor o grado de crediblidad -que ya estoy oyendo a los despotricantes- que aquella (Marshall McLuhan díxit), críptica y casi ininteligible en la España de entonces, de "el medio es el mensaje" (léase, el mensaje de los Medios) (...). Que la realidad social (cambiante) no es más que una illusión colectiva. He dicho (o en francés, "voilà qui est dit")
El premier británico Boris Johnson en zona de turbulencias. Ante una mayoria del electorado británico que quiere su dimision, y ante sus tergiversaciones sobre el pass sanitario que rechaza abrumadoramente aquél, igual que ciertos diputados incluso de la mayoria torie (conservadora) Honor -como me inculcaron los míos- al pueblo inglés y especialmente a sus Lores que José Antonio Primo de Rivera -"España germanos contra bereberes"- comparaba a los profetas de Israel
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