Esta obra que vengo leyendo con gran interés y fruición del suicidado de Notre Dame, Dominique Venner -referencia suprema en el tema-, da tal vez la clave de que el mito de la transversalidad haya encdontrado en Francia mucho más eco y arraigo que entre españoles, como lo viene a ilustrar el fenómeno Macron, sin parangón posible hoy por hoy en la política española. Los franceses estuvieron divididos entre Resistencia y Colaboración durante la Segunda Guerra Mundial pero eso no les condujo a la guerra civil, salvedad hecha del guerra civilismo de importación -y de un sello rojo/español indiscutible- que pretendió imponer el partido comunista franceses en el seno de la Resistencia y que no dejo de ser incluso hacia al final de la guerra, un fenómeno minoritario. Y es que como lo dejé aquí señalado, los franceses escarmentaron en cabeza ajena con la guerra civil españolaLa segunda vuelta de las elecciones francesas del domingo próximo consagrarán sin sorpresas una arrolladora mayoría presidencial en la Asamblea Nacional del país vecino. Pocos interrogantes pues de cara al próximo domingo, si acaso el resultado de algunos casos igual que atípicos como emblemáticos, como el de la candidata de la derecha en una de las circunscripciones de Paris, Nathalie Kosciusko-Morizet, victima hoy por la mañana de una agresión que le llevó a caer por tierra y a perder el conocimiento durante unos minutos, lo que puede que venga dar un vuelco -en democracia todo es posible- al mas que previsible resultado en esa circunscripción (hasta ahora) donde el candidato de la mayoría presidencial sacó a aquella una confortable ventaja en la primera vuelta.
Otros resultados objeto de especial atención lo serán los del antiguo primer ministro, el “oriundo” Manuel Valls y de dos de su ministras, las dos de origen marroquí, puestas en situación de balotaje desfavorable las dos, por lo que es previsible que sus bellos rostros desparezcan del centro de la escena que vinieron ocupando -tan jóvenes- durante años. Emmanuel Macron va camino pues de revalidar su triunfo personal de las presidenciales. Que pensar de él? No lo tengo muy claro la verdad sea dicha.
Durante las presidenciales -como lo hice constar en este blog- “torcí” por Francois Fillon no tanto por afinidades ideológicas, sino por la íntima reprobación que me merecería la escandalosa campaña de acoso y derribo -coronada al final por el éxito- de los principales medios (main stream) y un sector de la magistratura en Francia contra el candidato de la derecha. Algunos medios presentan a Macron como el candidato de la globalización, contra los abanderados de la reacción anti-globalista, o anti-global, Donald Trump, Marine le Pen y por supuesto Vladmir Putin (…) No que da muy claro lo que esa etiqueta venga a querer traducir.
Una cosa sí tengo clara en cambio y es la brecha humeante que la nueva lay laboral francesa -tan juiciosa- abrió entre Macron y una izquierda de la izquierda apoyada por los sindicatos mas izquierdistas y por el movimiento de os indignados franceses -”Débout la Nuit” del pasado año- que acabo dando sus últimas boqueadas tan sigilosamente como había nacido (igual que su homólogo español) Espantajo, Emmanuel Macron del 11-M a la francesa, y eso ya de por si me mueve a circunspección a cuento de alguien que se ve presentado de candidato de los bancos, o de los banqueros, como él lo fue antes de entrara en política. Los bancos y los banqueros son espantajos públicos -para el pensamiento único- que acaban revelándose tigres de papel las mas de las veces.
Esa es la conclusión que se saca de una biografía que habré terminado de leer hace unos días del presidente norteamericano Donald Trump. Y es que el capitalismo por muy salvaje que sea también tiene sus reglas intocables. “Fair play” en la consagrada fórmula anglosajona. Y me lo venia a ilustrar un episodio de la biografía de Donald Trump que se ve reservado todo un capitulo hacia el final de la obra a la que aquí hago alusión. Bajo el titulo elocuente de “Beaching a whale”, que se podría traducir en español por el echar a la playa a una “ballena”, léase a uno de esos grandes jugadores profesionales -cantados con los dedos de una mano- que recorren los más grandes casinos mundo a través siempre ganando.
Y Trump a una de esas “ballenas”, le acabo haciendo perder -jugando limpio (fair play) los dos-, con ayuda de un matemático especializado en el calculo de probabilidades y asesor del futuro presidente de los Estados Unidos-, del anzuelo -en forma de un contrato a la medida- que hicieron morder a aquel jugador japones que al final, obligado por por la palabra dada se vio obligado a seguir jugando cuando empezó a perder conforme a los cálculos de probabilidades del asesor de Trump. Y que de vuelta a su país, el Japón, en la mas pura mística samurái, acabo practicando “sekupu”, en otros términos, haciéndose el hara-kiri.
¿Una reencarnación Donald Trump de Henry Ford que habría servido de modelo de inspiración a la célebre obra “Reflexiones sobra la violencia” de Georges Sorel, especie de biblia de bolsillo de los nazi fascismos, del que Emmanuel Macron vendría a ser una especie de versión afrancesada? Es curiosa y sintomática en extremo la incompatibilidad visceral que habrán demostrado recíprocamente el nuevo presidente francés y el antiguo jefe de gobierno que fue su superior jerárquico, el oriundo Manuel Valls, lo que me mueve igualmente a circunspección a la hora de juzgar al nuevo presidente francés, que viene a querer redorar la vieja fórmula de “ni de izquierdas ni de derechas”.
Y algo de credibilidad se merece desde luego, a la vista del declive ineluctable del partido socialista francés las horas que corren -el mayor partido de Francia durante décadas-, y de la división que la operación de desestabilización de altos vuelo lanzada desde el palacio (presidencial) del Elíseo habrá conseguido infligir a la derecha gaullista, segundo partido francés por encima del Frente Nacional, como parece perfilarse en las legislativas en curso.
¿Triunfo de la transversalidad en Franci, de esa formula que les hace poner los ojos en blanco a algunos jóvenes españoles (y menos jóvenes)? Es posible. En España en cambio, la división izquierda derecha sigue siendo ineluctable. Spain is different. Por culpa de la guerra civil interminable
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