domingo, febrero 26, 2017
Dos Ninfas
Se me cierran las puertas
se me apagan las bugías
mientras me "empiezan" las sombras
ese claro ¡el de mi vida!
Cuando pensé que era mío
que nadie lo robaría
y se movieron los suelos
retemblando bajo mía
a punto de hundirse mi amor
entre miradas de furia,
y de tragarme en su seno
de golpe (a traición) qué risa!
La risa que me entró, sí,
a la fuerza (a lágrima viva)
que reí amor, por no llorar
te lo juro, y no te rías
aunque a decir verdad
ningún llanto merecía
aquel embrollo fatal
¡qué situación tan absurda!
¿Por qué me ocurre eso a mí,
busco yo acaso la bulla
huyendo amor del silencio
de la noche que se arrima?
Dámela ¡oh duende amigo!
Dame la clave ¡qué enigma!
que empezó por ser un juego
y empieza a ser cruel tortura
¿o me “equivoqué de noche”
que no era la que yo quería
la noche amor de mis sueños?
¿o me equivocaba la luna?
Que cambia sin avisar
y cambia a la mujer rubia
y la altera y descontrola
y hace a la que no lo es más dura
y entre una y otra amor
mi corazón duda y vacila
y a mi mente le entra el vértigo
y a mi alma, la fatiga
por eso me puse a escribir
estos versos, estas rimas,
como el último consuelo
de un poeta de alma pura
de un bohemio extraviado
en tierras de lluvia y brumas
al que se le hacía ya tarde
titubeando entre dos ninfas
último soñador de Occidente
cantor de un mundo en ruinas
de una raza de poetas
que muere y que resucita,
y así gemía mi alma
al compás de aquella música
cuando en la noche de pronto
te vi pasar ¡sombra divina!
Un canto eterno mi amor
lo que busca el poeta de bien
un canto que se siga oyendo
siempre, cuando aquél ya aquí no esté
para eternizarse en sus versos
y fundirse a jamas con él:
le habría valido la pena
esta vida de perro (fiel)
para que lo oigan cantar todos
los que le odiaron (sin querer)
de todo lo que de él oyeron
sin llegarle nunca a ver
los que de él más se rieron
viéndole amor -de buen jaez-
en aquel trance de infierno
cuando se daría a conocer
los que en él nunca creyeron
y por qué deberían creer
se preguntaban entre ellos
entre rechiflas y desdén
Para que lo canten los míos
los de mi estirpe y su fe
los que empatizaron conmigo
hijos de una Buena Merced
cuando el sol se puso negro
sol negro de una guerra cruel
sol negro que me hizo hombre
ya casi a destiempo (así fue)
un canto amor que te brindo
de lo que fue o pudo ser,
de lo que acabé siendo amor
que es lo que te vengo a ofrecer
un hombre hecho y derecho
de un honor a flor de piel
que no admite ni en broma amor
que se pueda dudar de él
Pero eso tú bien lo sabes,
lo adivinas niña/mujer
virgen prudente a la espera
de un Hombre (de la cabeza a los pies)
¿Y qué sí no amor? ¡Se es lo que se fue!
se me apagan las bugías
mientras me "empiezan" las sombras
ese claro ¡el de mi vida!
Cuando pensé que era mío
que nadie lo robaría
y se movieron los suelos
retemblando bajo mía
a punto de hundirse mi amor
entre miradas de furia,
y de tragarme en su seno
de golpe (a traición) qué risa!
La risa que me entró, sí,
a la fuerza (a lágrima viva)
que reí amor, por no llorar
te lo juro, y no te rías
aunque a decir verdad
ningún llanto merecía
aquel embrollo fatal
¡qué situación tan absurda!
¿Por qué me ocurre eso a mí,
busco yo acaso la bulla
huyendo amor del silencio
de la noche que se arrima?
Dámela ¡oh duende amigo!
Dame la clave ¡qué enigma!
que empezó por ser un juego
y empieza a ser cruel tortura
¿o me “equivoqué de noche”
que no era la que yo quería
la noche amor de mis sueños?
¿o me equivocaba la luna?
Que cambia sin avisar
y cambia a la mujer rubia
y la altera y descontrola
y hace a la que no lo es más dura
y entre una y otra amor
mi corazón duda y vacila
y a mi mente le entra el vértigo
y a mi alma, la fatiga
por eso me puse a escribir
estos versos, estas rimas,
como el último consuelo
de un poeta de alma pura
de un bohemio extraviado
en tierras de lluvia y brumas
al que se le hacía ya tarde
titubeando entre dos ninfas
último soñador de Occidente
cantor de un mundo en ruinas
de una raza de poetas
que muere y que resucita,
y así gemía mi alma
al compás de aquella música
cuando en la noche de pronto
te vi pasar ¡sombra divina!
Un canto eterno mi amor
lo que busca el poeta de bien
un canto que se siga oyendo
siempre, cuando aquél ya aquí no esté
para eternizarse en sus versos
y fundirse a jamas con él:
le habría valido la pena
esta vida de perro (fiel)
para que lo oigan cantar todos
los que le odiaron (sin querer)
de todo lo que de él oyeron
sin llegarle nunca a ver
los que de él más se rieron
viéndole amor -de buen jaez-
en aquel trance de infierno
cuando se daría a conocer
los que en él nunca creyeron
y por qué deberían creer
se preguntaban entre ellos
entre rechiflas y desdén
Para que lo canten los míos
los de mi estirpe y su fe
los que empatizaron conmigo
hijos de una Buena Merced
cuando el sol se puso negro
sol negro de una guerra cruel
sol negro que me hizo hombre
ya casi a destiempo (así fue)
un canto amor que te brindo
de lo que fue o pudo ser,
de lo que acabé siendo amor
que es lo que te vengo a ofrecer
un hombre hecho y derecho
de un honor a flor de piel
que no admite ni en broma amor
que se pueda dudar de él
Pero eso tú bien lo sabes,
lo adivinas niña/mujer
virgen prudente a la espera
de un Hombre (de la cabeza a los pies)
¿Y qué sí no amor? ¡Se es lo que se fue!
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