domingo, septiembre 07, 2014
Al cabo del Desencuentro (poesía en domingo)
Sólo, desengáñate ya
en la Gran Noche del Mundo
por los pozos y los túneles
de la Memoria sombría
¡Más solo que la una, Juan!
Arrostrando a cuerpo limpio
Fantasmas de aire y de humo
al viento o atrincherados
en gentes de carne y hueso
que no son nadie sin ellos,
No son nada, pobres diablos,
espantajos blancos…negros (…)
dentro de un juego de espejos
del que no quiero estar preso
por no morirme de asco
Y aunque me diesen por muerto
Aun en mi mente bien dentro
la noche estival madrileña,
bien caliente en mis recuerdos,
con las aguas ya en su cauce,
me topo con un cruel espectro
de rostro inhóspito, feo,
El de la guerra entre pueblos,
El de una guerra de razas
de sangre, y en blanco/y/negro
De una guerra de galaxias,
de un horizonte siniestro:
de una raza en la agonía
perdida en el Universo,
¿Hice acaso mal en mirarte
sin rozarte ni tocarte
honrándote así, mujer?
¡Te miraría mil veces!
¿Y que sabemos, quién sabe
De qué está hecho el futuro
Lo que el destino nos cuece?
Te miré y te miraré, sí,
Si así me veo mejor yo
a mí mismo –en ti- por dentro
con mis luces y mis sombras,
mis bazas y mis secretos,
que me darán la victoria
y me harán ganar adeptos
entre los pobres diablos
de los espectros aquellos
que me seguirán fielmente
en la vida y en la muerte
como perros fieles, buenos
Que ese es mi sino, mi turno,
el luchar solo, sonámbulo
rodeado de lunas y espejos
cual testigos silenciosos,
vivir campando entre muertos,
hasta que las tornas cambien,
aguantando y resistiendo
¡Hasta que lleguen los nuestros!
Seguir viviendo en la orbita
-camino ya del Reencuentro-
de un mundo al que di la espalda
¡Porque me la dieron ellos!
-hace ya cuarenta años-
Y al que me voy acercando
Al cabo del Desencuentro (…)
¿Que sé yo de ti, bebé,
niña/mayor, niña/mujer?
Sólo sé que no sé nada
(que es el verdadero saber)
Que lo que conozco de tí
es como una regla de tres,
como el compararte a otra
o el traducirte al inglés
Cuando tú no eres más que tú
Lo mismo que yo ¿No lo ves?
Pero no me preocupa ¿Sabes?
No soy tan ciego ¡Pardiez!
Tan ingenuo o insensato
como Nietzsche (dicen) lo fue
de pretender “resolverte”
sin ponerte a un tiempo “al revés”,
que la llave que tú escondes
se me aparezca de una vez:
del enigma, del misterio
de tu nada (o de tu ser)
de tus sombras y silencios
y tus eclipses también
Otros saben más (nos dicen)
Yo en cambio opté por no saber
por ponerme en duda yo a mí
antes de dudar de ti (¡¡Eh!!)
Como en un juego de cartas,
O un juego de manos más bien
De creer y apostar en tí,
sí, sin pensarlo, ¿Por qué?
Metiéndome dentro (en tu mente),
en tus ojos y en tu piel
¡Y por favor no te rías!
Mujer diosa ¡A tus pies!
en la Gran Noche del Mundo
por los pozos y los túneles
de la Memoria sombría
¡Más solo que la una, Juan!
Arrostrando a cuerpo limpio
Fantasmas de aire y de humo
al viento o atrincherados
en gentes de carne y hueso
que no son nadie sin ellos,
No son nada, pobres diablos,
espantajos blancos…negros (…)
dentro de un juego de espejos
del que no quiero estar preso
por no morirme de asco
Y aunque me diesen por muerto
Aun en mi mente bien dentro
la noche estival madrileña,
bien caliente en mis recuerdos,
con las aguas ya en su cauce,
me topo con un cruel espectro
de rostro inhóspito, feo,
El de la guerra entre pueblos,
El de una guerra de razas
de sangre, y en blanco/y/negro
De una guerra de galaxias,
de un horizonte siniestro:
de una raza en la agonía
perdida en el Universo,
¿Hice acaso mal en mirarte
sin rozarte ni tocarte
honrándote así, mujer?
¡Te miraría mil veces!
¿Y que sabemos, quién sabe
De qué está hecho el futuro
Lo que el destino nos cuece?
Te miré y te miraré, sí,
Si así me veo mejor yo
a mí mismo –en ti- por dentro
con mis luces y mis sombras,
mis bazas y mis secretos,
que me darán la victoria
y me harán ganar adeptos
entre los pobres diablos
de los espectros aquellos
que me seguirán fielmente
en la vida y en la muerte
como perros fieles, buenos
Que ese es mi sino, mi turno,
el luchar solo, sonámbulo
rodeado de lunas y espejos
cual testigos silenciosos,
vivir campando entre muertos,
hasta que las tornas cambien,
aguantando y resistiendo
¡Hasta que lleguen los nuestros!
Seguir viviendo en la orbita
-camino ya del Reencuentro-
de un mundo al que di la espalda
¡Porque me la dieron ellos!
-hace ya cuarenta años-
Y al que me voy acercando
Al cabo del Desencuentro (…)
¿Que sé yo de ti, bebé,
niña/mayor, niña/mujer?
Sólo sé que no sé nada
(que es el verdadero saber)
Que lo que conozco de tí
es como una regla de tres,
como el compararte a otra
o el traducirte al inglés
Cuando tú no eres más que tú
Lo mismo que yo ¿No lo ves?
Pero no me preocupa ¿Sabes?
No soy tan ciego ¡Pardiez!
Tan ingenuo o insensato
como Nietzsche (dicen) lo fue
de pretender “resolverte”
sin ponerte a un tiempo “al revés”,
que la llave que tú escondes
se me aparezca de una vez:
del enigma, del misterio
de tu nada (o de tu ser)
de tus sombras y silencios
y tus eclipses también
Otros saben más (nos dicen)
Yo en cambio opté por no saber
por ponerme en duda yo a mí
antes de dudar de ti (¡¡Eh!!)
Como en un juego de cartas,
O un juego de manos más bien
De creer y apostar en tí,
sí, sin pensarlo, ¿Por qué?
Metiéndome dentro (en tu mente),
en tus ojos y en tu piel
¡Y por favor no te rías!
Mujer diosa ¡A tus pies!
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