lunes, febrero 11, 2019
Pátina del Tiempo
Ya pasó, ya pasó ¿el qué, Juan?
El Domingo, con su "nada",
esa que vio Paco Umbral :
¡flor (gris) de desesperanza!
Y es que se había ido (“evacuado”)
lo que más nos la ocultaba
¡El evento "más terrible"
de nuestra aciaga jornada!
Del que sólo me percaté
en lo alto de la montaña
A la que huí despavorido,
raudo, y a marchas forzadas
como un Zaratustra (en joven)
después de la caida mala,
cuando estalló todo en mí (¡añicos!)
¿El qué, Juan? (¿ cosas sagradas?)
Eso creí yo casi hasta hoy,
Cual la infancia bien amada
hasta que se me fue el velo
y vi (de frente) a la Nada
que me acometió despacio
y cegaba y deslumbraba,
y en lo más hondo y negro.
de nuevo yo despertaba
Y vi la Vida, la mía,
cual fue, no tan desgraciada,
Y la Historia de mi vida
de mi vida y de mi alma
Cual flor de cerezo al caer
Que huirá en silencio, callada,
Despegándose suave
A la luz de la alborada,
y al Amanecer de una vida
-¿desierto de noches blancas?-
en el medio de los míos
¡cuerpos nobles, puras malvas!-,
Y eso es lo que te ofrezco ¡femme!:
la llama de mi esperanza,
y la pátina, en mi rostro,
que el Tiempo me dejó (y la Raza) (…)
El Domingo, con su "nada",
esa que vio Paco Umbral :
¡flor (gris) de desesperanza!
Y es que se había ido (“evacuado”)
lo que más nos la ocultaba
¡El evento "más terrible"
de nuestra aciaga jornada!
Del que sólo me percaté
en lo alto de la montaña
A la que huí despavorido,
raudo, y a marchas forzadas
como un Zaratustra (en joven)
después de la caida mala,
cuando estalló todo en mí (¡añicos!)
¿El qué, Juan? (¿ cosas sagradas?)
Eso creí yo casi hasta hoy,
Cual la infancia bien amada
hasta que se me fue el velo
y vi (de frente) a la Nada
que me acometió despacio
y cegaba y deslumbraba,
y en lo más hondo y negro.
de nuevo yo despertaba
Y vi la Vida, la mía,
cual fue, no tan desgraciada,
Y la Historia de mi vida
de mi vida y de mi alma
Cual flor de cerezo al caer
Que huirá en silencio, callada,
Despegándose suave
A la luz de la alborada,
y al Amanecer de una vida
-¿desierto de noches blancas?-
en el medio de los míos
¡cuerpos nobles, puras malvas!-,
Y eso es lo que te ofrezco ¡femme!:
la llama de mi esperanza,
y la pátina, en mi rostro,
que el Tiempo me dejó (y la Raza) (…)
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