miércoles, abril 04, 2018
¡¡¡HAN PASADO, HAN PASADO!!! (a la Carmena)
Parecen personajes -el niño sobre todo- de los tebeos de Tin Tin, no me digan, nada que ver con esos chíbiris niños de pañoleta roja y puño alto –en España por lo menos, que en Bélgica (y en general de puertas afuera) se mostraban (a primera vista) más modositos (menos fieras)-, de tanto desmán y salvajismo y que tanto amedrentaron –y amenazaron- a los nuestros, y tan hondamente anclados en nuestras memorias. Cualquier parecido con la realidad pura coincidencia, Ese sonrojo o sonrosado, por ejemplo, esos coloretes del niño del cartel, -tan de familia/bien, de niño pijo, facha, de derechas- inconfundibles (todo menos de clase/obrera) Juego falaz y engañoso de espejos en los propagandistas rojos aquellos, y memoria reconstruida (a toro pasado) la de la Carmena y la de los otros testigos de memoria (guerracivilista) Como la memoria antiespañola de los belgas flamencos. Sólo que la de ellos es mas vieja y antigua que la de los rojos y rojas de aquí, y menos fratricida
La Memoria duele. Y cuanto más honda y más auténtica más todavía. Y si es Memoria de España –por aquello (tan denostado) de “nos duele España”- por partida doble en verdad y la exposición “No Pasarán” al madrileño expatriado que esto escribe les da una idea leve tan siquiera, de lo que me escuece (dios!) a los que leerán estas líneas. hasta el punto que para calmar mas que nada ese dolor y ese escozor –¡a rabiar!- me he puesto escribir estas líneas más que nada.. Guerra de memorias, guerra de propaganda, incruenta por definición y por eso mas insidiosa (si cabe) y más capciosa y venenosa, la que desató la ley funesta.
Como el cartel que anuncia la exposición guerracivilista –en la plaza Mayor- y bajo la égida de esas dos pasionarias (de vocación) que son las actuales alcaldesas de Madrid y de Barcelona., la Colau y la Carmena. De ridiculizar el patriotismo, hablan o polemizan algunos y confieso humildemente que nada mas leer el título me di (erradamente) un poco por ludido por ese articulo que acabo de escribir especie de carta abierta contra los redactores –y su director- de Alerta Digital a los que reproché grosso modo el esgrimir sentimientos patrioteros (sic) de coartada contra nuestra identidad europea y los sentimientos y emociones que suscita –prueba de su autenticidad- cuando se ve atacada como así me parece haberlo sido ahora, por cuenta de dos países a los que me siento especialmente ligado, Bélgica y Suiza, en los que encontré refugio cuando decidí irme de España.
“Le vamos a dar España una pasada que no la va a reconocer ni la madre que la parió,” declaraba en tono amenazante Alfonso Guerra y cumplieron su palabra, o mejor pusieron en práctica su amenaza, de eso no caben dudas. Y es lo que me viene a la mente evocando aquellos días –meses apenas- que pasé en España, en Madrid, como un fugitivo, como un alma en pena, tras salir de la cárcel portuguesa. Sobre todo el primer día aquel tras verme libre en Portugal, deambulando –como un sonámbulo- por el centro de Madrid con las marcas bien a la vista del paso por la alcaldía de la capital de España -donde estaban mangoneando aún- de Tierno Galván, el Viejo Profesor y su amigo (y estrecho colaborador) el Lute, el Robin Hood de los pobres en el tardo/franquismo –tal y como se le vio después y como se le recuerda hoy-, y héroe e icono en vida de quinquis y de gitanos tal y como lo oí mencionar -y elogiar y celebrar- en la cárcel portuguesa de Vale de Judeus, donde me deparo la suerte el tener que cohabitar (ay dolor!) con la gente aquella (…)
Y es que yo no reconocía en modo a-lguno al Madrid de mi infancia y de mi adolescencia en aquel vertedero de mugre y de basura que era lo que parecía tener por único quo ofrecer a un madrileño repatriado, mientras deambulaba por la calles de mi barrio de Arguelles (o que lo fue) camino de casa donde me esperaba mi familia. Esos que hablan con tanta verborrea y tanto desparpajo de cuánto les gusta España –en el tema (actual) de Cataluña, ¿se refieren a esta o aquella, mejor dicho a esta y a aquella –que son como hermanas gemelas- o a la España que nos vio nacer y en la que discurrió nuestra infancia sacrosanta o sagrada fuer de intocable y de feliz –seguida de una adolescencia no poco atribulada, e incierta e inquieta- como lo fue y como pervive aun en nuestra memoria? No nos gusta esta España no, la verdad va por libre- y me ocurre (como aquí fácilmente se imaginan) desde hace ya un buen rato-, y si así no fuera no hubiéramos tenido la fuerza de escoger los caminos duros e ingrato de la expatriación –y del exilio- Hace ya tanto.
No nos reconocemos pues en esta España de hoy, en ese Madrid que tanto esfuerzo hace por evocar y por parecerse –por aquello sin duda de la biblia judeocristiana (“se hicieron semejantes a las cosas que amaron”) a la España y al Madrid –horresco réferens!- en zona roja..Y si nos reconocemos en cambio en el niño del cartel del No Pasarán, tan parecido al Tin Tin de los belgas –que es como a mi me llamaban en casa, los amigos de mi familia- que me cuesta dios y ayuda de identificar con esos madrileños/del/pueblo –léase de clase obrera- que parce querer representar aquel cartel de propaganda (roja) que a fe mía que el niño de la foto –e incluso su madre, si no fuer por esa pañoleta roja con que se toca-, parecen mas bien retratar a esos madrileños fachas, pijos, gente/ bien o como les digan a la hora- a la gente de derechas (en la jerga, no poco resentida, del pobre Umbral, “la derechona”, o el “Otro Madrid” en suma, en la exposición de la Carmena)) tan estridentes y escandalosos –como a fe mía lo parecen hoy- que cabe preguntarse si unos dibujos así no hubieran merecido de inmediato la denuncia (y el paseo) de no tratarse de propaganda de guerra (antifascista)
Aunque más bien creemos que no son pura memoria sino memoria/reconstruida de la Carmena (y de los suyos), como lo es la memoria antiespañola de los flamencos que nos convierte a España y los españoles en los enemigos –y diablos- encarnados de aquel entonces y en los malos de la película aquella. Como la Carmena reconstruye (o idealiza) ahora a no dudar le memoria de los/buenos (de los suyos) Esa es la realidad, la verdad (a medias) de la memoria, de la memoria histórica que tiene fatalmente –y en eso los rojos o la izquierdas tienen razón (y ya saben como pienso en el tema)- mucho de memoria de clase, o si se prefiere de clasista. Y a fe mía que la memoria que en este artículo sale impetuosamente a relucir -por el revulsivo que habrá operado en mí la exposición (guerra civilista) madrileña- es una memoria de clase, sin lugar a dudas, de qué clase pues la verdad que no se bien cual, ¿desclasados yo y lo míos? No lo sé, lo que sí sé es que no se identificaban ni yo tampoco con las clases altas, entonces como ahora. Y mucho menos con la clase obrera –de los barrio/bajos léase los bajos fondos (horresco referens (de clase/obrera/madrileña)
“Nuestros verdugos” los llamaba –tras poderse poner a salvo y buen resguardo- desde las ondas radiofónicas de zona nacional, el escritor falangista (o franco falangista Antonio de Obregón durante la guerra, lo que produciría grande escándalo a una universitaria alemana –-la de los Vanguardistas de camisa azul (con prologo de José Carlos Mainer (un respeto)- que no veía en esos textos y alocuciones (tan proféticos a fuer de clarividentes, y de vanguardia literaria la más genuina y señera) mas que resentimiento clasista reaccionario y antidemocrático. Gente adinerada y aposentada –prepotentes y arrogantes y seguros de sí mismos (entonces como ahora)- y de una economía por cierto mucho más saneada, la clase/obrera madrileña de los barrios más castizos, que aquellos pobres desclasados –artistas, intelectuales, poetas (y con ellos por cierto, toda la bohemia de la época) De clase/media, sí. va ser eso, eso es lo que éramos, lo que soy, yo y los míos, lo que quiere decir mucho y la vez no quiere decir nada, como un cajón de sastre, lo que fue sin duda un poco entonces, y lo que sin duda sigue siendo ahora)
Desclasados –victimas más bien- de la modernidad (democrática) a los que sin duda Franco se refería –con la fórmula o clisé de clase media- en una de aquellas confidencias medio en voz alta que era cuando quería decir algo importante y cuando se refirió mas explícitamente a este tema. “En España no habrá mas guerras civiles y es gracias a la clase media nacida bajo mi régimen”, le confió Franco al general Vernon Walters –el militar célebre de la foto del abrazo (entre Franco y Eisenhower)- con lo que venía a reconocer una evidencia tan tenazmente negada en el bando de los vencedores, y a refutar así uno de su mayores temas de propaganda (el de la unidad de las clases, a imagen de la unidad de las tierras de España (…). Bueno y no sigo ni insisto porque aquí todos saben como pienso al respecto -que expuse y desarrollé repetidas veces en este blog- y la mayor parte de mis amigos apuesto a ciegas que no están de acuerdo en el tema (…)
No me resisto no obstante a comentar ese clamoroso contrasentido que ponen de manifiesto las declaraciones de una de las dos grandes patrocinadoras de la exposición guerra civilista, Ada Colau actual alcaldesa de Barcelona, y es cuando compara la lucha de los rojo/madrileños del "No Pasarán" con la defensa de la Cataluña republicana durante la guerra civil con lo que no viene menos a justificar, por ese amor como ella dice (y supone) entre catalanes y no/catalanes de los tiempos de la guerra civil en zona roja, con esa fobia anti-española –o hispanofobia (dejémonos de eufemismos)- preñada de odio y de violencia que está poniendo de manifiesto a la luz del día -ý en primera plana de los medios- la agitación separatista (y republicana) en Cataluña. Como el tufo (insoportable) que despedían las palabras del felón Puigdemont –a base (en francés) de “ese país” (…)-, aquí en Bélgica (poco antes de que le detuvieran).
Escena del júbilo -y delirio, en hombres y mujeres, chicos y grandes- que reinaba en Madrid tras la entrada de los nacionales. ¡Han pasado han pasado! en un clamor indescriptible, que se oye todavía, Ml que les pese a los fautores (o fautoras) de odio guerra civilista
(En homenaje y reordación al Setenta y Nueve Aniversario del Primero de Abril que en Madrid fue el 29 de marzo (lo que agunos no olvidamos, pese al silencio momentáneo de este blog. Disculpas a mis lectores, y mil gracias a la Colau y la Carmena por haberme despertado la memoria)
Afortunadamente pasaron –¡han pasado han pasado! por todas las calles de Madrid (sobre todo en la Puerta del Sol, y en la Plaza Mayor precisamente-en un ambiente de fiesta y de delirio,-, donde se celebra ahora (coincidiendo nota bene con el Primero de Abril) la exposición guerra civilista. Y menos mal que pasaron, si no ¿donde estaría Cataluña y donde estaría su pasionaria de alcaldesa ahora?
La Memoria duele. Y cuanto más honda y más auténtica más todavía. Y si es Memoria de España –por aquello (tan denostado) de “nos duele España”- por partida doble en verdad y la exposición “No Pasarán” al madrileño expatriado que esto escribe les da una idea leve tan siquiera, de lo que me escuece (dios!) a los que leerán estas líneas. hasta el punto que para calmar mas que nada ese dolor y ese escozor –¡a rabiar!- me he puesto escribir estas líneas más que nada.. Guerra de memorias, guerra de propaganda, incruenta por definición y por eso mas insidiosa (si cabe) y más capciosa y venenosa, la que desató la ley funesta.
Como el cartel que anuncia la exposición guerracivilista –en la plaza Mayor- y bajo la égida de esas dos pasionarias (de vocación) que son las actuales alcaldesas de Madrid y de Barcelona., la Colau y la Carmena. De ridiculizar el patriotismo, hablan o polemizan algunos y confieso humildemente que nada mas leer el título me di (erradamente) un poco por ludido por ese articulo que acabo de escribir especie de carta abierta contra los redactores –y su director- de Alerta Digital a los que reproché grosso modo el esgrimir sentimientos patrioteros (sic) de coartada contra nuestra identidad europea y los sentimientos y emociones que suscita –prueba de su autenticidad- cuando se ve atacada como así me parece haberlo sido ahora, por cuenta de dos países a los que me siento especialmente ligado, Bélgica y Suiza, en los que encontré refugio cuando decidí irme de España.
“Le vamos a dar España una pasada que no la va a reconocer ni la madre que la parió,” declaraba en tono amenazante Alfonso Guerra y cumplieron su palabra, o mejor pusieron en práctica su amenaza, de eso no caben dudas. Y es lo que me viene a la mente evocando aquellos días –meses apenas- que pasé en España, en Madrid, como un fugitivo, como un alma en pena, tras salir de la cárcel portuguesa. Sobre todo el primer día aquel tras verme libre en Portugal, deambulando –como un sonámbulo- por el centro de Madrid con las marcas bien a la vista del paso por la alcaldía de la capital de España -donde estaban mangoneando aún- de Tierno Galván, el Viejo Profesor y su amigo (y estrecho colaborador) el Lute, el Robin Hood de los pobres en el tardo/franquismo –tal y como se le vio después y como se le recuerda hoy-, y héroe e icono en vida de quinquis y de gitanos tal y como lo oí mencionar -y elogiar y celebrar- en la cárcel portuguesa de Vale de Judeus, donde me deparo la suerte el tener que cohabitar (ay dolor!) con la gente aquella (…)
Y es que yo no reconocía en modo a-lguno al Madrid de mi infancia y de mi adolescencia en aquel vertedero de mugre y de basura que era lo que parecía tener por único quo ofrecer a un madrileño repatriado, mientras deambulaba por la calles de mi barrio de Arguelles (o que lo fue) camino de casa donde me esperaba mi familia. Esos que hablan con tanta verborrea y tanto desparpajo de cuánto les gusta España –en el tema (actual) de Cataluña, ¿se refieren a esta o aquella, mejor dicho a esta y a aquella –que son como hermanas gemelas- o a la España que nos vio nacer y en la que discurrió nuestra infancia sacrosanta o sagrada fuer de intocable y de feliz –seguida de una adolescencia no poco atribulada, e incierta e inquieta- como lo fue y como pervive aun en nuestra memoria? No nos gusta esta España no, la verdad va por libre- y me ocurre (como aquí fácilmente se imaginan) desde hace ya un buen rato-, y si así no fuera no hubiéramos tenido la fuerza de escoger los caminos duros e ingrato de la expatriación –y del exilio- Hace ya tanto.
No nos reconocemos pues en esta España de hoy, en ese Madrid que tanto esfuerzo hace por evocar y por parecerse –por aquello sin duda de la biblia judeocristiana (“se hicieron semejantes a las cosas que amaron”) a la España y al Madrid –horresco réferens!- en zona roja..Y si nos reconocemos en cambio en el niño del cartel del No Pasarán, tan parecido al Tin Tin de los belgas –que es como a mi me llamaban en casa, los amigos de mi familia- que me cuesta dios y ayuda de identificar con esos madrileños/del/pueblo –léase de clase obrera- que parce querer representar aquel cartel de propaganda (roja) que a fe mía que el niño de la foto –e incluso su madre, si no fuer por esa pañoleta roja con que se toca-, parecen mas bien retratar a esos madrileños fachas, pijos, gente/ bien o como les digan a la hora- a la gente de derechas (en la jerga, no poco resentida, del pobre Umbral, “la derechona”, o el “Otro Madrid” en suma, en la exposición de la Carmena)) tan estridentes y escandalosos –como a fe mía lo parecen hoy- que cabe preguntarse si unos dibujos así no hubieran merecido de inmediato la denuncia (y el paseo) de no tratarse de propaganda de guerra (antifascista)
Aunque más bien creemos que no son pura memoria sino memoria/reconstruida de la Carmena (y de los suyos), como lo es la memoria antiespañola de los flamencos que nos convierte a España y los españoles en los enemigos –y diablos- encarnados de aquel entonces y en los malos de la película aquella. Como la Carmena reconstruye (o idealiza) ahora a no dudar le memoria de los/buenos (de los suyos) Esa es la realidad, la verdad (a medias) de la memoria, de la memoria histórica que tiene fatalmente –y en eso los rojos o la izquierdas tienen razón (y ya saben como pienso en el tema)- mucho de memoria de clase, o si se prefiere de clasista. Y a fe mía que la memoria que en este artículo sale impetuosamente a relucir -por el revulsivo que habrá operado en mí la exposición (guerra civilista) madrileña- es una memoria de clase, sin lugar a dudas, de qué clase pues la verdad que no se bien cual, ¿desclasados yo y lo míos? No lo sé, lo que sí sé es que no se identificaban ni yo tampoco con las clases altas, entonces como ahora. Y mucho menos con la clase obrera –de los barrio/bajos léase los bajos fondos (horresco referens (de clase/obrera/madrileña)
“Nuestros verdugos” los llamaba –tras poderse poner a salvo y buen resguardo- desde las ondas radiofónicas de zona nacional, el escritor falangista (o franco falangista Antonio de Obregón durante la guerra, lo que produciría grande escándalo a una universitaria alemana –-la de los Vanguardistas de camisa azul (con prologo de José Carlos Mainer (un respeto)- que no veía en esos textos y alocuciones (tan proféticos a fuer de clarividentes, y de vanguardia literaria la más genuina y señera) mas que resentimiento clasista reaccionario y antidemocrático. Gente adinerada y aposentada –prepotentes y arrogantes y seguros de sí mismos (entonces como ahora)- y de una economía por cierto mucho más saneada, la clase/obrera madrileña de los barrios más castizos, que aquellos pobres desclasados –artistas, intelectuales, poetas (y con ellos por cierto, toda la bohemia de la época) De clase/media, sí. va ser eso, eso es lo que éramos, lo que soy, yo y los míos, lo que quiere decir mucho y la vez no quiere decir nada, como un cajón de sastre, lo que fue sin duda un poco entonces, y lo que sin duda sigue siendo ahora)
Desclasados –victimas más bien- de la modernidad (democrática) a los que sin duda Franco se refería –con la fórmula o clisé de clase media- en una de aquellas confidencias medio en voz alta que era cuando quería decir algo importante y cuando se refirió mas explícitamente a este tema. “En España no habrá mas guerras civiles y es gracias a la clase media nacida bajo mi régimen”, le confió Franco al general Vernon Walters –el militar célebre de la foto del abrazo (entre Franco y Eisenhower)- con lo que venía a reconocer una evidencia tan tenazmente negada en el bando de los vencedores, y a refutar así uno de su mayores temas de propaganda (el de la unidad de las clases, a imagen de la unidad de las tierras de España (…). Bueno y no sigo ni insisto porque aquí todos saben como pienso al respecto -que expuse y desarrollé repetidas veces en este blog- y la mayor parte de mis amigos apuesto a ciegas que no están de acuerdo en el tema (…)
No me resisto no obstante a comentar ese clamoroso contrasentido que ponen de manifiesto las declaraciones de una de las dos grandes patrocinadoras de la exposición guerra civilista, Ada Colau actual alcaldesa de Barcelona, y es cuando compara la lucha de los rojo/madrileños del "No Pasarán" con la defensa de la Cataluña republicana durante la guerra civil con lo que no viene menos a justificar, por ese amor como ella dice (y supone) entre catalanes y no/catalanes de los tiempos de la guerra civil en zona roja, con esa fobia anti-española –o hispanofobia (dejémonos de eufemismos)- preñada de odio y de violencia que está poniendo de manifiesto a la luz del día -ý en primera plana de los medios- la agitación separatista (y republicana) en Cataluña. Como el tufo (insoportable) que despedían las palabras del felón Puigdemont –a base (en francés) de “ese país” (…)-, aquí en Bélgica (poco antes de que le detuvieran).
Escena del júbilo -y delirio, en hombres y mujeres, chicos y grandes- que reinaba en Madrid tras la entrada de los nacionales. ¡Han pasado han pasado! en un clamor indescriptible, que se oye todavía, Ml que les pese a los fautores (o fautoras) de odio guerra civilista
(En homenaje y reordación al Setenta y Nueve Aniversario del Primero de Abril que en Madrid fue el 29 de marzo (lo que agunos no olvidamos, pese al silencio momentáneo de este blog. Disculpas a mis lectores, y mil gracias a la Colau y la Carmena por haberme despertado la memoria)
Afortunadamente pasaron –¡han pasado han pasado! por todas las calles de Madrid (sobre todo en la Puerta del Sol, y en la Plaza Mayor precisamente-en un ambiente de fiesta y de delirio,-, donde se celebra ahora (coincidiendo nota bene con el Primero de Abril) la exposición guerra civilista. Y menos mal que pasaron, si no ¿donde estaría Cataluña y donde estaría su pasionaria de alcaldesa ahora?
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