Sor Pascualina. Papisa y Gran Espía de la Santa Madre Iglesia. Pascualina Lehnert, alemana de nación (de Baviera, como Eva Braun, la compañera del Fuhrer, católicas bautizadas una y otra) y además furibunda anti-nazi (ella), fue desde la edad de veintitrés años (veintitrés) secretaria vitalicia de Monseñor Pacelli, futuro papa Pío XII ) hasta la muerte del pontífice (o su monja de servicio) y llegó a gozar de tanta ascendencia sobre él que cada vez que el futuro papa, en su calidad de miembro del cuerpo diplomatico del Vaticano, se veía en trance de tener que cambiar de destino, amenazaba con colgar la sotana si no se llevaba con él a su secretaria. En la España de finales de los cincuenta -y en pleno ascenso de la Obra- la prensa diaria (salvo la del Movimiento, lógico) recogía en primeras páginas con toda naturalidad, de lo más seria y circunspecta, que Su Santidad acababa de tener el día anterior una aparición de la Santísima Virgen en sus aposentos vaticanos, y muchos, sotto voce, decían o se decían que era Sor Pascualina -con disfraz o sin él (...)- la que se le aparecía (...) Por su espionaje decisivo en favor de los Aliados, fue una de las grandes responsables de la derrota de Alemania, o en otros términos, de que el Régimen nazi perdiera la guerra de los servicios secretos (...) Al día siguiente de la muerte del pontifice (en 1958) fue destituída de todas sus funciones y alejada del Vaticano, con su misión por cierto ya cumplida (...)
Estaba ayer preparando y redactando a la vez mi último articulo -sobre la marcha- cuando me di de bruces con un texto del que había oido vgamente hablar hace ya bastantes años pero que nunca leí hasta hoy y que tomé en su momento por un libro cuando se trata en realidad de una breve semblanza -unas pocas páginas apenas-, de titulo "El enigma de Hitler" escrito por Leon Degrelle poco tiempo antes de su muerte, que cobra todos los trazos de un testamento espiritual habida cuenta de la personalidad y de la trayectoria de su autor, y donde se vierte una semblanza completa en extremo, de gran perspicacia y agudeza y pertinencia y penetracion, de la figura del que sigue encarnando de nuestros dias el Mal por excelencia o de lo Indecible (de pura maldad), hasta prueba de lo contrario (...)
Y el texto de Degrelle se reviste sin duda de toda la fuerza que le da una memoria visual propia e intrasferible en el propio autor, y es la del encuentro o de los encuentros que tuvo con Adolfo Hitler al que pretende retratar en su texto, y es en la medida además que una de aquellas instantáneas a las que Degrelle alude se vería imortalizada en una foto célebre de la historia de la Segunda Guerra mundial, y fue la visita que el lider rexista belga hizo al Fuhrer en su célebre bunker "la Guarida del Lobo" ("Wolfsschanze"), cuartel general del Alto mando alemán en Prusia Oriental a partir del lanzamiento de la Operación Barbarroja y de la apertura del frente del Este, frente a la Unión Soviética. Y fue tras la rptura de cerco en Tcherkassi en lq que se vio envuelta -a las órdenes de Degrelle-, la Legión (belga) Valona. Todo lo que dice Degrelle en esas líneas es sin duda sensato y razonable, y verosímil y creíble y autentificado ademas, como digo, por el testimonio personal directo y visual de su autor.
Hay unos párrafos no obstante que vienen como a añadirse el texto a modo de colofón o de broche final (de oro) que se merecen una glosa en este blog, urgente además, a mi juicio, en las que Degrelle viene aborda el tema (magno) de la creencias del Fuhrer, o en otros terminos, del Dios de Adolfo Hitler.
La responsabilidad ante la historia del almirante Canaris, gran amigo de Franco y jefe supremo de los servicios secretos y del contraespionaje alemán, en la derrota alemana no deja de ser abrumadora. Porque está claro que Alemania selló su derrota (total) al perder la guerra de los servicios secretos y del espionaje y del contraespionajeHace ya también muchos años leí algo sobre el mismo tema, de un experto si los hubo en religiosidad o en creencias religiosas, o ideológicas, no otro que el francés, ex-comunista (convertido al Islam) Roger Garaudy en un libro que se presentaba un poco también como su testamento ideológico o espiritual y en el que denostaba y denigraba el nacionalsocialismo como una variante de fe o de creencia religiosa -distinta por supuuesto de la fe islamica que profesaba en lo sucesivo el autor de aquel libro- y era la fe en el Dios Wotán, una divinidad antigua de los pueblos germanos, de antes del cristianismo.
La locuacidad del lider rexista belga en el tema contrastaba no obstante con el mutismo sobre el particular que guardó en vida el personaje sujeto y a la vez objeto de su semblanza, que no se manifestó nunca de forma explícita al menos- al respecto y que tenia permanentemente en la boca encambio -y cabe pensar que en la mente también- a Alemania (Deutschland) como el motivo o razón suprema de sus esfuerzos, de su lucha ("sein kampf") y de su empeño bélico.
¿Deísta, Hitler, a la manera de Goethe, de Leibniz, del romanticismo aleman y de otras grandes corrientes y figuras de la cultura y de la historia alemana moderna y contemporánea? ¿Pagano y anti-cristiano como lo fue Juliano el Apostata con quien a creer a Degrelle, Hitler se hallaba particularmente familizarizado (y cabe suponer que también compenetrado)? (...)
Meras suposiciones o especulaciones que no dejan de tener todas ellas la misma presunción o el mismo grado de veracidad que la que Degrelle defiende y hace suya en ese texto y que viene a hacer del líder del III Reich un catolico (bautizado) no practicante y en el fondo sumiso y fiel a los dogmas -y a las promesas/de/su/bautismo- y a los interdictos y a la ley y a la disciplina y a la obediencia eclesiásticas ( y canónicas) como lo fue o lo acabó siendo el lider fascista belga que de notoriedad pública gravitó en la orbita del Opus Dei -al que defendió explícitamente incluso en alguno de sus escritos o de sus declaraciones- durante su exilio español, al menos en los últimos años de su vida.
Y como lo puso él mismo de manifesto durante el pontificado de Juan Pablo II en la carta abierta -de un simple creyente, de una oveja más, al padre comun de todos los católicos- que dirigió a aquel papa sobre Auschwitz, que quedó sin respuesta como cabia suponer y sin reaccion alguna tampoco de su parte nota bene, a aquel silencio pontificio (tan elocuente, y al mismo tiempo tan ultrajante ) Dos datos historicos innegables, como sea, cabe tener en cuenta a la hora del balance final del III Reich o de la semblanza definitiva-como la que pretendio sin duda Degrelle en el texto que nos llegaría a la posteridad- del fundador y figura maxima de aquél.
Y el primero lo seria la persecucion (menor) de la que se vio blanco la iglesia católica alemana a partir de una fase sobre todo del desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, sin punto de comparacion no obstante con la que tuvo lugar tras la Revolución Rusa y la instauracion del régimen soviético y mucho menos aún con el salvajismo y la crueldad de la persecucion religiosa en zona roja durante la guerra civil española (incomparablemente mayor incluso, proporcionalmente hablando, que la que tuvo lugar en Rusia)
Firma del Concordato en julio de 1933 entre el Vaticano y el III Reich, tras el apoyo sin falla brindado siempre después por las instancias eclesiásticas del catolicismo romano al movimiento nazi -por intemedio sobre todo del futuro papa Pacelli, desde sus tiempos de la Nunciatura de Munich- tras el fracaso del putsch de 1923 y la reorganizacion del partido nazi. Ese fue el cordón umbilical y el bajo/vientre a la vez del régimen, por donde le vino a Alemania la derrota total y la hecatombe. Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirlaY el segundo, como a modo de contrapartida, lo seria el hecho confirmado del apoyo que las instancias eclesiásticas del catolicismo alemán por intermedio en particular del entonces nuncio del Vaticano en Alemania, Eugenio Pacelli, futuro cardenal secretario de estado y más tarde papa reinante con el nombre de Pío XII, no dejaron de prestar al movimiento nazi desde sus inicios, que me diga a partir de su fase de reorganización tras el fracaso del putsch de Munich, y de la posterior puesta en libertad de su principal protagonista, en una clara inflexión nota bene, comparada a una postura anterior del movimiento nazi explícitamente anti-romana (o anti-vaticana) (...)
Lo que permite hablar de un cordon umblical (eclesiastico, romano, vaticano) del régimen, y "pari passu" de lo que en algunos de mis artículos convine en llamar bajo/vientre -en francés "ventre mou"- del III Reich, por donde le vinieron todos los golpes bajos de los servicios secretos y del espionaje (en su variedad especialmente "de confesionario"), y en definitiva, el fracaso y la hecatombe final y la derrota. Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla.
Y la derrota total de Alemania nos brinda una moraleja de lo más evidente en el plano religioso, de las creencias, y de las posturas y posiciones en materia de política religiosa. Y en particular, las de su lider supremo. Dijera lo que dijera -evocando sus propios recuerdos- Leon Degrelle en su vejez (ya reconciliado con la Santa Madre Iglesia) Memoria traicionera, y procelosa
2 comentarios:
ah sor Pascualina, el pajarito de Pio XII, recuerdo aquella revista que llegaba al Seminario en 1958 con la noticia de la muerte de Pacelli. Sor Pascualina le puso en la gramola la patética de Beethoven. Entonces creíamos a pie juntilla que el papa era el vicario de Cristo hoy después de correr el agua bajo los puentes carezco de esas seguridades. Sor Pascualina misterioso personaje. Un abrazo Juan
Fueron la encarnacion perfecta de las virtudes y los poderes del celibato eclesiastico a niveles pontificios, no me digas, ni iba siquiera con ellos aquello de entre santa y santo pared de cal y canto, que le atribuían a Teresa de Ávila. Porque era tal vez un pajarito como tú dices, Antonio, pero era también una bella mujer por las fotos, y las malas leguas dicen también que tenia un cuerpo de alemana escultural, y de gran estatura. De Wojtyla se dice que se flagelaba -y que le oian en mil lenguas a la redonda- de Pablo VI se hablaba y no paraba, pero de Pío XII con aquel pedazo de mujer siempre al lado suyo (con perdón) a fe mia que no sé como hacía para combatir la carne que es tan débil aunque el espiritu esté tan pronto, Antonio. Otro abrazo
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