martes, septiembre 24, 2013

¿PERONISTA EL NUEVO PAPA ARGENTINO?

En la foto, junto al general Perón en su residencia madrileña de Puerta de Hierro (1964), Carlos Alberto Disandro, intelectual atípico argentino (o ítalo/argentino) de abiertas posturas sedevacantistas en los años que siguieron al concilio vaticano segundo. Su sombra gravita -de cerca o de lejos- sobre la trayectoria del papa Francisco
Sedevacantismo, una etiqueta o apelativo que lleva circulando en el mundo de los medios desde hace décadas, ante la curiosidad de unos pocos y la indiferencia de los más y la curiosidad de unos pocos. Sedevacantista me llamaron a mí en los medios cuando me detuvieron en Fátima.

Sedevacantismo viene (lógico) de "sede vacante", una formula teológica (tradicional) que alude al vacío de poder en la sede apostólica (catolico/romana) o, en otros términos, a la situacion en la que se veía periódicamente sumida la cristiandad (antigua) ante la ausencia de ocupante (legitimo) del solio pontificio. Sedevacantista lo era yo sin duda cuando me detuvieron en Fátima -como me lo llamaron en los medios- en la medida que por mi gesto demostré fehacientemente no reconocer autoridad ninguna a la figura del pontífice de entonces, Juan Pablo II, pero en un sentido analógico mas radical lo vine a ser justo después, de la auténtica "implosión" que se produjo en mi mente de toda la construcción teológica fruto de la formación que había sido la mía hasta entonces y en particular -a partir del momento que abracé el estado eclesiástico- en los últimos años antes de mi gesto de Fátima, que se había ido forjando en mí y vino a estallar en mil pedazos o hacerse añicos en mi cerebro (sin romperlo ni dañarlo) justo en los instantes que siguieron a aquello, a partir del momento que me vi preso, habiendo consumado lo que era para mí (y lo sigue siendo) un sacrificio o un gesto de sacrificio.

Por donde yo venia a asumir en mi interior -y también por vía de consecuencia en mi trayectoria posterior-, que el vacío aquel que evocaba la fórmula de sede vacante venía de mucho antes (...) Y que quisiera o no debía apechar con aquello o en otros términos a aprender a vivir o a acatar de una forma u otra -sin verme o sentirme obligado no obstante a cumplir con algo que se mereciese mi reprobación dela forma que fuera- aquella situación nueva para mí, si de veras queriendo seguir viviendo en el mundo de los mortales sin renunciar no obstante ni un ápice a una forma propia de pensar y de vivir, a seguir siendo yo mi mismo en suma (semper idem) Y tal vez por eso me limité desde entonces a ver pasar y revolotear de cuando a cuando esa fórmula revestida de una actualidad cualquiera -nunca excesivamente candente (y acantonada por regla general al ámbito estricto eclesiástico)- sin prestarle nunca atención en demasía ni tomármela demasiado en serio como fuera. Como me ocurrió mutatis mutandis a partir de entonces con todo lo relacionado con la realidad eclesiástica o religiosa, como si a partir de allí mi mirada fuera la de alguien de fuera y en cierto modo así lo era, sin dejar de considerarme a la vez "dentro" o en la frontera (o el "umbral") entre lo de dentro y lo de fuera (...)
Portada de la "Hostería Volante" (del título de una novela de Chesterton), la revista del profesor Disandro. Venía a plasmar ya -años antes del concilio vaticano segundo- la crisis de conciencia y la ruptura consiguiente con la institución eclesiástica de católicos argentinos de convicciones peronistas ante el conflicto Iglesia -Estado que provocó la caída del General Perón (segunda presidencia) Fundada en 1959, fue el primer caso de sedevacantismo en la historia del catolicismo en el siglo XX
Lo que me evitó partir de entonces el llevarme berrinches o disgustos o sofocos como me había ocurrido -antes de mi gesto de Fátima- en una primera etapa de mi vida. O si no me los evitó del todo, es cierto no obstante que a partir de entonces se fueron en mi paulatinamente enfriando los ánimos sobre aquellos temas, y lo que desde luego sí puedo decir es que la muerte del pontífice polaco, Juan Pablo II -que en/paz/descanse- me trajo grande paz y sosiego y alejó de mí definitivamente tempestades de apasionamiento cualesquiera por culpa de la religión o de las polémicas en materia religiosa. Descanse (en paz) el papa polaco, que otros descansamos no poco también -y se no me tome a provocación- tras su muerte. Y con ese misma ausencia de apasionamiento contemplo ahora al nuevo pontífice (argentino) a la hora de enjuiciar sobre todo sus gestos y palabras, hasta las mas desconcertantes o polémicas. Y ya digo que un poco desde fuera (...)

Como esa frase suya por ejemplo que se ha merecido la primera plano de los medios y que debe haber incendiado o encendido también no poco las redes sociales de que él "no fue nunca de derechas" tras la cual han querido ver algunos una alusión autobiográfica, personal del pontífice a su propia trayectoria como a sus raíces y ascendencia familiar, y en concreto a su medio social y familiar de origen marcado (al rojo) por el fenómeno del peronismo, típicamente argentino. Pancho, el papa peronista, así es como le llaman (en tono familiar) algunos del otro lado del charco. ¿Un papa peronista ni de izquierdas ni de derechas, este pontifice un tanto atípico, argentino o ítalo/argentino? Lo que no seria para muchos en el mundo de hoy más que una forma púdica o un eufemismo piadoso de evitar el tener que (auto) definirse de derechas, que es lo que el actual pontífice parece querer evitar a todo precio, por las razones o motivos que sean. Tal vez -como dirían las malas lenguas- porque en Argentina -y en general en todos los países de la América (que dicen) luso/hispana, la derecha sigue siendo electoralmente minoritaria (...)
El profesor Disandro se situó en el cuadrante del peronismo de derechas (anti-marxista) tras la muerte del general Perón lo que le valió un atentado del grupo Montoneros, del que salió ileso en las prostrimerías de la presidencia de Isabelita Perón. Bajo la presidencia de la también peronista Cristina Kirchner, a los amigos y partidarios de Disandro les han seguido buscando trapos sucios -de los años de la lucha anti-terrorista y de las juntas militares-, pero con unas credenciales como las que le otorga la foto de más arriba parece difícil que puedan alcanzarle -y enterrarle- "post mortem"
Y del sedevacantismo al peronismo sedevacantista (y tiro porque me toca, como en la retahíla aquella de nuestros juegos infantiles) Porque divagando y elucubrando por cuenta de esa afirmación (no poco controvertida) del nuevo papa argentino me viene a la mente un rostro que no conocí mas que por testimonios gráficos y por su nombres y apellidos, el tiempo que permanecí (hace ya tanto) por tierras del Río de la Plata, y me estoy refiriendo a Carlos Alberto Disandro, un intelectual -un tanto atípico- argentino, exponente de un sedevacantismo sui géneris ligado indisolublemente a la historia argentina en el siglo XX y en particular a un episodio que marco la fase final de la segunda presidencia de Perón y selló el destino de su régimen y me refiero a su enfrentamiento con la iglesia católica.

Porque la postura sedevacantista de aquél cristalizó sin duda más tarde, en el concilio vaticano, pero entró sin duda ya en fase de incubación entonces, cuando se produjo en algunos católicos argetinos -muchos, pocos- partidarios del régimen un serio conflicto de conciencia y una crisis innegable en sus convicciones religiosas. Y esa frase del nuevo pontífice tan chocante y altisonante para algunos encuentra a mi juicio interpretación cabal en sus raíces sociológicas y familiares -nacido y crecido en un medio de emigrantes italianos en la Argentina- y en la historia de aquel país hispánico -o ex-hispano (tras la independencia)- y en uno de sus capítulos o episodios mas atípicos también sin duda alguna. Un peronista ni de izquierdas ni de derechas, ¿lo que quiso decir con su frase ambigua el nuevo papa argentino?

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