La juventud española ¿se había vuelto otra vez de izquierda (extrema), tantos años después? Que el electrochoque de aquella foto -de pesadilla- me seguiría (casi) hasta hoy. Como reviviendo en mÍ el trauma (sic) que me infligieron -aquellos jóvenes indignados- en mis años universitarios, y el enroque (sic) que fatalmente se seguiría en mí del trauma aquél. Mayo del 68, y 15-M (del 2011), hitos mayores de una constante de izquierda (extrema) en la juventud española. ¡Testigos todos ellos de mi enroque (sic) ideológico y psicológico, y de a donde todo aquello me llevó (...)
Algunos, muchos, pocos, de los que aquí me leen, habrán quizás encontrado un poco extraña esa constante en mí de comentar y analizar la actualidad más candente, acompañándolo o precediéndola de un empeño de introspección (sic) en mí mismo, en mis emociones y motivaciones, en pruritos o patrones míos de conducta de orden (estrictamente) personal y en el terreno rompible y resbaladizo de los estados de ánimo. Con repetidos comentarios y alusiones de ese tipo. Ante lo que les pediría un ápice de comprensión, si ello les fuera preciso. Y es para con alguien traumatizado (sic) -como yo lo fui- o como me lo expresó hace ya mil diluvios, abruptamente, sin más explicaciones y sin la menor psicología, un cura progre, ubicuo, "todoterreno", de los que invadían todo el cotarro juvenil al margen de las universidades en la España -y el Madrid- de aquellos años -finales de los sesenta, y primeros setenta- del tardofranquismo (tardío), cuando yo salía de la adolescencia, y en el medios social -católico, burgués (de clase media)- que era el mío. Tú -me dijo- eres alguien marcado (sic) por la política. Como un lapidario baldón (de oprobio) o como un jarro de agua fría, que -sin llegar exactamente a comprender lo que me decía o quería decir-, de lejos y más o menos vagamente lo intuía. Como, si necesario en el trance del marcaje aquél fuera, me estuviese marcando -y estigmatizando- él mismo, en mí mismo y en los presentes que aquello oían (...)
Y de hecho, me dejó aquel comentario a fuer de intranscendente y banal (en apariencia), un innegable poso (amargo) -como un peso, como el plomo- de inseguridad, y de indefinible malestar y melancolía, que yo no dejaría interiormente de rumiar y (interiorizándome) de ir asumiéndolo o asimilándolo poco a poco los años que se seguirían. El perfil o el retrato de un perseguido (sic), lo que aquel cura progre, con aquella enigmática frase, me vino a querer decir o expresar, sin el menor ápice no obstante -así al menos lo sentí yo- de comprensión o de empatía (y mucho menos de simpatía). Corrían los vientos de mayo del 68, que en un estudio reciente sobre el estado de la cuestión de "la juventud actual", y de sus tendencias ideológicas, se postula junto con el 15-M, como los hitos mayores en la línea o serie de variaciones de la juventud (europea occidental) , claramente posicionada (entonces, y hasta ahora) a la izquierda (extrema). Y aquella evolución, en las universidades españolas sobre todo (al menos, en Madrid y Barcelona) -de mutación cultural (más bien) hablé en mis escritos yo-, me descolocaba, e ipso facto (fatalmente) me marcaba (sic) o me señalaba. Y aquel cura progre que lo intuía sagaz (sin miramientos ni contemplaciones) en mí, tenía razón. Y en ese contexto y con esos insoslayables antecedentes, se produjo entonces en mí lo que yo llamaría enroque (sic), sólo que mucho después. Un repliegue (mayormente) psicológico y también (fatalmente) social o sea.
En los orígenes o prístinos inicios todo ello de un itinerario -espiritual, y político y psicológico a la vez (a solas)- que me llevaría tan lejos -lo que mis lectores ya saben- como lo que aquello me llevaría. Sin retractaciones ni arrepentimientos, pero con clara visión retrospectiva. Y viene todo ello a cuento de los repetidos estudios que vienen últimamente apareciendo en los medios españoles, sobre ese fenómeno que tanto intriga y tanto inquieta de una juventud española -extensible no obstante a otros países de Europa- (claramente) posicionada (sic) a la extrema derecha. Justicia histórica o justicia poética, ¡no me digan! La de un movimiento de balancín que me frustró en mis caminos y me amargó no poco la existencia (y la vida) Y viene ahora -como si la diosa Clío (de la Historia) viniese ahora de golpe, ella, a ponerse delante de mí, de rodillas-, a despejarnos el horizonte llenándolo de expectativas. Léase de esperanzas en una juventud -"a la intemperie"-, que por primera vez no percibo como un coto o ente extraño, de personas enemigas. Y en el diagnóstico riguroso, hostil, beligerante que el fenómeno les merece a los medios de la prensa "mainstream"-de odio (sic), de violencia, de polarización, desinformación (etcétera, etcétera)- se registra como fautor causante numero uno, el papel de las redes sociales (léase del Internet) Lo que aquí (inexcusablemente) se merece un inciso de mi parte. ¡Justicia poética por partida doble! ALBRICIAS! (Veamos a toda prisa).
Después de décadas de una larga noche de exclusión y de cancelación (sic) y de censura (sic) en todo tipo de foros, de tribunas y antenas y de medios de expresión, para los mal/pensantes que no pensaban correcto (o como es debido) -en salas de redacción, en bibliotecas y universidades y en foros digitales de opinión o de la prensa papel- la doble brizna de aire fresco de la Red y de las redes sociales, vino a recomponer (sic) un poco el paisaje político e ideológico, a escala del planeta, contrariando tal vez los designios y las perspectivas mas caras de sus artífices y mentores del otro lado del Atlántico. "La noticia más terrible y más extraordinaria de nuestra época" ¡¡¡ SALVE A LA NUEVA JUVENTUD (de ultraderecha) !!!


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