miércoles, abril 27, 2016

¡SE VA EL CAIMÁN SE VA EL CAIMAN! (DE CUATRO CAMINOS)

Ramiro Ledesma vivió recién llegado a Madrid -desde su comarca zamorana de la Tierra del Sayago- en la calle Santa Juliana barrio de Cuatro Caminos -entre las estaciones de metro de Alvarado y de Estrecho- en el corazón del distrito de Tetuán, y a dos pasos de la calle Juan de Olías donde (el pasado año) estuvo situado el primer emplazamiento del Hogar Social (sic) Ramiro Ledesma, por el que viene ahora el escándalo en los medios, léase por los incidentes que viene protagonizando en contra de ellos la izquierda radical anti-sistema (y bandas “latinas”) ¿Simple coincidencia de geografía urbana madrileña? Coletazos más bien de la guerra civil interminable (de los Ochenta y Cinco Años)
El final de la pesadilla. La que habremos venido viviendo los españoles unos más otros menos estos últimos cuatro meses. La que nos producía la perspectiva por momentos inminente o así lo parecía de ver llegar a Pedro Sánchez -alias Zeta Pedro- a la Moncloa. No tengo nada de personal contra él, iba a decir aunque me rectifico sobre la marcha.

No propiamente de personal contra su persona, por no conocerle como no le conozco,  nada más que por los medios, pero sí me llevaba a echar el freno de mano de instinto, es cierto, la imagen que daban de él los medios -y que él sin duda cuida con esmero-, plasmada como así se presta a que se la vea, en una escueta frase, la de socialista cuatro/caminero, léase del madrileño barrio de Cuatro Caminos. Y qué tienes contra eso, salta de improviso un lector imaginario de estas líneas. Con calma. Como decía Jack, vamos por partes.

Nací y crecí -y me hice hombre- en una zona del barrio de Arguelles que el alcalde Barranco anexionó de un plumazo con Chamberí, la comprendida en el triángulo Plaza de Cristo Rey, Francisco de Sales, Guzmán el Bueno, y Cea Bermúdez -y a ambos lados de esta calle, un poco como la arteria aorta del barrio- limítrofe del (actual) distrito de Tetuán y de la madrileña glorieta de Cuatro Caminos. Descampados arriba del antiguo cerro del Pimiento -o de las Calaveras (o campo de las Cometas) teatro favorito de nuestras correrías y juegos infantiles se llegaba -por encima del cuartel de la Guardia Civil- casi sin solución de continuidad- a la glorieta de Cuatro Caminos.

Pero es cierto que según íbamos aproximándonos hacia la glorieta por la avenida de Reina Victoria (los antiguos bulevares) aquello nos sonaba ya un poco a tierra incógnita, e inhóspita. ¿Acaso por una cuestión de clase? ¿eramos clasistas de niños, yo y mis amigos los de mi barrio, de colegios de curas (los escolapios) de barrios de casa militares algunos -como era mi caso-, despreciábamos acaso ciertos barrios por la etiqueta de obreros -o de clase obrera- que arrastraban (desde antes de la guerra)? Por cierto que no, no de forma consciente desde luego.

La cuestión es más compleja amén de delicada y melindrosa. Y es por su relación estrecha y directa -dejémonos de rodeos o de eufemismos- con la guerra civil del 36 interminable. Cuatro Caminos había sido uno de los barrios emblemáticos de la izquierda madrileña durante la guerra civil en el Madrid de zona roja, e incluso antes durante los años de la Segunda República. A la salida del metro de Cuatro Caminos sufrió Ramiro Ledesma, joven estudiante (y funcionario de Correos) recién llegado a Madrid, una agresión a manos de obreros sindicalistas (de la CNT) de la que cabe apostar que fuera decisiva en su trayectoria y en el arranque de su militancia política e ideológica.

Y en la glorieta de Cuatro Caminos sitúa precisamente Francisco Umbral -a modo de exorcismos guerra civilistas de esos que a él también se le daban y de los que da tantas muestras en sus novelas sobre la guerra civil- la escena del asesinato (sic) a manos de una escuadra de Falange del padre (figurado) del protagonista -trasunto de Umbral- un periodista francés (sic) de la agencia Havas, venido a Madrid (sic) para noticiar al publico francés del auge del fascismo, y que se ve enredado en una refriega (a tiros) entre falangistas y comunistas que distribuían Mundo Obrero.

Un barrio pues emblemático, el de Cuatro Caminos -distrito de Tetuán-, donde Pedro Sánchez se ufanaba de estar entre “los suyos” (léase entre los buenos) y desde donde habrá preparado su toma del poder de tan marcado signo guerra civilista. La raíz última sin duda de su fracaso. Un barrio a explorar a fe mía -ahora que se va el Caimán-, el de Cuatro Caminos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"EL PAIS" de hoy se suma a una campaña promovida por hijos de exilados españoles en Francia, para solicitar al Gobierno de Francia que retire la medalla de la Legion de Honor que el general Petain concedió a Francisco Franco... y ayer un "historiador" británico, al promocionar un nuevo libro sobre la 2ª guerra mundial afirmaba tan campante que la guerra empezó en 1936 con la INVASION ALEMANA A LA ZONA DEL RHUR que, como sabemos es un territorio alemán ocupado por Francia tras 1918. Además añade que FRANCO QUERIA ENTRAR EN LA GUERRA pero que Hitler no aceptó sus propuestas ...

SALUDOS, soy Julio Sanz

Anónimo dijo...

"El PAIS" prosigue su campaña de difamación y odio...
Ahora la emprende contra la memoria y el honor de un heroe, Otto Skorzeny... a quien acusa de colaborar con los israelitas y haber traicionado a sun compatriotas alemanes, los llamados científicos de la energia nuclear o armas atómicas...