jueves, febrero 25, 2021

RUSIA Y YO

 

 

Dimitri Merezhkovski, figura central de la literatura rusa del exilio. Durante la Operación Barbarroja en la II Guerra Mundial hizo un llamamiento radiofónico a favor de la Colaboración    

Un capítulo de la obra que aquí ya cité de un escritor de expresión francesa y de raíces hispanas -a saber mi homónimo Dominique Fernández, de la Academia francesa (un respeto), “L’Art de raconter”-, se ve reservado –bajo el titulo “Los Rusos”- a la historia de la narrativa (contemporánea) de aquel inmenso país eslavo: “tierra incógnita” lo fue Rusia hasta hoy para mí –humildemente lo confieso, y que me perdonen mis buenos amigos “blancos” del exilio (zarista) en Paris-, no tanto su Historia como su Arte y Cultura y su Lengua y su Literatura (…) Y ello en todo o en parte –en eso como en tantas otras cosas- por culpa de nuestra guerra civil. Lo que me exigió un largo proceso de acercamiento e inevitablemente de revisión y de profundizar conocimientos, en una larga marcha como a través del desierto que arrancó grosso modo hace  más de treinta años a mi llegada aquí, a Bélgica, con los  vientos a favor –que soplaban fuerte por aquel entonces- de la Glasnost y de la Perestroika. Y fue en el festiva anual de cine –primavera del 87- en la ciudad belga de Gante (Film Gebeuren) donde se proyectó, en una sala a reventar de un publico (esencialmente jóvenes parejas y matrimonios) absorto y patidifuso –en las miradas que al salir de la sala pude al menos cruzar- “Pokaianie”, el film emblemático de la Glasnost, “Berouw” en neerlandés y “Arrepentimiento” en español, dedicado a la figura de Stalin, blanco en el film de una seria operación de revisión y de desmitificación –que era lo que se vivía en Rusia entonces, con Gorbachev- que no consiguió –sólo me di cuenta mucho después- derribarle de su pedestal entre muchos rusos (y no rusos) Padre de la literatura rusa el “Padrecito de los pueblos”, de León Tolstói a Fiódor Dostoyewski, de Aleksandr Poushkin, Ivan Turgueniev y Antón Chéjov, Nicolas Gogol y Mijaíl Lermontov, a Máximo Gorki pasando por el arte y la literatura del realismo socialista (Maiakowski y S.M. Eisenstein)  y del exilio –Vladimir Nabokov, Dimitri Merezhkovski, y Nikolai Berdiaev-, hasta llegar a Alexandr Solzhenitsyn. Ninguno de ellos me leí, y fracasé incluso con alguno en el empeño, y ahora con el vistazo –“desde fuera”- de un "extraño", que me acaba de ofrecer el autor que mas arriba nombré, me entran irresistiblemente las ganas de hacer un nuevo esfuerzo (…) Dominique Fernández viene a decir que la cultura rusa es narrativa (sic) por definición, opuesta o comparada al resto de la cultura europea (y occidental) Y es porque al contrario de lo que es la regla entre nosotros no existe entre ellos -dice él- barrera (ecran) entre el autor o cuentista o contador de un lado, y del otro, las cosas (sic) que nos cuenta. Lo que me retrotrae fatalmente a lo que dice Francisco Umbral –como en un articulo de este blog ya lo registré- de la poética del chileno (comunista) Pablo Neruda, celador ardiente de la figura de Stalin como por casualidad, y era en un vistazo tan somero y tan lapidario que lo estampillé en mi blog con la etiqueta de animismo indígena (sic), lo que Umbral asocia fatalmente con el cuño marxista del poeta chileno (de su obra y de su trayectoria) y de su abordaje (marxista) del mundo exterior, el de los objetos y de las c-o-s-a-s. 

¿Algo de atávico, de ancestral y de oriental –léase de no occidental- y de irreductible e inasimilable entre nosotros por definición - en la cultura y en la literatura rusa? Por ahí van los tiros desde luego, de la investigación literaria y del combate entre cultura y contracultura-, y cuando me lea "Guerra y Paz" de Tolstoi (asignatura pendiente para mí)–lo más pronto que pueda mi palabra- diré si me reitero o me retracto en mi actual postura. Por Dominique Fernández como sea, habré venido a dar de bruces –o al hilo de su glosa sobre la obra de Pushkin- con la semblanza, de rabiosa actualidad –al calor de los acontecimientos en la Rusia de Putin- de la figura de Pugachev, héroe y mártir de la revuelta –en tiempos (siglo antepasado) de Catalina II- de los cosacos del Don, que acabó como acabó (decapitado a hachazos, en público escarmiento y sin retractarse ni arrepentirse –como nos lo cuenta (en “La Hija del capitán”) Alexandr Pushkin-, ni pedir perdón. Y ante quien Vladimir Putin –a vueltas con su propia fronda de protesta en las calles de allí convenientemente amplificada, en los medios de acá- parece ahora vacilar entre el olvido y la recordación (….) Abordaje directo, sin intermediarios, del mundo de las cosas en la Literatura rusa, y contemplación igualmente directa de la Naturaleza en los paisajes de inmensa belleza- y en la geografía (tan grandiosa) de aquel inmenso país, que me vedó igualmente la guerra civil española o si se prefiere la memoria de nuestra guerra civil. Y también –lo mismo me da que me da lo mismo- de la Segunda Guerra Mundial, léase –todos me adivinan el pensamiento- de las aventuras o de la empresa de la División Azul.

“Las noches claras de Rusia están llenas de luceros donde montan guardia eterna falangistas sin relevo” cantaba yo entusiasta -y sin complejos- mis años de militancia en el FES. Y mi memoria de Rusia y el abordaje de sus paisajes y de su historia se quedaron (estancados) ahí. “Dejad que los muertos entierren a los muertos”, y los de la División Azul tuvieron cumplida sepultura  en tiempos de la Glasnost, en lo que aún quedaba por cumplir. “Paz eterna a los soldados” era el lema de unos exhumadores de la Memoria –al abrigo del movimiento o fundación “Pámiat”-, de lo que se beneficiaron también los soldados -que me diga, los restos y las tumbas y los féretros de los soldados- de nuestra División. Paz y concordia pues en la evocación literaria de la historia y de la geografía rusas. En señal de reconciliación (europea y nacional)

miércoles, febrero 24, 2021

MOLA, HITLER Y LA RECONCILIACION ESPAÑOLA

 

 General Mola ¿victima de Franco como lo insinúa Francisco Umbral? Como fuera, su gran rival, político y militar: por su germanofilia declarada, su talante regeneracionista y revolucionario (“desde arriba”) y su estrategia de la Quinta Columna frente a la de Franco (de la guerra civil) “Mola era el hombre. Franco está en la Historia como Pilatos en el Credo” (Del Fuhrer, según Francisco Umbral) Mola, bandera de la Reconciliación Nacional                


¡Mola, qué perdida para España!, Mola era el hombre, Franco está en la historia como Pilatos en el Credo” Estas insólitas -y divertidas- palabras que re-exhuma sorpresivamente Francisco Umbral en La Leyenda del Cesar Visionario, se las atribuye a Adolfo Hitler y la miga que encierran por lo poco triviales y anodinas –en razón de su autor y de su contenido, y por muy apócrifas que se pretendan-  es algo que a fe mia se hubiera merecido una glosa cualquiera por breve que fuera en la historiografía sobre la guerra civil en lengua española. Nada, ni recordación siquiera. Y un olvido y tabú como ese y más que eso, habrá tenido la virtud de volcar mi atención sobre esta figura tan importante y tan oscurecida y olvidada en verdad de nuestra reciente historia. ¿Mera rivalidad personal o táctica o estratégica en el plano militar a lo sumo lo que separaba a los jefes del Ejercito del Norte y del Sur en los inicios de la guerra civil? ¡A otro perro con es hueso! Y Umbral tiene la virtud también de enfocar en su Leyenda ese punto. Y de redorar o más bien de aclarar el ennegrecimiento que le habrán reservado en la imagen del que se conoce como el Director del Alzamiento. Porque el elogio abierto y sin complejos hacia él del Führer pone como sin quererlo de manifiesto lo que fue entonces la regla –a saber la germanofilia en la Primera Guerra Mundial- en el seno del ejercito español en aquel tremendo trance histórico que a pesar de nuestra neutralidad oficiosa u oficial marcó en fuego y al rojo nuestro propio destino el pasado siglo. 

¿Germanófilo Mola frente al aliadófilo Franco –como lo ilustra la presencia de este ultimo en las exequias mortales del rey Eduardo VI en Londres? Germanófilo Mola como lo fue Primo de Rivera el padre de José Antonio y como lo fue el propio monarca Alfonso XIII, que en una visita a Francia justo en la inmediata posguerra se vio blanco y victima de linchamiento en los medios y en las calles de la capital gala con pintadas en el centro de Paris en contra del “rey ulano” (en alusión a las tropas de choque de la caballería alemana) y lo que explica o da cuenta de nuestro aislamiento internacional posterior -que remonta (no se olvide) a aquel entonces-, y a la sombra de aquello, de los principales episodios acontecimientos de nuestra historia los años que se siguieron, como lo fue el Desastre de Anual o el desembarco de Alhucemas sin ir mas lejos, con la ayuda esto último o asistencia nota bene  del futuro mariscal Petain, en donde se fraguó la amistad con el padre de José Antonio, como saldría a la luz durante la guerra civil. Con Mola –una ucronía rayana con la más simple evidencia- España hubiera entrado en guerra del lado de Alemania en la II Guerra Mundial y la historia del mundo hubiera tenido un vuelco espectacular de ciento ochenta grados como no es difícil de imaginar (….) Con Mola -fácil de suponer también- la posguerra hubiera sido muy distinta y hasta impensables algunos de su avatares de mas importancia y mas peso como lo habrá sido la prolongación –hasta hoy- de nuestra interminable guerra civil o guerra de los Ochenta (y tantos) Años como así yo la llamo. En un coloquio del que ya di cuenta alguna vez en este blog en el Cervantes de Bruselas hace unos veinte años ya (¡pardiez!) el conferenciante de entonces José Carlos Mainer (un  respeto) aludió al general Mola y a la frase –en célebre alocución radiofónica, feliz o infeliz no sé- de “la quinta columna” que le parecía ver en la raíz de las catástrofes y calamidades que se seguirían como lo fue la matanza de Paracuellos (¡nada menos!) Como si la culpa de aquellas matanza la tuviera aquél y no quien todos sabemos: así se reescribía la historia –hace nada- en clave de lo política e históricamente correcto (perdónales porque no saben lo que dicen) 

Y hoy como quien no quiere la cosa, nos enteramos que el origen de aquella frase (¿tan fatídica?) lo fueron unas palabras del Führer (anteriores a la guerra civil, 1932) evocando la futura (segunda) guerra mundial –y en alusión (conforme al actual consenso) a checos y a polacos-, en lo que parecía diseñar las líneas directivas de la estrategia política del alto mando alemán paralela a la militar en los países ocupados, de la Colaboración (en Francia como en Polonia o en Checoslovaquia), en 1932  :”Por todas partes y en pleno país enemigo contaremos con amigos y la paz será firmada ante de la ruptura de hostilidades”. Botón de muestra como si lo fuera de la diferencia entre Franco y Mola, que no eran menos estratégica que ideológica: Mola –como el Führer por la Colaboración- apostaba por la Quinta Columna (de sus ocultos partidarios), léase por el golpe quirúrgico e incruento o casi incruento del regeneracionismo, Franco en cambio apostó –en plena guerra al menos- por la explotación y exacerbación de la guerra civil. 

Es lo que se trasluce en uno de los pasajes cumbres y episodios mayores de la Leyenda del Cesar Visionario, a saber el de la persecución y fusilamiento de Dalmau, anarquista catalán, amigo y compañero de Cipriano Mera por el que el grupo de los laínes –falangistas del grupo de Burgos (del cuartel general) (de Serrano Súñer y Dionisio Ridruejo)- interceden cerca del Caudillo y que éste, entre argucias y ardides e intrigas muy de su propio estilo –como el pedido de indulto papal, tardío, como por casualidad- consigue llevar al paredón, léase a la muerte por garrote vil. Y era que los unos querían evitar la radicalización y polarización de la retaguardia en Cataluña –ganada en masa al anarquismo (como al principio de la guerra así se vio)- y lo que el otro en cambio quería era asentar o apuntalar su poder –apuntando en el personaje justo y en el “preciso momento”- que los rumores por cuenta de la muerte (aun hoy por aclarar) del general Mola –lo “que venia muy fuerte” comenta Umbral- comenzaban seriamente a amenazar (….) Estrategia lograda en un caso y sellada por el fracaso en el otro, así parece que a la historia le dio por juzgar. 

No es óbice que la muerte del general Mola sigue aún pendiente de aclarar. Umbral lo da por hecho, y aunque tantas cosas le reconocemos en el plano histórico, como en artículos anteriores nos habrá sido dado manifestar, no nos dejan completamente indiferentes los reproches de los que habrá sido objeto aún en vida sobre el particular. “No nos robaran la Historia”, así encabezaba Ricardo de la Cierva una serie de artículos al hilo de una (enconada) polémica con el autor de la Leyenda (y en el marco de la candidatura –fallida- a la Academia de la Lengua de Francisco Umbral) Con lo que queremos decir que dejamos el tema sin zanjar, aunque la sombra de la duda empañe fatalmente su memoria -la de Franco-, (¿más de lo que ya lo está?) 

Revolución “desde arriba”, otra línea maestra –teñida otra vez de regeneracionismo- de la estrategia en el plano político del general Mola, y en las antípodas del orden puramente cuartelero o castrense como  se vivió en la larga posguerra (tal y como no deja de subrayarlo Francisco Umbral) ¿Carlista el general Mola? No por cierto, pero no es menos cierto que supo ganarse la confianza y la amistad de ellos(…) en los preparativos del Alzamiento y en los primeros meses (tan decisivos) de la guerra civil, como lo ilustra el Alzamiento en Pamplona –plaza del (general) Castillo (tal y como lo registran en obra célebre sobre nuestra guerra civil los fascistas franceses Maurice Bardèche y Robert Brassillach)–, o la entrada en Irún de sus tropas al mando del coronel carlista Beorlegui, en lo que parecía diseñarse como una rectificación o una sanación (o restañamiento) de las heridas y secuelas de la anterior guerra civil. Y era en la mente de un hijo y nieto de liberales puesto al mando de una nueva cruzada carlista, tal y como así lo evocaba Ricardo de la Cierva en un trabajo por entregas “Franco ese hombre” (todavía me acuerdo de su lectura, tantos años ya)  

Hasta el punto que aquello –esa participación tan decisiva y tan destacada del carlismo en el Alzamiento- alarmó en extremo en cambio a otro descendiente de liberales, como lo fue Pío Baroja (que escapó al paredón por los pelos) o como lo fue José Antonio y tal, y como él mismo lo registra en su escrito “Germanos y Bereberes” en la que el líder falangista no ve mas que una nueva carlistada en el Alzamiento, hasta el punto que ello le llevaba –ante la denuncia y el escándalo de algunos (como Fal Conde)- a querer parar la guerra civil. Una biografía actualidad y revisada de la figura del ilustre general lo que la guerra (en ascuas) de memorias parece estar queriendo convocar.  

 “Una trampa”, así calificó Narciso Perales (fuera de toda sospecha) –como Ridruejo como el propio Umbral-a la guerra civil. Algo a tener muy en cuenta en una estrategia futura, no a base de la consabida demagogia (democrática) de ni vencedores ni vencidos, sino del ofrecimiento (sincero) de paz y de perdón (sic) Como se hizo entonces –en palabras de Franco como en las del general Yague (….) Y que lo que entonces “no fue posible” -ni la paz ni tampoco el perdón - lo sea al final tantos años después. Reconciliación nacional, la bandera –del Perdón- que la rehabilitación del olvidado general nos impulsa a enarbolar. ¿Y por qué no?

lunes, febrero 22, 2021

SUEÑO PROFÉTICO EN UMBRAL

 


Uno de los cuadros mas representativos del gran pintor surrealista belga Paul Delvaux. “La Ciudad inquieta” (1941) ¿Florencia, Pompeya? No, no otra que Hamburgo (lo que acabamos de descubrir). Inquieta ¿por qué? ¿Por el destino –tan trágico- que le aguardaba (Operación Gomorra" en puertas), y por la revolución sexual entonces allí en curso -bajo capa de nudismo/alemán? Surrealismo profético en Paul Delvaux. Como en Francisco Umbral

 

Un sueño, cuanto más fugaz, más largo de recordar: es lo que viene a decir -o algo así- en un pasaje fragmentario en su “Leyenda del Cesar Visionario”, Francisco Umbral (...) Y es lo que nos trae a la mente de facto y casi al hilo de la lectura, el pasaje cumbre de ese título umbraliano, del (“quinqui”) roba gallinas que se hace pasar por José Antonio el Ausente hacia el final de la guerra en zona nacional. Lo que me habrá dado hueso duro de roer año tras año desde que lo leí, y casi sin parar. Y confieso que casi sólo ahora habré dado con la clave, equidistante entre la ficción literaria y la verdad histórica (o la realidad). De una ficción que no habrá sido pura fantasía, y de una verdad histórica aproximativa, aun por investigar… Un sueño surrealista (sic), lo que nos cuenta en definitiva Francisco Umbral en ese enigmático pasaje como así lo creo deber calificar (…) Lo que me habrá llevado a volcarme y a investigar por mi cuenta en el particular. Y es por cuenta de la obra ingente y aún por explorar del gran pintor belga Paul Delvaux. Mi favorito o preferido, aquí ya lo saben algunos, de preferencia, me refiero a Magritte. Y que visito ahora de nuevo imágenes de un libro de estampas y grabados interpuestas, en una óptica o perspectiva histórica particular. Y es la que me da la cronología de sus cuadros más divulgados y más emblemáticos –y enigmáticos-, en vísperas y en el transcurso de la II Guerra Mundial. La villa o la ciudad desierta y embrujada y silenciosa. Espectral, tanto en su fase diurna como nocturna, de ruinas y arqueología clásica y de estaciones de tren vacías o semivacías y de tranvías y mujeres o de una mujer que me diga siempre la misma, y siempre desnuda, y en mil perfiles y adornos y posturas no es otra -en uno de sus viejos barrios- ni Florencia ni Venecia ni Pompeya, sino Hamburgo al sol y bajo una luz estival, de cuando la II Guerra Mundial (…) Y lo aprendo (a mi gran sorpresa) en el prólogo de esa obra de estampas y grabados que ahora consulto y es en su prólogo, de la pluma d un gran nombre de la literatura francesa contemporánea, Michel Butor (corriente “nouveau roman”). El antiguo orden clásico bañándonos de su luz y embriagándonos de un irresistible nostalgia y melancolía. En Delvaux como en Giorgio De Chiricco, la otra gran figura del surrealismo, que me habrá hecho -como Delvaux- tanto soñar. Trasfondo (nostálgico) cultural e histórico del Nuevo Orden –como se hace observar en el prólogo al que aquí aludo- que precisamente entonces empezaba a despuntar ¡Chisss que te pierdes, Juan!…( Porque las concordias o concordancias y paralelismos no se paran ahí, que al hilo de la lectura venimos a saber del personaje literario y mitológico de Gravida, figura central en la cultura europea y alemana los años aquellos, de una obra emblemática -de autor alemán- que registra el sueño de su autor, en Pompeya justo cuando la erupción del Vesubio, y donde encuentra a una mujer que mas tarde durante su viaje a Italia la acaba conociendo al natural) (….). 

E imágenes de la lluvia de fósforo (en llamas) y las tempestades de fuego -Hamburgo, 1945- nos asaltan sin poderlo remediar (…) Y es extraño que la critica artística y pictórica no se haya volcado nunca sobre el particular. ¡Tan grande y tan espeso e intocable el tabú que rodea a uno de los grande monstruos sagrados de la pintura belga contemporánea, fuera de toda sospecha como la mujer del Cesar, en ese punto o aspecto en particular!: de los bombardeos aliados en ciudades europeas (bajo ocupación alemana), a la muerte de José Antonio al final de la guerra -que el alto mando optó por ocultar- en la pantalla o en el foco proyector del sueño de Francisco Umbral que él relata hacia el final de su novela como un cuadro surrealista o un film de realismo mágico donde el paisaje de ruinas lo vienen a sustituir los parajes de la más honda y vieja Castilla de sus nombres más ancestrales y emblemáticos con el hilo conductor -como el de Ariana- del camino (francés) de Santiago como por casualidad. Y todo en un rico vocabulario arcaico y semi-olvidado -castellano o galaico castellano (astur)- que el escritor parece sacar de lo más hondo de la memoria lingüística, la suya propia, familiar, regional y campesino/rural. 

Dije novela y digo bien, zanjando asi -y soy consciente de ello-. una polémica a todo arder que le habrá perseguido por el fuego de la crítica y que el mismo interesado no habrá dejado de aventar. Novela cien por cien, la Leyenda del Cesar Visionario: de las de planteamiento e intriga (o argumento) y nudo y desenlace, y punto. Hasta el extremo de poderla leer como la más grande novela histórica de la literatura española contemporánea tal y como así hoy se la puede calificar y de lo que no anduvo descaminado el jurado del diario “El Mundo” que incluyó ese titulo precisamente -de entre toda la obra vasta y prolífica de Umbral-, entre las cien mejores obras (un respeto) de la literatura española en el siglo XX. Un sueño profético además, y rico y denso como el que más –de esa condensación (sic) en la que Ezra Pound veía la esencia de lo poético (….)- como los de la Antigüedad clásica y la tradición judeocristiana en versión profana ( que nos hizo vislumbrar -tal y como lo expliqué en detalle en mi libro “Guerra del 36 e Indignación callejera”- las circunstancias que verosímilmente rodearon la muerte de José Antonio en Alicante, aún por aclarar). 

“Profeta del pasado e historiador del porvenir” se califica al vizconde De Maîstre en una de mis lecturas (febriles) en el seminario de Ecône. Y así es mutatis mutandis como puede calificarse hoy a Francisco Umbral. Profeta de nuestra guerra civil, lo que hay que acabar por reconocerle (¡ay de mi!)


Nostalgia (honda) del orden clásico en ciertas corrientes surrealistas –tales que en Delvaux- como en el auge de los estudios de arqueología en la época aquella (años treinta) ¿Trsfondo artístico y cultural en el auge del Nuevo Orden y en sus lideres (como el entonce estudiante de Arqueología, Leon Degrelle)  en aquella época?(¿y por qué me lo tendría que callar?)

    

jueves, febrero 11, 2021

JUDÍOS, WALL SREET Y GUERRA DEL 36

 

Hervé Ryssen, en la cárcel –desde hace ya cosa de un mes- por delito de prensa y de expresión, con sambenito de antisemita. Cárcel -¿hasta cuando?- y pena de infamia y de silencio (y olvido). Un escarmiento en dirección de todos aquellos que pensamos en voz baja todo lo que él se atrevió a rubricar por escrito y a proclamar en alta voz, y por lo que está pagando tan alto precio. “Un aviso a tiempo evita un ciento” reza no obstante el añejo refrán castellano. Que no tomamos en serio, recogiendo el guante del desafío. Que lo sepan              

Pasé por la facultad de Económicas  -galerías Castañeda- en su época de vacas gordas cuando la Economía era la carrera reina, en la España de los sesenta, que era mucho más cerrada sin puertas ni horizontes –de presente y de futuro- de lo que no cabía ni imaginar siquiera. Y pasaron  esos estudios (finalizados) sobre mí, sobre mi cerebro de joven adolescente, sn romperlo ni mancharlo. Porque la verdad es que no me entraron, o no del todo: no tanto la Economía política marca Keynes –de su veta socialista (o social/nacionalista, o al revés) (…)-, que creo que llegue a comprender –y que de poco me sirvió después-, sino la ciencia oculta, Scienzia Nuova como llamó Juan Batista Vico a la Historia (cíclica y en perpetuo retorno), y que es como convengo en llamar y en describir a la ciencia bursátil, de las Finanzas publicas y privadas, de las Finanzas a secas, y su corolario o compañera inseparable de la especulación bursátil, de los juegos de Bolsa. “Hortus concussus” para mí, entonces como hoy, como el jardín del paraíso de la España antigua (de las Cantigas) Y no erraba mucho un compañero de entonces que recordaba en mi a toro pasado una fase a modo de balance de aquella época de mi trayectoria de la que yo no me acordaba tan siquiera, y que rubrico –persisto y firmo- todavía ahora. Y era que se trataba de asuntos y autores (sic) todos ellos judíos (la ciencia económica por aquella época), en resumidas cuentas. Vox populi vox dei. 

Y volvía a corroborar aquella rémora (invencible) en mi, un viejo jugador bursátil, belga –vamos a llamarle Maurice- que coincidió conmigo unos meses en la biblioteca (Royale) de Bruselas y que se pasaba todas las horas libres que le dejaban en la residencia de ancianos que le acogía, jugando a todo jugar en Bolsa por Internet, y siguiendo la información bursátil a base de cifras y más cifras que recogía cuidadosamente en el papel, lo que no parecía cansarle nunca, y lo que más me llamaba la atención en él, que acabo provocando nuestra ruptura, fue que aquella información bursátil era para él como un certero (e infalible) periscopio que le permitía –con la ayuda además de su experiencia de viejo corresponsal de prensa internacional- seguir al minuto y enjuiciar y analizar sin falla la actualidad internacional más candente y mas rabiosa  como fue el caso con la crisis de las armas químicas en Siria, la más grave a mi juicio de la posguerra –comparable tan sólo a la crisis de los misiles en Cuba- que llevó a la humanidad a las puertas de una nueva conflagración o guerra mundial (la tercera), a poco que hubiera apretado el botón Barak Obama –de un lanza misiles cataclísmicos, contra la residencia fortificada de Bachar-el-Assad- , como de todos los cuadrantes le pedían insistentemente que así hiciera (…) Y como  el viejo Maurice predecía que así iba a ocurrir, sin discusión, como en un oráculo de profeta, y fue porque me permití apostar distinto que él, poniendo así en entredicho sus aires de profecía que se canceló la amistad entre él y yo, colgándome además o eso creo –en su circulo e conocidos al menos- la reputación de antisemita. Que no fue lo uno sin lo otro: el perderle el respeto a esos oráculos infalibles –de ciencia bursátil, económica-, e ipso facto, a esos tabúes que sin falta les rodean, por cuenta de los judíos y de todo lo que con ellos de cerca o de lejos se relaciona. Judíos, Wall Street y la guerra civil española. 

Y a la memoria me viene sin falta el (certero) veredicto aquel del falangista –o franco/falangista- Ángel Alcázar de Velasco que aquí alguna vez cité, que en conversación en Londres con el entonces corresponsal del diario SP, Antonio Parra Galindo (años sesenta), le aseguró que la guerra civil española no fue mas que el resultado de una especulación bursátil de los judíos de Wall Street (sic). Algo, la pista aquella tan prometedora, en lo que nunca quise entrar, y era por la aversión insuperable que me producía de instinto el meterme en las honduras aquellas, y que me habrá costado años el llegar a vencer a fe mía (….) Y me habrá servido de rúbrica y confirmación de aquel aserto infalible mi ya larga cohabitación (forzosa) con el colectivo de la emigración española en Bélgica, y de su guerra civilismo irreconciliable menos trivial y menos espontáneo de lo que a mi parecerme podía. Y me ofreció una pista valiosa el (serio) incidente –hace ya uno treinta años de aquello, mis primeros tiempos de estancia aquí, que me opuso a un miembro -joven y brillante- de la comunidad emigrante asturiana en Bélgica con el que sólo llegué a las manos por cuenta de lo judíos y del antisemitismo que él en mi notaba (o él así lo creía) Como si aquello –una alusión beligerante en mí a los judíos y a su poder (oculto) sobre las conciencias- fuera lo que le era in extremis imposible de tolerar o de soportar en mi, y que le permitía –y justificaba- el llegar a todos los extremos, y desenterrar de nuevo el hacha de la guerra civil en resumidas cuentas. 

Eso, y no el contencioso siempre en ascuas de la guerra civil fratricida, desde el prisma de su ideología y de su prisma comunista (o asturiano/emigrante/comunista) (….) Y tantos años ya pasados desde aquello, me acuerdo y tomo nota y hago cuentas. Y concluyo que la reconciliación tiene que pasar forzosamente por ahí: a costa de un poder mundial sin nombre (hasta hoy) –oculto o semioculto y anónimo- y no de una nueva confrontación como la de entonces –y en el plano esta vez de la guerra híbrida o asimétrica- entre vencedores y vencidos, como así (confieso) lo pensé y calculé hasta hora (…) (Continua)


martes, febrero 09, 2021

UMBRAL O EL HONOR EN ENTREDICHO


La biografía no autorizada del autor de La Leyenda del Cesar Visionario. Como un libro de horas para mi, lo que habrá acabado por ser. ¿Por qué? No lo sé. Sin duda porque me veo leyéndola retratado en él. De un hombre perfectamente respetable y con el honor puesto en entredicho. Y como él dice, parafraseando al gran Calderón, "tuve amor (es) y tengo Honor". Y por eso lo levanto como una bandera (de Reconciliación). Y lo reivindico, y viendo su obra espejo (mutatis mutandis) de la mía, me pongo (como él) a descansar ()

En un reciente mensaje en guisa de comentario a una antigua entrada de este blog, un viejo amigo, prologuista de mi libro sobre Francisco Umbral me recordaba (amistosamente) mi admiración por el escritor al que él echaba en cara el haber copiado a los cursis (sic) de la Transición. Reproche justo y exacto, sí señor, que me sirve con gusto a mí de pretexto para puntualizar mi opinión y puntos de vista sobre la vida y la obra del (fallecido) autor, al que vuelvo sin falta una y otras vez en mi reflexiones como un sino fatal. Leyéndole y releyéndole sin parar entre los títulos de su prolífica obra escrita que se habrán salvado de la quema en mis estanterías, me explico, de la revolución digital a la que (un tanto impávidos) asistimos. 

A él y también la obra de su biógrafa no autorizada, que cuanto más leo, más me doy cuenta del incalculable valor –biográfico y literario- de su autora, escritora –y profesora- catalana en castellano, y de su biografía tan crucial (….), y en suma del legado precioso –independiente de sus motivaciones de orden personal ("de internis Ecclesia non judicat") que prestan el flanco a acusaciones acerbas y al boicot (ingrato y tenaz) del que habrá sido blanco y victima (doy fe de ello) en el entorno de los mas próximos legatarios del escritor-, algo que heredamos de ella todos los españoles al precio sólo de resolver y de descifrar en todo o en parte –y con su preciosa ayuda-  todos los enigmas que surcan omnipresentes lo que en puridad y en pura justicia literaria –y en la más absoluta verdad histórica- se puede calificar de misterio Umbral, uno de los mas grandes escritores de la lengua española que algunos -muchos, pocos- se empeñan últimamente en rehabilitar y en reivindicar. Y es que de la biografía no autorizada –de Ana Caballé- se divisa con la mayor claridad el perfil exacto del escritor y las mas escondidas de sus facetas en una imagen que se me antoja por varios conceptos el espejo fiel en el que me puedo mirar. 

Y es la insignia o enseña de un hombre del más alto nivel, en el plano no solo literario sino personal, y de un honor no obstante puesto en entredicho, lo que la mayor parte de sus glosadores o comentadores se empecinan en obviar. Y por un motivo tan ridículo e insignificante para la mentalidad de hoy. Por ser hijo de madre soltera. Y además –no se olvide (lo que muy pocos se dignan resaltar)- de padre oficialmente desconocido, que le hizo blanco –y víctima- para siempre de una denegación –injusta e infame- de paternidad. Lo he dudado mucho lo confieso antes de abordar de nuevo este (engorroso) tema y ese enfoque particular. Pero mi libro en el que di pelos y señales de la identidad del padre (falangista) de Francisco Umbral no me habrá merecido reclamaciones de los directamente interesados. Ni de nadie. El que calla otorga, y máxime si por la relevancia de los que deberían hablar, su silencio se hace aún más si cabe estruendoso y sepulcral. No era un don nadie ni siquiera un falangista (vallisoletano) del montón, el padre de Francisco Umbral. Ni siquiera (solamente) una figura conocida y relevante del Movimiento (sic) tal y como me lo describió Cesar Alonso de los Ríos, viejo conocido y colega –en la redacción del Norte de Castilla- de Francisco Umbral. Era todo eso, y mucho más. 

Porque Anselmo de la Iglesia fue figura central y estelar de la Falange vallisoletana (y de los bajalatos de las Falanges de Castilla, sic, parafraseando al mismo autor) –en su calidad de lugarteniente o brazo derecho (y a las pruebas, las fotos, me remito) del Caudillo de Castilla, y protagonista directo del Alzamiento en los instantes mas cruciales y decisivos de su triunfo en Valladolid, “la capital del Alzamiento” como lo celebraría su consistorio para la posteridad. Y además de eso, voluntario en la División Azul. Un héroe pues exaltado y reconocido como tal –amén de gloria local (y `provincial) para la posteridad. Y más obligado que ningún otro a dar ejemplo, de probidad y de responsabilidad. In dubio Libertas se me objetará –que ya les estoy oyendo- en atención a lo delicado del caso, y su índole privada en particular. In dubio pro reo, se me antoja que cabe (de inmediato) objetar: la duda debe favorecer al reo (o acusado) y no resultar en detrimento de su imagen y de su honor cual pesado e insoportable fardo que la victima –Francisco Umbral- arrastraría a sol y sombra toda su vida tal como su biógrafa no autorizada acierta (tan atinadamente) a evidenciar. 

Porque eso explica todo en el autor, de su vida y obra y de su trayectoria. Y los aspectos sobre todo más insufribles de unas y otras: los que más rechazo le valieron en el plano literario y en el otro estrictamente personal. Su egocentrismo literario amén de individual, desorbitado, descomunal, y ese victimismo sobre todo del que tantas veces daría muestras, y sus inseparables secuelas como una aureola tenaz, de desplantes y provocaciones a cual más feos e impresentables. Y (sobre todo) ese guerra civilismo tenaz e irreconciliable –un término (muy socorrido) que a lo que parece inventé yo, que fue el quien me lo inspiró- como una pesadilla o calamidad bíblica (¡Peste Negra sin igual!), y como una no menos insoportable hipoteca que forma parte igualmente de su legado como nos habrá sido dado el demostrar. Y es que nos parece, bien mirado y bien pensado, no más que un síntoma, la identidad –nombre y apellidos- del padre (falangista) de Francisco Umbral. 

Y es de la asignatura pendiente de la reconciliación entre españoles que más de medio siglo después de todo aquello se nos impone a todos y cada uno de los desdientes de aquella tragedia, de uno y otro bando, y los mas de treinta años que llevo ya aquí en cohabitación forzosa –un eufemismo apenas- con la comunidad española emigrante y el chocar o estrellarme de cabeza una y otra vez contra el muro o la barrera (infranqueable) que la guerra civil y la memoria de los vencidos- erigió entre mi y ellos por mas que muchos se obstinaran (de dentro como de fuera) en ignorarlo (olímpicamente) y en disimular (...) 

Y ese guerra civilismo revanchista marca Umbral que tanto me incordió y obsesionó y con tanto ahínco me empleé en denunciar años atrás, es perfectamente explicable –y justificable-en clave biográfica y sin necesidad de recurrir al análisis de Freud en particular, como lo doy a entender a modo de corolario implícito en el trabajo –en forma de libro- que le dediqué, sin llegar o obstante a afirmarlo allí de forma apodíctica, lo que ahora sí hago en cambio, sin más. Umbral, un niño cuando todo aquello (aunque no tanto, como su biógrafa se encarga fehacientemente de demostrar), no podía –por imposibilidad moral- ver inocentes y libres de culpa alguna al bando de los vencedores de la guerra civil que encarnaba para él (conforme no se olvide a la mas rigurosa verdad historica, en vista hacia atrás) aquel padre indigno que no le quiso reconocer. Y la prueba por el nueve nos la aporta el (triste) panorama que ofrece la política española en la actualidad, con el fantasma más soliviantado y soliviantador que nunca de la (interminable) guerra civil rodando a todo rodar, lo que se ve mejor si cabe desde el observatorio privilegiado del que dispongo como no dejo una y otra vez de resaltar. 

Y en una estrategia parecida o comparable a la que se dejaba traslucir en la Colaboración francesa durante la ocupación alemana –en la Segunda Guerra Mundial- y en la mente de su artífice supremo el Mariscal Pétain, tal y como lo dejó registrado en las líneas directrices de su defensa en el proceso que se le siguió, y que le evitó (de un tris) la pena de muerte, en torno sobre todo al punto litigioso número uno, el del Armisticio que aquel (enteramente) asumió ante la sorpresa de sus fiscales y enemigos (como no cabía menos de esperar) Y del primero y principal de estos últimos, el General De Gaulle. Asumir lo que aquello –la ocupación alemana- tuvo de derrota política (sic), en aras de la reconciliación (franco/alemana), léase de la reconstrucción y del olvido de aquella querella fratricida (sic), que no lo fue menos que la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial (...). 

Lo que se ve más claro ahora en los inicios –a los que asistimos- de un mundo o de una época global (….) Mutatis mutandis, asumir –ahondando nota bene en sus causas y motivos- lo que tuvo de derrota política la Victoria del Primero de Abril, y ello en aras de un cese definitivo de hostilidades, en el plano político hoy día y amenazando ir sin remedio a degenerar más temprano o más tarde en un plano guerra civilista, estrictamente militar. Esa es mi postura, digamos mi estrategia, inspirada en el modelo o en el ejemplo de Francisco Umbral. El ejemplo de un hombre de honor (por propia definición) puesto en entredicho, en el que no dejo –todos aquí lo comprenderán sin pena- de verme reflejado yo. 

Víctima un servidor, que me diga, reo (como así me veo hoy) de una pena de infamia -pena inexistente en democracia-, o si se prefiere de campañas periódicas e intermitentes de linchamiento en los medios (urbi et orbe), en los que es imposible no ver o acabar viendo –al cabo de los años como así a mí mismo me ocurrió- un plan determinado –y premeditado- de desprestigio y denigración, e imposible sobre todo el no verlo registrado de antemano como ya lo vengo denunciando en este blog. En ese designio –en forma de protocolo (sic) de conducta y actuación- de cubrir de infamia a los criminales políticos y de quitarles toda su aureola de prestigio y de respeto (Protocolo) Que vayan asi junto con violadores, asesinos y otros malhechores del mismo género odioso (XIX Pr.) (Protocolos de los Sabios de Sión) 

En lo que –eufemismos injuriosos aparte- no nos es difícil como digo el reconocernos e identificarnos en una alusión sobre todo a los móviles políticos y religiosos –o político religiosos- de mi gesto de Fátima, que siempre  proclamé y siempre asumí hasta el día de hoy. De un gesto que me habrá valido hasta hoy acoso y persecución. Y es en ese afán umbraliano (rayano en el desespero) de redención que a ojos vista trasluce en el trámite biográfico y literario del  conjunto de la vida y de la obra de Francisco Umbral, en donde me identifico con el célebre escritor y lo comparto con él y le perdono todo el resto, mucho o poco no lo sé, pero puesto en comparación se me antoja de pronto todo ello casi insignificante, trivial. 

Lo que me lleva a comprender y a compartir no poco de su trayectoria en el plano ideológico sobre todo lo que aquí a algunos no dejara de extrañar. De lo que baste un detalle todo menos anecdótico –al contrario de lo que algunos puedan pensar-, que habré retenido en una última lectura del ultimo de sus libros -"Amado Siglo XX"- como por casualidad, que ofrece (no se olvide) la figura de testamento literario –y político e ideológico y filosófico- del autor. Y es a modo de conclusión del penúltimo de su capítulos –justo antes del epilogo- cuando aparentemente sin venir a cuento Umbral hace alusión al escritor alemán Gunter Grass y a su confesión tardía –poco antes de su muerte- de haber formado parte de las Waffen SS, y es cuando dice aquello  que "el gran Günter Grass se ha acusado de  colaborar con Hitler y el nazismo cuando hizo falta (sic) Tiene a Alemania en un grito. Son muchos (sic) los escritores que juegan a esa carta falsa, incluso innecesariamente como ahora Grass. No ha querido uno tanto (sic) Y por eso lo dejo aquí mismo. Heil Hitler (tal que transcrito) (óp. cit. pp. 290-291) 

¿Qué quiere decir con un texto tan críptico y tan sibilino y tan sorprendente Francisco Umbral? A menos que haya que leer el párrafo en clave irónica y provocadora, como nos dice Ana Caballé que quepa leer –y recibir- los otros títulos de sus dos primeras “novelas” autobiográficas, “Diario de un escritor burgués” y antes aún, “Memorias de un niño de derechas” escritas ambas obras en la década de los setenta, unos años –explica ella- en los que la ideología marxista tuvo un papel decisivo en el ámbito sociocultural (óp. cit. p. 117) Pero un tramite como ése, tal y como se desprende un poco mas lejos en el texto, no acaba de convencer a su autora. Ni a nosotros tampoco, la verdad. 

Porque Umbral –cabe en seguida el preguntarse- ¿no se confiesa como ahora lo habrá hecho al final de su vida Günter Grass, sólo porque ya no hace falta? Y los que hayan leído su no menos críptico y desconcertante “Madrid 1940” tendrán de entrada la respuesta a no dudar. Y más aun si acuden al capitulo que dedique a aquella obra de la serie guerra civilista del autor dediqué en mi trabajo “El padre falangista de Francisco Umbral”. 

 Y a los artículos que le dediqué en este blog, con la misma sospecha y un mismo hilo conductor (….)”Umbral cripto/nazi" Y “Umbral evangelista de Hitler", a buen entendedor, salud (como dicen aquí los belgas) ¡Basta de entredicho! ¡Gloria y Honor a la faceta inédita e incógnita de Francisco Umbral!                          

miércoles, febrero 03, 2021

PATRICIA RUEDA (en la foto)

 

 


No me caso con nadie, aquí ya todos lo saben. Y con Vox tampoco, que aquí lo he dejado también de lo mas claro al respecto, pero el (escandaloso) culebrón que se traen algunos con Vox Málaga me habrá obligado o llamado a circunspección como decían los viejos, y es ante el espectáculo -de vergüenza ajena- que están montando algunos por cuenta de aquella sección, de aquel partido, y en sus asuntos internos (….) Escándalo de sospechas y de acusaciones –que algunos llaman fake news-, sin pruebas ni fundamento, de índole personal, donde lo político o ideológico parece fatalmente relegado a un segundo o tercer termino, y hasta el mas mínimo atisbo de ello (…) No tengo nada (en serio) contra Alerta Digital, al contrario, fue impreso en la mas absoluta cordialidad el trato –una sola vez- que tuve con su director, pero no les debo nada al respecto (salvedad hecha de censuras y tijeretazos, que me "deben" ellos a mí, que aquí también me expliqué al respecto) Me siento libre y neutral pues a la hora de meter baza en lo que se me asemeja más que otra cosa a una gresca de cuervos o –como los franceses dicen- a una pelea en una cesta de cangrejos. O de Blancanieves y una sarta de enanos, lo que me parece más objetivo y más serio. La doncella ya saben todos quién es y a quién me refiero. Los enanos no los conozco ni en persona ni en detalle y a decir verdad me interesan mucho menos. Pero no hago más que mirar y remirar fotos por cuenta de ella, y cada vez me quedo más atónito y más perplejo, porque no veo por parte alguna ni de frente ni de perfil ni asomo de todo lo que (vagamente) se le acusa, y me pongo a pensar o a sospechar esta vez en serio. Y a especular por mi cuenta libremente y de altos vuelos. ¿Será de Málaga (“la facha”), de donde nos vendrá el remedio? Lo que justifica tantas intrigas tantas, tantas pasiones y tantas rencillas (y celos)? ¡Vivir para ver, mis fantasmas! (en serio) Que si la cara es el espejo del alma, los de Alerta Digital deberán parar de sacarla en foto, si no quieren seguir tirando piedras contra su propio tejado (mi humilde consejo) La operación Cayetana fracasó -o eso dicen-, pero nos marcó a muchos la vía, por el ejemplo de su gancho y de su (innegable) impacto en los medios (….) Y de Patricia Rueda se diría que algunos quieren impedir que triunfe donde aquella fracasó, por todos los medios. Lo que esconde esa intriga y dónde se encuentra exactamente el reto, es algo que a fe mía desconocemos. Pero no es difícil suponer que tras la inquina estrictamente personal –y tan mezquina- de la que algunos aquí están dando muestras, se esconde una montaña de reivindicaciones en el orden político e ideológico. ¿El programa B alternativo de la única alternativa con visos de seriedad a la situación que desde hace tantos años padecemos? Ahí va, ahí queda eso, en testimonio de mi interés –todo menos partidista- por los asuntos de España y al cabo de una sorda lucha interior para vencer la enorme pereza y vencer la fuerte tentación de desinteresarme de una vez por todas de un país, de una patria, que al cabo de la larga expatriación me pilla a veces (¡ay dolor!) un poco demasiado lejos. “Miré los muros de la patria mía” (como reza el soneto), y me dije que valía la pena el empeño. De partir una lanza por Patricia Rueda,  que la pintan tan fea y tan mala que nos obligan a fe mía a mirarla y remirarla en las fotos. Con curiosidad, con estima, y con admiración y respeto.