sábado, julio 26, 2014

GAZA. PAZ CON ISRAEL. MI APUESTA

Bachir Gemayel, fundador y jefe de las Fuerzas Libanesas (herederas de las Falanges - Kataeb) Jugó la carta israelí de circunstancias frente al reto de la OLP, lo que pagó con la vida. En 1990 en cambio, cuando estalló la primera guerra del Golfo, mientras Saddam Husein se veía obligado a retirar su apoyo a los cristianos libaneses, Israel le dio la puñalada por la espalda al heredero de Bachir a la cabeza de las Fuerzas Libanesas, retirándole su cobertura aérea. Lo que selló su derrota, la suya y la del conjunto del campo maronita. Moraleja: preconizar una paz con Israel no significa que se les tenga que considerar aliados fiables, ni para occidentales ni para sus aliados. Y mucho menos tal vez para españoles. Por un deber inexcusable de memoria (histórica)

Es posible que me equivoque. “Matarlos a todos –dijo o dicen que dijo Simon de Monfort en el cerco de la plaza fuerte de Bézier contra los cátaros del Sur de Francia-, Dios reconocerá a los suyos” Un botón de muestra   omnipresente en el pensamiento históricamente correcto contemporáneo de la crueldad del Medioevo (del cinismo del "Mal") occidental y cristiano.

Y al que esto escribe que no le desmerecen en cinismo los antagonistas que hoy se enfrentan en la franja de Gaza, ni los unos ni los otros.

Ni el ejército israelí que no se anda con melindres a a la hora de aplastarlo o de bombardearlo todo a su paso, como lo están denunciando aparatosamente un sector de los medios occidentales y manifestaciones –mayormente de inmigraciones musulmanes- en varias capitales occidentales como las que se habrán producido hace unas horas en Londres, pacíficamente, y en París a pesar de haberse visto prohibida por el ministerio del Interior y que se habrá visto salpicada por serios disturbios en respuesta a la intervención de las fuerzas del orden. Ni los israelíes pues, ya digo, ni los palestinos o pro/palestinos tampoco.

Porque qué mayor desprecio de su propia población -como la que se reprocha al jefe cruzado contra la población sitiada que (dicen) hizo pasar a cuchillo-, que romper hostilidades en una situación de inferioridad tan flagrante y tan manifiesta, siriviéndose (una vez más) de escudos humanos, de nniños, mujeres y ancianos, como lo habrá hecho en los inicios de esta crisis en curso el movimiento islamista Hamas, ahijados nota bene de los Hermanos Musulmanes.

El victimismo, de arma secreta, en los unos como en los otros, lo dije y lo mantengo. Y es posible que me equivoque, ya digo, pero mi apuesta me propongo que quede clara lo bastante en estas líneas. Y lo es por el respeto al estado de Israel y a sus actuales fronteras, como lo dejo sentado el acuerdo de paz de Camp David que costaría la vida a uno de sus firmantes –y a la plana mayor de su régimen-, como la han venido observando los sucesivos gobernantes del país del Nilo con la salvedad el interregno islamista hoy claramente sepultado en la ilegalidad y en el olvido de una abrumadora mayoría de los habitantes del país del Nilo, e incluso –aunque se trate de una paz armada- el régimen sirio de Bachar-el-Assad, que habrá luchado por su supervivencia frente al reto frontal que le lanzó la insurrección islamista.
Yitzhak Shamir, figura emblematica del partido israeli Likud (de derechas) durante décadas y uno de los fundadores del Estado de Israel. Tras la apertura oficial de relacione entre España e Israel en 1986 -oficializada por Felipe Gonzalez y Simon Peres- Shamir reveló que Franco habia ofrecido el reoncmiento del estado de Israel desde su fundación en 1948, frente a lo que Ben Gurion se nego a la apertura de relaciones. Lo que Shamir criticaba. "Pienso -declaró entonces (en 1986)- que Ben Gurion se equivocaba. No se puede ignorar la existencia de los estados, independientemente de cual sea su régimen político" Hoy como ayer, el contencioso arabe-israeli nos pilla de espectadores a los españoles. Y con la iruupción del islamismo extremista (anti-occidental y anti-español, no se olvide), más distantes de una actitud beligerante cualquiera todavía
Dura lex sed lex. El estado israelí, cualquiera que sea la resistencia que siegue afrontando entre los países circundantes y en un sector de la opinión pública a escala del planeta esta universalmente reconocido hoy por hoy en concierto de las naciones, España por supuesto entre ellas. ¿Hubo acaso que esperar a la muerte de Franco y a la llegada de la democracia? Es cierto, no lo es menos no obstante que Israel, léase el proceso de formación del estado judío de nuestros días, fue posterior al nacimiento del régimen anterior, y a la guerra civil española y a su desenlace que lo hizo nacer. Botones de muestra de lo que afirmo lo ofrecen dos individualidades israelíes de lo as emblemáticas en las últimas décadas, y me refiero a Simon Peres, judío sefardí y amigo de Felipe González, que nunca preconizó una ruptura violenta, ni en el plano interno ni en la esfera internacional, con el régimen de Franco.

El otro en cambio, Yitzhak Samir, judío ashkenazi, figura destacada del Likud, arrastraría de antiguo una reputación de contactos con el Estado español -bajo el régimen de Franco-, de sus tiempos de activista judío en seno de los movimientos de lucha armada (Irgún y Stern) que practicaban el contra-terrorismo (sin contemplaciones ninguna)

Como así parecían corroborarlo declaraciones suyas tras la apertura de relaciones diplomáticas entre el Estado español y el israelí (en 1986) con la llegada de la democracia y en las que revelaba que Francia había propuesto la apertura de relaciones desde la fundación del Estado israelí a las que se opuso Ben Gurion, uno de los padres fundadores del estado de Israel y figura emblemática de la izquierda laborista israelí (compañero de partido y correligionario de Simon Peres)

La reunión de alto nivel que acaba de celebrarse en Paris en presencia del secretario de estado USA conto con la asistencia de los dos principales padrinos del grupo islamista Hamas en la esfera internacional, Turquia y el emirato de Qatar (lagarto, lagarto!) Dos fautores de guerra de primerísimo orden en la región desde que estallaron las primaveras árabes, bajo el lema de la alianza de culturas y civilizaciones en lo que la diplomacia española mordió bien el anzuelo en tiempos de Zapatero y no se puede decir que no se haya desmarcado de ella ni un ápice con el actual gobierno. Somos subalternos de las más ínfima especie en el concierto internacional, lo dije y lo mantengo.

Como lo ilustran las misiones internacionales “de paz” en la que España ha tomado parte en las ultimas décadas. En los Balcanes contribuimos a la victoria de los bosnios musulmanes y a la derrota de los serbios ortodoxos, y en el Líbano, habremos servido de saco delos golpes del ejército israelí, lo que habrá abierto sin duda los ojos a mas de uno entre nuestros militares, a tenor de la notoria actitud de confraternización de los militares españoles con la milicia Hezbollá en el tiempo que llevan allí estacionados.

¿Me contradigo acaso, con la actitud de paz con el estado de Israel que vengo preconizando en este artículo? Errare humanum est, y en un avispero como aquél e está aún menos a salvo de errores de cálculo o de descontroles fatales e inevitables, mantener no obstante una presencia tan inhóspita e ingrata como la que viene manteniendo –por mandato de su gobierno- los militares españoles es y de por sí una proeza.

¿Paz con Israel? Sin traicionar ni renunciar ni un ápice a nuestra memoria historica, asumiendola toda en bloque, hasta en su capitulos mas denigrados por la leyenda negra. Semper idem. Fieles a nostros mismos. Hoy como ayer. En la Reconquista, en 1492,en las guerras de Flandes, en la de los Treinta Años, y en la División Azul como en la guerra civil española. Aunque nos condene -por contumacia- al fuego eterno el dios (judío) de la biblia (...)

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