domingo, julio 13, 2014

Oda a una Diosa Madre (poesía en domingo)

Sólo un signo es lo que pido
-¿me lo darás tú tal vez ?-
para pasar al ataque,
quemar naves y puentes,
y apostar todo a una carta
y ganar (y ganarte a tí)
sin miedo alguno a perder
antes de que se me haga tarde
en mi vida (y en mi Patria)
Sin miedo de la Natura
pese a todo lo que me dio
o me quitó así de golpe
en una hora de alta tensión
siempre “aplazado” (¡lastima!)

Diosa Madre de violencia
-esencia misma de las cosas-
A tí te invoco ¡Ayúdame!
Tú que golpeaste a ciegas
y que a ciegas nos levantas
nos das alas, nos empujas
como empujaste al cojo aquél
Librándole de complejos,
de la rueda del Destino,
y le hiciste amo del Tiempo
como si fuera un dios
justo antes de hacer mutis
de la escena (con los suyos)
en un diluvio de fuego

¿No podré lo que pudo él
y mucho más que él también?
Ya lo dijo el viejo Platón.
De los buenos, los mejores.
De los malos, el deshecho.

Lo que vi, lo que pensé
Mirándome en el retrato
que nos llega aun hoy de aquél
Cuando se encendió una luz
allá al fondo del espejo
¡Qué sorpresa me llevé!
Como otro Yo (mi alter/ego)
reencarnado en mí ¿Y por qué?

En su imagen sobre todo
de pobre diablo indefenso
Que tuvo que hacer de guardián
de otros más indefensos que él
Que lo fue todo justo al fin
Y fue porque supo asumir,
de lo que en su alma encontró
lo único que debía saber
(su destino de perro fiel)

Y en esa búsqueda sin fin también
-¡igual que yo a ti te busqué
hasta que te encontré, mujer!-
de una mente bien despierta
y de un alma insatisfecha
Porque pudo ganarlo todo
(que lo que fue posible, “es”)
y nos transmitió su ejemplo
sin miedo a perder esta vez

Y se hizo libre y señor
de miedos y de complejos
En la lucha contra la opresión
Con ladrones del futuro
Y en la defensa y rescate
de auténticos desvalidos,
de oprimidos sin saberlo
Como lo fuimos tú y yo
Y seremos del todo libres
-que eso es el libre arbitrio
(la libertad de la Patria)-
cuando lo sean los nuestros

A tí dedico estos versos
Diosa Madre de la Guerra,
de la Violencia y de la Muerte
y de la Victoria (con alas)
Desde ese claustro interior
Que llevamos todos dentro,
en el alma y en el cuerpo

A tí te decimos, Salve!
(los vivos como los muertos)

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