miércoles, julio 02, 2014

¿JOSÉ ANTONIO POETA? ESCÁNDALO EN CUATRO VIENTOS

El discurso fundacional del Teatro de la Comedia, de José Antonio, es una pieza oratoria esencial de las Obras Completas y sirvió de fuente (primera) de inspiración en materia de retórica política e ideológica y de oratoria en la España de la psoguerra (e incluso hasta no hace mucho) "Nada de un párrafo de gracias, escuetamente gracias -y cito de memoria- como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo" Una de las frases más célebres (y manidas) del discurso aquel, por la que habrá venido ahora el escándalo en una ceremonia conmemorativa del Ejército del Aire. Un puro hecho anecdótico por no decir trivial o a lo sumo de significación esencialmente literaria o histórico/literaria, y que no tiene más valor político que el que habrán querido darle ciertos medios
¿José Antonio poeta? Francisco Umbral le cataloga dentro de la generación del 27 y le atribuye versos o frases poéticas en alguna de sus novelas que luego le quita en otras para atribuírsela a otros, como aquella de “alzad vuestras miradas hacia el ámbito sin peso ni medida donde los números cantan su canción exacta” (y cito de memoria) que Umbral en su último libro "Amado Siglo XX" se la “da” al fundador de la falange mientras que se la adjudica a Paul Valery en otros lugares textuales de su obra. Es cierto que en la oratoria joseantoniana lo mismo que en sus escritos políticos se siente y se respira un innegable aliento poético.

Lo que explica que José Antonio se viera siempre tan citado, más tal vez que ningún otro político u hombre público en nuestra historia. Sus piezas principales de oratoria como el discurso del teatro de la Comedia, el del teatro Calderón de Valladolid -los dos que me diga que allí pronunció (con un año de intervalo)- y el del Cine Madrid habrán servido de fuente de inspiración predilecta en la retórica política e ideológica y en la oratoria de los hombres públicos durante décadas de posguerra.

Habló Blas, punto redondo reza el refrán, y una cita de José Antonio se bastaba y sobraba para cerrarle el pico a cualquier sabihondo que sin faltar respeto ninguno al ausente -¡Dios nos libre!- pretendiera pensar por su cuenta apenas.

Por su cuenta y digo bien, y no por cuenta de otros, un fenómeno que me conozco un poco (¡ay dolor!) de mis años de juventud y de adolescencia cuando tantos de mi generación cambiaron de pronto y todos a la vez como si les hubieran dado la orden de un golpe de silbato o les hubieran dado cuerda.
Estatua erigida en la ciudad belga de Mons (1868) en honor de Balduino IX, conde de Flandes y de Henao y emperador de Constantinopla con ocasión de la Cuarta Cruzada. La versión mas creíble de su biografía da cuenta que fue hecho prisoniero por los bizantinos en la batalla de Adrianópolis y que ya no recuperaría la libertad. Su desaparición -como la del rey portugés Don Sebastián siglos más tarde- dio lugar a que surgieran impostores -mayormente juglares y saltimbanquis- buscando suplantar la identidad del desaparecido. Un precedente historico indiscutible de la Leyenda joseantoniana del Ausente durante la guerra
Ayer leí en un foro joseantoniano una frase de un prohombre de la política española que lo fue desde los tiempos del tardofranquismo e incluso antes, hasta su retirada no hace mucho que precedería de poco a su fallecimiento -lo que se dice todo un superviviente (...)-, que habría pronunciado en una ocasión solemne, un congreso o una solemnidad falangista cualquiera. "Hemos venido aquí no a negar nada sino a afirmarlo todo" Punto (y pelota)

Una frase vacua y vacía que lo dije todo y a la vez nada (de nada), y que me imagino –como si lo estuviera viendo- que se vería seguida de un torrente atronador de aplausos  y de un clamor de gritos de aprobación enardecidos y embravecidos como si con ella temblasen los cielos y el suelo a los pies de los asistentes. Y es que puede servir sin duda alguna -estarán aquí de acuerdo algunos conmigo- de ejemplo prototípico  en extremo de dialéctica joseantoniana o de un sabor joseantoniano inconfundible, aunque tal vez algunos (ya los estoy oyendo) me replicarían de inmediato que confundo lo auténtico con lo que no lo es, la pureza con la falsificación joseantoniana (etcétera, etcétera...)

Como sea, estarán de acuerdo conmigo que frases como esa –encendiéndolo todo y a todos en redor- abundaron siempre en los labios de muchos que se afirmaban y se creían (con razón o sin ellas) joseantonianos de pies a cabeza.

¿José Antonio poeta ? Sin duda, por aquello de que poeta se es, se nace. Aunque no escribiera ni un verso en su vida, ni siquiera -a creer a sus hagiógrafos más autorizados- verso alguno del Cara al Sol que se crearon golpe a golpe verso a verso algunos de los más ilustres integrantes de su Corte Literaria, una formula de éxito editorial hace algunos años y que da idea de lo que José Antonio admiraba y la estima en que tenía a escritores y poetas. Fundador y jefe de un partido de poetas -en la vida o con la pluma- no significa necesariamente no obstante que él mismo lo fuera.
El episodio (de historia ficción) del ladrón robagallinas que se hace pasar por el Ausente en la Leyenda del César Visionario -del que cabe decir en propiedad que cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia (...)- es tal vez más verosimil y verídico de lo que aparenta en la medida que viene a dar cuenta cabal de un innegable dato histórico y fue del ambiente de sebastianismo fanático -en relación con José Antonio- que se respiraría en zona nacional durante la guerra, hasta que se hizo pública oficialmente la muerte del fundador de la Falange pocos meses antes de terminar la contienda (en Octubre y Noviembre del 38)
No importa, José Antonio pasa aún hoy por poeta y sigue inspirando a poetas o amantes de la poesía y de las frases poéticas, por la poesía que destilaban sus escritos y sobre todo y por encima de todo, por la poesía que se desprende (en la evocación) de su vida. Y también (¡ay dolor!) por el mito -de esencia sustancialmente poético- construido en torno su final trágico, y a las circunstancias (exactas)
de su muerte.

Como lo muestran las evocaciones que se merecerían aun durante la guerra civil y tras su fusilamiento en la cárcel de Alicante. “Al Ausente siempre presente, las falanges de Castilla", reza el epitafio que le dedican los ardorosos falangistas que llevan a enterrar al quinqui roba gallinas fusilado por los falsificadores en la Leyenda del César Visionario, por hacerse pasar precisamente por el Ausente. Como el falso o los falsos Balduino (s) de la época de las Cruzadas en lo que es hoy Bélgica (haciéndose pasar por Balduino IX, conde de Flandes, conde de Henao y emperador, latino, de Constantinopla) (...)
"José Antonio es nuestro Orestes" hace decir Umbral a Álvaro Cunqueiro en una de las escenas de la tertulia de los laínes en la Leyenda del César Visionario. Y en otra instantánea de la tertulia, Agustín de Foxá compara a José Antonio con Amadís de Gaula. "Hemos traicionado a Amadís y eso se paga" (p. 165) Un mito poético y literario a la vez que político e ideológico el que hizo nacer (hasta hoy) la Leyenda del Ausente
Y en la tertulia de los "laínes" -siempre dentro del texto umbraliano de la Leyenda- uno de los contertulios, Agustín de Foxá –figura estelar de la Corte literaria- evocaba a José Antonio como un nuevo Amadís (poeta y a la vez guerrero) mientras que otro de ellos, Álvaro Cunqueiro, lo compara a Orestes, héroe de tragedia griega si no propiamente un poeta. Y las ceremonias grandiosas, para litúrgicas de sus funerales y del traslado de sus restos al final de la guerra civil se vería precedido de la publicación una corona de sonetos por la delegación de prensa y de propaganda la que ofrece al Poeta (y mártir) su corte de poetas.

El mito de José Antonio se encuentra ya en vías de extinción –y yo diría que empezó estarlo de tres años a esta parte y que el inicio de su declive (irreversible) se lo marcó la movida (funesta y a la vez históricamente fatal) de los indignados del 15-M (en el 2011)-, de los rescoldos aun encendidos que esconden sus cenizas no obstante, se escapan (como brasas ardientes) efluvios liricos todavía, como acaba de ocurrir en una ceremonia del Ejército del Aire en Cuatro Vientos en presencia del ministro de Defensa donde uno de los intervinientes –presidente de la Fundación Infante de Orleans- citó uno de los pasajes más conocidos del discurso del teatro de la Comedia a la vez que evocaba "el texto hoy olvidado" de "un gran español" (a buen entendedor poca palabras bastan)

Un hecho anecdótico sin más valor o significación política que la quieran dar los medios, que harían más en preocuparse por la situación en Cataluña y los riesgos de intervención extranjera que viene a poner de manifiesto las declaraciones inadmisibles y escandalosas nada menos que del embajador USA en Madrid, que deberían haber merecido ya una llamada de nuestro embajador en Washington. Pero ciertos medios juzgan sin duda más útil o político y rentable el seguir embistiendo contra fantasmas del pasado disfrazados de molinos de viento

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