miércoles, noviembre 06, 2013

"ERASMOS" SOCIATAS

Mi "problema" con las becas Erasmus -el mío y el de muchos otros- empieza ya por el nombre. Erasmo como problema, todo un libro el que cabría escribir sobre el tema. Un héroe de la Leyenda Negra anti-española, célebre por su aversión a España y a los españoles que dejaría plasmada en una frase no menos célébre ("non placet Hispania") la misma que le oi yo como un eco (en voz alta, en francés, sin complejos, "je n'aime pas l'Espagne, je n'aime pas ce pays") a un belga viajando en tren, entre Charleroi y Bruselas. Los gustos son libres (con tal de que la sangre no llegue al río) (...) , pero de ahí a que los españoles reconozcan en Erasmo el padre de Europa, va un trecho, porque no lo fué. Padre de la división étnica y religiosa de Europa más bien, entre el Sur católico y el Norte protestante. Entre paréntesis, la holandesa que guiaba a los turistas en la Casa Erasmo (en la foto) de Anderlecht aún no hace mucho era una partidaria acérrima de la independencia catalana, como me lo dio a mí a entender en un tono de desafío
¿Lo hace adrede? "Soy como un toro bravo", ese fue el simil que popularizó el ministro Wert hace ya algun tiempo y a fe mía que cabe tomárselo (un poco) en serio porque si no se explica bien su actuación ministerial con la que parece ir consechando escándalos (en los medios) y poémicas una tras otra. La inmersión (o normalización) lingüística (que así la llaman) en catalán, la educación de (o para) la ciudadanía, la fiesta de los toros, y ahora ese tropiezo (aparente) en el tema de las becas Erasmo, llevan a pensar del actual ministro de educación, o bien que se trate de un electrón por libre en el seno del gobierno actual -conforme a la imagen o idea que de él se habrá pretendido acreditar por parte de algunos- o bien que asuma (y parece que con gusto) el papel del francotirador (y provocador) en toda una lista de contenciosos como los más arriba enumerados, sobre temas o asuntos en los que el provocador gubernamental actuaría por así decir viento en popa.

Impopular lo es desde luego el modelo lingüístico catalán (en el resto de España por lo menos), como lo es la educación para la ciudadanía en un sector considerable de la poblacion y más aún la prohibición por la Generalitat de la fiesta taurina en Cataluña. ¿Pero impopulares las becas Erasmo? Me replicará de inmediato tal vez alguna voz discrepante (más o menos desinteresada)? Carezco de datos estadísticos o de sondeos a mano pero todo parece, es verdad, así indicarlo. A comenzar por la reacción tan visceral, en carne viva, del estamento (de becarios estudiantiles) directamente afectado.

Las becas Erasmo (o Erasmus) son ya una vieja historia que dio comienzo entre españoles -o fue entonces cuando se empezó a oír mayormente a hablar por lo menos- tras la entrada de España en la UE (la CEE de entonces) en el 85, dos años antes de que yo llegase a Bélgica, y como todo lo que se reviste de antiguedad arrastra una imagen de marca tras suyo se quiera o no se quiera.

Un problema de imagen más bien en caso que nos ocupa. Hablo por mí de entrada, es verdad, por lo que vi no obstante y pude observar desde el balcón o mirador privilegiado de la capital de Europa (o de la UE) en los largos años que llevo residiendo entre belgas. Problema serio es verdad el que me plantearon de antiguo las becas Erasmus, que me diga sus beneficiarios, y también la poca química -humidlemente lo confieso (como si fuesen para mí un poco extranjeros, y yo también para ellos)- que sentí siempre entre ellos y yo de los encuentros esporadicos y fugaces, con los que me crucé en aquellos primeros años de estancia aquí coincidiendo aún por un largo rato todavía con la era felipista (interminable)


Compañeros de viaje o aliados objetivos -en terminología marxista- vascos separatista y activistas anti-desahucios. No me afecta, más aún, me deja frío el tema, de mármol, aunque sólo sea porque me mudé unas veinticinco veces aquí en Bélgica -a una media de una mudanza (casi) por año, siempre en régimen de alquiler-, sin que nadie en España y mucho menos los españoles aquí residentes -ni emigrantes ni euro/funcionarios- parecieran inmutarse ni poco ni mucho (tampoco me quejé de nada, eso es cierto) Un problema de clase, el de las hipotecas y los desahucios, efectivamente: de la nueva/clase que engendró tras la transición -con sus ganadores y sus perdedores, sus vencedores y sus vencidos- el régimen democrático. Y un poco más de lo mismo, el problema de las becas Erasmo y de sus becarios (privilegiados)
¿Problema mío o mas bien el de la transparencia (la falta de ella que me diga) en el modo o sistema de adjudicación de aquellas ayudas tan jugosas entonces a todas luces, por más que a la menor pregunta de terceros los propios interesados  tratasen de borrar las pistas y de negar las apariencias a toda costa y a toda prisa? Corrían los inicios de los noventa y las mochilas al hombro -de un hombro sólo (...)- no se veían aquí entre estudiantes por parte alguna salvo entre los Erasmos españoles que me hacían pensar a un uniforme o a una señal de filiación (o afiliación) ...ideológica

Y no se puede decir que fuera una obsesión mía porque durante cierto tiempo me dejé entonces llevar del pequeño juego de las averiguaciones y de las sospechas y no fallaba: los reconocía a mil leguas, andando por la calle o cruzándose conmigo ya de lejos, por la mochilita aquella que llevaban todos ellos, los varones por lo menos. Y luego ya, por las raras conversaciones que conseguía entablar con ellos, la impresión -de revanchismo guerracivilista- no hacia mas que agravarse en mí, y de casta aparte, de favorecidos y privilegiados, en suma, del régimen surgido de la transición y de la democracia.

Cojeando del pie izquierdo todos o casi todos en aquel entonces, por supuesto. Y la impresión que sería la mía se haría extensiva a la mayor parte de aquellos españoles -pocos la verdad- que me habré cruzado aquí desde entonces en el ámbito docente (universitario o extra-universitario) : la de exponentes emblematicos de una nueva clase social o sociológica que acabaría destapando sus frustraciones (muchas) y sus sueños no poco disparatados (de creerse que todo el monte era orégano y que iban a comerse el mundo, ellos y "los suyos", en nombre de la democracia, real o formal o como fuera) , con la eclosión del movimiento de los indignados y también con el estallido a la vez -como en un sincronía casi perfecta- de los deshaucios por impago de hipotecas hace ya más de dos años.

La de los recortes (presupuestarios), dicho sea un poco a boca de jarro, no es más que es una explicación (global y maximalista) de la crisis, me explico, una entre otras, que no deja de ser una explicación de clase -por utilizar (y que no sirva de precedente) una herramienta de análisis marxista-, de esa nueva/clase a la que acabo de aludir, directamente beneficiarios ellos y los suyos hasta que estalló la crisis de un sistema de subsidios -y ayudas sociales- propios al estado de bienhestar (democratico) del que algunos -pocos o muchos- se sintieron siempre excluídos, como el caso (por muy atipico que sea o que algunos lo vean) del que esto escribe.

España y Grecia, comparaciones odiosas y lo digo curándome de salud inmediato ante las réplicas previsibles que me podrán venir por ese flanco. Y tampoco es el objeto directo de este articulo además, en el que pretendo dejar sentado que el sistema Erasmus visto con el enfoque retrospectivo imprescindible no viene a ser más que un residuo del sistema de subsidios y gastos sociales -en vías de extinción- que entraría irreversiblemente en crisis con el estallido de la crisis financiera mundial (en el 2008)

He estado leyéndome ahora las declaraciones de una joven becaria Eramus en la edición de hoy del diario el País, activista destacada en el movimiento de protesta que habrá destatado la medida (rectificada poco después) del ministro Wert a través de las redes sociales, revindicando doscientos mil firmas (y si ella lo dice habrá que darselo por bueno) y amenazando ahora con un resucitar en los próximos días (libera nos domine!) -a traves de protestas concertadas de estudiantes Erasmo esparcidos por toda Europa- del difunto 15-M de los indignados (horresco referens), y con darle pues un nuevo impulso o un nuevo aliento a una "movida" que parecía definitivamente muerte y enterrada.
La autoflaglación -botón de muestra del poso judeo/cristiano de nuestra tradición espiritual y religiosa-, al contrario de lo que Goya pareció dar a entender, no era un fenomeno "typical spanish" sino que se remontaba a la Baja Edad Media cuando se vio generalizado en toda Europa, por más que no dejase marcar (al rojo) nuestra idiosincracia española en ese síndrome (colectivo) tan "nuestro" -¡ay dolor! (cíclico o endémico)- del auto/desprecio que parece brotar a flor de piel en esa necesidad que experimentan hoy algunos de expatriarse -"internacionalización" lo llaman- sobre todo en las generaciones más jóvenes y que no dejaría de explotar (a conciencia) el programa Erasmo. Me curo en salud de inmediato: no me expatrié por gusto, todos aquí creo que lo saben
Y veo rojo por cierto y me dan ganas de embestir como un toro bravo (en el símil tan grato al señor/ministro): internacionalizacion, aprendizaje de idiomas e interculturalidad (sic), así resume esa joven activista , como a modo de balance (de treinta años y más), la campaña de imagen en curso en favor de un progama de ayudas ahora en la picota, tras lo que agunos leemos o traducimos o descubrimos significados diametralmente opuestos, o en las antípodas mentales de lo que dejan traslucir esos conceptos a primera vista.

Y así, por internacionalización algunos leemos desarraigo, empobrecimiento cultural y síndrome colectivo de auto-desprecio como el que habrá marcado tanto la idiosincracia española los últimos siglos. Por aprendijzaje de idiomas más o menos lo mismo, a menos que no se trate de una coartada sutil al servicio de la hegemonía planetaria del idioma inglés (tan caro a Esperanza Aguirre), y por interculturalidad lo mismo también, si no fuera porque se trata de uno de los coneptos o ideas fetiche del lobby favorable a la inmgracion musulmana, superinfluyente y omnipresente en prácticamente todos los países europeos.

Me dan un poco pena, lo confieso, esos jovenes Eramus que se quejan ahora -hoy también, en las paginas del País- de tener que prestarse a los empleos y funciones mas ínfimos en los países de acogida rrespectivos para poder completar sus auyudas y así poder seguir aguantando hasta finalizar su tiempo de estancia previsto. Y me dan sinceramente pena y no miento pensando en sus precedores -de los años de Felipe González- mucho más afortunados, y también mucho más privilegiados. Un ministro de la era Aznar levantó hace unos días tan solo gran polvareda en los medios y llamaradas de indignacion en las redes sociales acusando a la educación socialista -de los años Zapatero- de llevar a "fregar suelos en Londres" a los beneficiarios de aquella, y hay que reconocer que no le fataba razon del todo .

Porque estos jovenes protestarios de ahora no vienen a ser en definitiva más que víctimas (mas o menos consintientes) del fracaso de la educacion para la ciudadanía (por llamarla así) de anteriores gobiernos socialistas -a comenzar por la era felipista interminable- en un terreno, el de la educación donde llevaron grosso modo siempre la voz cantante y la inciativa en todos los apectos (y el ideológico no el menor de todos ellos) al amparo de la hegemonia cultural marxista o filo/marxista reinante en todo el mundo occidental desde el 45, en particular en el ámbito académico y universitario. Ellos como también la inmensa mayoria que no dispone de becas como ellos.

Víctimas en particular (todos ellos) de un capitulo o episodio central del fiasco clamoroso, a saber el de la gestión (calamitosa) de las universidades españolas a cargo, en su inmensa mayoría -como lo ilustra el caso estruendoso de la Complutense- de un personal directivo (y administrativo y subalterno incluso) y de una casta politica y sindical claramente escorados a la izquierda, gestores principales y directos como lo son hoy por hoy de esas ayudas Erasmo, no se olvide

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