El fenómeno de violencia urbana, y de marginalidad asocial y delincuencia que encarnaron los "apaches" en el París de la "Belle Epoque" -y la que la precedió- concomitante y extrechamente asociado a menudo con la violencia y la agitación de signo anarquista -tan características de la III República francesa- operó de revulsivo primordial en la reflexión contrarrevolucionaria (y neo/monárquica) de Maurras y en el nacimiento de la "Acción Francesa""Si vas a París, Papá, cuidado con los apaches", así empezaba la letra de una canción (creo que un cuplé) que oíamos a todas horas de niños como algo ya muy vejestorio, de la época de nuestros abuelos y bisabuelo,s y no dejaba de extrañarnos un poco en nuestra cultura e imaginacion infantiles tan ruidoso anacronismo -apaches junto al Sena- a los niños de entonces hasta que ya un poco más mayores acababamos cayendo en la cuenta del significado histórico preciso de aquel apelativo, pero nunca hasta hoy alcancé a calibrar tal vez la gravedad y dimensiones del reto o desafío social que se ocultaba por detras del fenómeno que evocaba la tonada aquella.
"Apaches" y "belle epoque", de cuando Maurras era joven, la epoca en la que se dio a conocer por sus escritos, cuando germinó e hizo eclision su moviento de la Acción Francesa, que fue un foenomeno tipico del Parí de entonces en sus incios antes de de extenderse al resto del Hexágono, que se vio presidido desde sus pristinos inicios por la idea e imagen del Orden con mayúsculas que Maurras identificaba o acabair indentificando con la Monarquia (francesa) del Antiguo Régimen.
Mucho más tarde, en los años treinta, con el auge y crecida de los fascismos y los airres populistas que divulgarian y pondrian de moda, Maurras le pondría un poco de sordina al perfil monárquico ("royaliste") de su movimiento, pero la preocupacion por el orden y la alergia y la aversion al desorden al caos y a la anarquía fue siempre sin duda preocupacion fundamental suya y de los suyos, y algo que le caracterizaría sustancialmente hasta hoy en el recuerdo.
Ramiro Ledesma Ramos rodeado de los demas firmantes del manfiesto de "la Conquista del Estado", en las prostrimerías de la Monarquía (antes del 14 de Abril) Su iniciativa -de un claro sesgo fascistizante (no hay más que ver la foto) (...)- era de un signo claramente opuesto a la vez al caos y al clima de anarquía y de violencia urbana y algarada callejera que implantó la II República. Como el titulo de su manifiesto así lo indicaba, se trataba -en el espiritu patriotico que les animaba- de enderezar y fortalecer un estado español que les parecia en vías de derrumbe o en bancarrota y no de desguazarlo y desmantelarlo (...) Dato nada trivial -que silencian a veces biógrafos y admiradores de Ramiro- lo fue que él diera inicio a su actividad publica sólo tras verse visto victima de agresión a manos de obreros anarquistas cerca de donde vivía tras su llegada a Madrid (a la altura del metro madrileño de Cuatro Caminos, barriada obrera)Recuerdo mis primeros tiempos en la Universidad Libre de Bruselas donde cursé (de incógnito) una licenciatura especial -máster se le podría decir ahora- en "Histoire du Christianisme et de la Laïcité", la disertacion que me permitió uno de los profesores en el marco del curso que nos impartia sobre "Catolicismo y literatura" (en lengua francesa), sobre la figura y la obra de Maurras, sin poder calibrar yo entonces en su justa medida (ingenuo de mi) los fantasmas y espectros que aquella inciativa mía debio soliviantar y despertar en aquellos muros y en aquel ambiente -en el templo aquél de la "Libre Pensée"- y a comenzar, en la mente del profesor aquél que me permitió aquello condescendiente, sin duda porque podía permitírselo por estar fuera de toda sospecha (de politícamente incorrecto) por lo que fuera. Y recuerdo en particular, de las palabras que a modo de glosa o de conclusión o de colofón de mi disertación dirigio a los presentes, una alusión un tanto caústica a la aversion a la violencia de singo anarquista que le parecia traducir un reaccion de miedo o panico como un signo de su época, en Maurras y el otros hijos como él del tiempo aquél de anarquia donde la bomba anarquista -como la de Mateo Morral- de uno y otro lado de la frontera de los Pirineos eran por asi decir el pan nuestro de cada día.
El miedo a la anarquia y a los aanrquistas -léase un reflejo (legitimo) de defensa individual como colectiva- fue a creerle el rersorte primordial de la reflexion contrarrevolucionaria y monarquizante de Maurras y el fermento de incubación del movimiento (monárquico) de la Accion Francesaz. Como sea, hubo sin duda que esperar a la Gran Guerra y a la formidable catarsis colectiva que aquello traería en la conciencia europea (colectiva) para que la lacra aquella del anarquismo urbano y callejero desapareciera de los países europeo.
"¡Hay que arrastrarlos!" esa era la frase (y consigna) favorita de la Pasionaria en contra de sus adversarios (media España) en las Cortes de la II Republica. Gato escaldado -todos aquí podrán perfectamente comprenderlo -todo aquel que fue víctima de linchamiento alguna vez en su vida...y pudo contarlo (como el autor de estas líneas) De "cura de disciplina" habló -cargado de razones- Serrano Súñer durante la guerra (de la que según él echaba en falta o tenía menester la clase obrera española)Con la salvedad (¡ay dolor!) de uno de los únicos paises -España- que no vivió aquella conflagracion y que a modo de secuela inevitable tuvo que esperar a su propia guerra (civil) para poder pasar la página de aquella epidemia endémica (de mas de un medio siglo) social como politica (e ideolágica) Su recuerdo sigue poblando la imaginación colectiva de los espazñoles, se diria porque un vena anarquista o anarcoide (más o menos subterráanea) es perfectamente perceptible en la historia de la sociedad española de las últimas décadas desde los tiempos del tardofranquismo tardio, cuando las facultades universitarias de la Universitaria Mdrileña -y no propiamente el campus también al contrario de lo que venimos presenciando ahora- se verían presa de un fenomeno de agitacion subversiva que degeneraba continuamente en vioilencia física y verbal dentro y fuera de las aulas en los pasillos o en los hall de entrada de las principales facultades de la Complutense de entonces y a fe mia que no hablo de oídas y aqui algunos ya lo saben.
Y fue por la circunstancia -de la que la prensa española sin duda dando insólitamente muestras de en un prurito de ecuanimidad (nobleza obliga el reconcerlo) se hizo ampliamente eco cuando me detuvieron en Fátima- de haber vivido (y "sobrevivdo") a una tentativa de linchamiento a la entrada de la antigua facultad de Ciencias Políticas y Económicas -tras haberme aztrevido a arrancar un cartel mural de aquellos (como "dazibaos" a la española) que plagaban puertas y muros y fachadas en la Universitaria de entonces ofensivo a la meoria de José Antonio -del que entonces con la inconsciencia y el ardor juvenil propios de la edad no cai cabalmente en la cuenta de los riesgos que aquello me hizo correr, aprisionado (y como aplastado o apisonado) por una pequeña masa de enérgumenos vociferantes -de extrema izquierda- contra una cristalera que aguantó el embite (de puro milagro) (...)
Escena -obsesionante, angustiosa y amedrentante en extremo- de la acampada de Sol en sus inicios. Durante su visita a Madrid a principios de junio del 2011, al ex-premier britanico Tony Blair, el fenómeno aquél le mereció un nada trivial comentario, y fue que el que la calle escapara al control de la autoridad del estado era un fenómeno preocupante, impropio de una democracia (que se preciase de serlo) Y algunos analistas y comentadores del fenomeno en la prensa española no dejaron de aludir desde el momento mismo de su eclosión, al repuntar de una vena anarquista soterrada o enterrada en la vida publica española (prácticamente) desde el final de la guerra civil, si se exceptúan acaso algunos rebrotes que salieron (fugazmente) a la luz durante la transición política. Cura de disciplina: lo que echa (como el comer) en falta un sector -afortunadamente minoritario (que de ello no quepa la menor duda)- de la sociedad y en particular de la juventud españolaY sin duda que tras una experiencia como aquella -todos aquí estarán de acuerdo- ya no se ven o enfocan problemas y situaciones de la misma manera (...) Y sin duda también que eso influya en el juicio (moderamente) positivo que me merece el proyecto de ley de Segurida Cicudadan que la izquierda ha buatizado (denigrandolo) de ley mordaza -y otros (más adeucadamente) ley anti-15- pero que me parece apuntar no tanto a la liberta d de expresion vista per se sino a las lenguas (y manos) demasiado largas tal y como las habremos visto en acción -de palabra u obra- desde hace más de dos años y medio en todo tipo de algaradas callejeras
No son violentas en su mayoria, aducen los adversarios la nueva ley. Son (harto) insidiosas y sediciosas no obstante, y como tal no dejan de sembrar vientos de vilencia que descargan furiosamente y fuera de todo control, intermitentemente y llegado el caso como ocurrió el 23-S del pasado año en la operación Toma del Congreso, como viene ocurriendo de forma habitual en ciertas regiones autonómicas -el País Vasco, Galicia y Cataluña- y en ciertos ambitos más o menos circunscritos y no menos esparcidos diseminados por el conjunto de la geografia urbana de la penísula como son los campus y facultades de las numersoas universidades con las que la sociedad española se habrá venido dotando en los ñltimos treinta o cuarenta años. como se habrá puesto de mnafiesto en los graves incidentes -de agresion a mimebros del propio estamento estudiantil- en la Complutense días pasados
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